viernes, 28 de agosto de 2020

Recalmo.

CON pocos autores me sucede lo que con Conan Doyle, una fascinación y una entrega a sus textos con la que caigo rendido a poco que comienzo a leerlo.

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La altura ética de un individuo se muestra en la extensión de su ego hasta su desaparición. 

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La música como el sentido más profundo al que pudiera alcanzar la palabra en su significado.

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martes, 25 de agosto de 2020

Como sarmiento hacia la luz interna.

ESTÁN sirviendo estos días para retornar a los lugares de reflexión y regocijo de los que no debiera apartarme por más que el corifeo externo de la sociedad nos confunda e imparta sus propias dinámicas y pensamientos. En este suceder social, -como una suerte de coro, de discurso huero y banal-, asiste uno al derrumbe de las identidades personales en favor de las corrientes sociales que lo arrastran todo. Algunos indican que ya nos hemos extinguido y, desde luego, estamos en el proceso de la extinción cultural al menos de Occidente tal y como la entendíamos.   

Así, llevo semanas haciendo un ejercicio de convicción moral y personal, creo que no hay que doblegarse al vertiginoso suceder de los días en el ámbito social, tampoco a las opiniones diversas y poco fundamentadas y, de la misma, forma, a veces hay que levantar la voz e indicar el fraude.  Antes me costaba mucho hacer este ejercicio de defensa sin embargo ahora lo hago con mayor convicción. 

La sociedad actual iguala su discurso al hablar de la música de Bach o la tendencia de moda; su opinión se convierte en un vertedero de lecturas digitales que hacen creer a cualquiera en un experto y un erudito de la materia más peregrina. Falta la lentitud de la lectura, la construcción de la sabiduría; y eso se alcanza con tiempo, pausa, reflexión, lecturas, diálogo. Nada nuevo desde hace milenios.    

Creo que el cambio en uno mismo, el retorno intimista es un movimiento natural que deviene de la propia vida y del desarrollo personal de cada individuo. Y es un retorno como el del Orfeo, una vuelta con un saber nuevo que nos alcanza para transformarnos en la vida antigua. 



domingo, 23 de agosto de 2020

Hesse, de mañana, en diálogo con Carlos Fuentes.

La templanza y el comedido desiderio de escuchar el corazón cada mañana, latente, concorde a la secreta armonía que atesoramos.

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Una de las obras más agudas del mejicano Carlos Fuentes se titula En esto creo. No estamos ante una novela o una narración, que es el terreno de trabajo del autor de Cambio de piel, sino ante una suerte de diccionario personal que da respuesta a ciertos términos predilectos por el autor. En ese volumen, que tuvimos la suerte de leer en un curso con el propio Carlos Fuentes en Santander, puede uno leer lo siguiente en la entrada titulada "Odisea": 

"El lenguaje es creación del tiempo. El eterno presente ese el tiempo del lenguaje mítico. Es el lenguaje de la aspiración a ser uno, completo, como en el origen: [...] El propósito del presente eterno -el mito- es re-ligarnos (re-ligión) con el mundo natural a punto de convertirse en el mundo humano. [...] Y es que los mitos son como el cristal entre las dos dimensiones de lenguaje. Decir o no decir. [...]. Pues si la nostalgia del lenguaje consiste en darnos una estructura reversible que nos devuelva a la unidad primaria el hombre, la fatalidad del lenguaje es depender de un medio sucesivo e irreversible, la palabra. En el origen mismo del lenguaje está el dilema del lenguaje".  

Toda la entrada es una maravillosa y recoleta reflexión sobre la palabra, el tiempo y la narración. hay más esencia literaria en estas páginas que en la mayoría de sus novelas, por extensas y bien ejecutadas que sean estas; pareciera que este libro lo escribió el autor del corazón, de un pálpito imposible de sostener y no por una secuencia de trabajo a la que se somete en busca de una página feliz que puede o no llegar. La propia creación de este libro desdice al autor en el resto de creaciones y lo lleva, aun sin haber caído él mismo en la propia paradoja de la palabra literaria, en el hecho de que la literatura, el arte no necesita del ampuloso y social estigma de la narración sin más ni más.  

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Y concluimos con el recuerdo de un fragmento de Hesse en Lecturas para minutos, precisamente en "Saber y consciencia": "La cosa más sencilla se vuelve inmediatamente complicada e incomprensible al hablar de ella". 

jueves, 20 de agosto de 2020

Forma y delirio.

LA literatura es una forma privada de la utopía recuerdo que afirmaba Piglia en Prisión perpetua y, realmente, el impulso y el fuego que impregna este ejercicio cada día debe contener un sucedáneo de esa vanidad inculcada.

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La amanecida sobre tus ojos como tropel de infinitos.

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NARRAMOS nuestra vida para dar la impresión de que hemos vivido un tiempo.

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Antes de que la noche dé en tus ojos cuida el tacto marfil de tus días.







martes, 18 de agosto de 2020

Transformación y permanencia.

INUNDA las estancias el "Adagio" de la Octava de Bruckner y la mañana surge con el frescor de un tímido poniente. Mientras, piensa uno, con cierto desasosiego, en los días que están por venir como si quisiera establecer en ellos unas pautas, volcar en ellos un desiderio; y deja uno discurrir sus pensamientos y recuerda a Leopardi y a Marco Aurelio y también a Pessoa. Más allá de estas escenas de parada y fonda, de descenso hacia un pensar subterráneo que nunca tendrá recorrido más que en uno mismo comienzo a ver los días de otra forma, quizás soslayando el sobrante suceder que existe a diario.  

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Transformación y permanencia, como hemos afirmado en muchas ocasiones sobre la literatura, ahora lo aplico a la propia vida. Un estarse en uno en el litigio de buscar el centro de donde nunca debemos apartarnos. Y ese centro es multitud individual, amor y entrega, humilde estarse sin más concesiones. 

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Con Pessoa: "Soy un poeta impulsado por la filosofía no un filósofo con cualidades poéticas. ;e fascinaba observar la belleza de las cosas y dibujar lo imperceptible, lo minúsculo, que define el alma poética del universo". Poeta es un término demasiado ambicioso para uno que solo juega, cada día, con las palabras como método de confín de su nada. Más de Pessoa, al que hacía tiempo que no volvíamos: "Mi peor dolor es que no consigo olvidar nunca mi presencia metafísica en la vida".   

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En otra idea de Pessoa, en sus Diarios, viene a decirnos que el público no desea la verdad, hallarla, ir en su busca, sino la mentira que más le guste. En este sentido, la verdad es compleja, quiero decir, su búsqueda está llena de requiebros, virajes, reconstrucciones, pasadizos sin salida, a veces; y eso no se entiende, en general, por aquel que solo busca un disfrute eventual y pasajero, por el que siente todo esto del arte, la cultura como un mero juego de príncipe destronado o aristócrata de salón. Sin embargo, renunciar a ese ejercicio cuando existe dentro de uno con una fuerza indomable es renunciar a seguir siendo, al menos, una coherencia y una vida. 


domingo, 16 de agosto de 2020

Relato mi tiempo de ahora porque no recuerdo nada de lo que soy ni sostengo nada de lo que deseo ser en soledad.

NARRAMOS nuestra vida para dar la impresión de que hemos vivido un tiempo. 

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LEER, contemplar a E. y F., desdecir el tiempo en su rutina en la plena y humana consciencia de la vida.   

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LA MAÑANA vuelve a mostrarse como un manantial sereno y con los vientos del noroeste que tanto frescor arriman. Está todo en una calma de matriz atlántica. Comienza uno a leer y, de momento, a conjeturar: la verdad, la mentira de lo que decimos a diario, en cada momento. Pude que, como en la antigüedad, esa delimitación entre verdad y falsedad sea más difusa y delicuescente de lo que tratamos los individuos de hacerla ver a los ojos. Con nuestros juicios deseamos establecer algo así como una suerte de ensimismamiento que nos hace creernos superiores a otras etapas y otros pensamientos. 

Recuerda mi admirado Ramón Andrés como Nietzsche llamaba a la etapa de los "modernos" una "existencia amítica" que desconoce el pasado y equivoca el tiempo de ahora hasta convertirlo en una suerte de mundo razonable, superior, inamovible, en que nada cabe a la duda, el dilema, la tentación de que la voluntad vuelque sus esfuerzos en tratar de no explicar sino de entender. 

Así las cosas, el propio Nietzsche afirmaba: "Solamente mediante el olvido puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que está en posesión de una verdad".   

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Y de esa narración que pensamos que dice algo de nosotros acaso solo podemos decir que es realidad en las palabras que sostiene su relato y poco más; no hay nada tras ella, ni siquiera una idea aproximada de lo que pudo ser uno en algún momento. En esas palabras, que trenzan una imagen, un recuerdo de esa imagen, con Borges, se anquilosa el individuo moderno: relato mi tiempo de ahora porque no recuerdo nada de lo que soy ni sostengo nada de lo que deseo ser en soledad. 

Así, como no se entiende la humilde estancia en uno mismo, el individuo moderno, como cronopio o fama desbocada, relata, cuando, manifiesta buscando su levedad en su propia levedad.  


sábado, 15 de agosto de 2020

Pálpitos de lecturas. Leer como la vida.

AGARRA uno un libro de las baldas con el criterio auxiliar de la intuición. No hay nada más que un pálpito indolente en ese ejercicio; selecciona uno un volumen y deja en el estante los que rodean ese libro. Escoge uno un libro y no otro y comienza a leerlo en favor de sus páginas: aprehende lo que el autor quiso dejar en ese discurso, disfruta con el ejercicio de creación, con los juegos de creación, con el asombro de los sentidos que cada página va alumbrando en la lectura.  

El libro se hace único con el lector único que lo lee; y despliega, en ese lector, otras realidades que nunca antes había podido otorgar a nadie el propio libro, se levantan las compuertas secretas que todo lector avezado halla en las márgenes secretos de cada libro. En ese encuentro el autor queda ajeno a todo, no forma parte del proceso de comunión estética y ética.     

Como la propia vida, leer es una selección, al fin y al cabo, que deviene de la voluntad individual; una voluntad edificada por la experiencia lectora anterior, por las resonancias internas de la cultura, del diálogo con otros individuos, de las propias dudas internas que cada cual posee, también de la formación, el estudio, el empeño sesudo de conocimiento. Cuando se produce el acontecimiento de leer un libro se encuentran todas estas circunstancias que lo convierten en ejercicio único y, además, finito. Tan solo el esplendor y el eco de las ideas y palabras quedan en el lector hasta el fin de sus días.  

Este proceso conduce a que un libro se alce como mucho más que un objeto de entretenimiento, -que es la fórmula del lector eventual y frugal, de moda-, es un entretenimiento del espíritu, una acción coronaria para seguir siendo uno algo en nada de esta vida. Una necesaria frugalidad que devenga en el infinito momentáneo de la lectura feliz.     


miércoles, 12 de agosto de 2020

Arrebatos, tanteos, poemas emergentes.

CON mi admirado Paul Valèry: "Hay certidumbres inexplicables". 

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EN la luz de la aurora 
se levanta la tierra 
como designio y trama
del tiempo y sus confines. 

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Con San Juan
En tu clemencia, noche, 
entregas la morada
en la que todo sigue
siendo un estar en nada. 

Y otorgas una llama 
encendida en el seno
tan profundo y escondido
donde todo es ajeno.

[...] 

  
  

martes, 11 de agosto de 2020

Con Leopardi y San Agustín en la tarde.

 LEPOARDI,  al final del poema L´Infinito:

[...]

"Così tra questa

inmensità s´annega il penser mio:

e il naufragar m`è dolce in questo mare".

En efecto, un naufragio "dulce", avivado por la humildad diaria de saberse mortal.

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A poco que uno lee los textos de San Agustín, sobre todo, Confesiones, cae en la cuenta de que está leyendo un texto que sobrepasa los límites del ensayo, de la confección de un ejercicio de memoria, de biografía ficcional o sacra de un individuo. El texto es un prodigio de envergadura, escrito, por lo demás, con una fabulosa capacidad de manifestar la naturalidad virtuosa del escritor. 

Sucede que se confunden los estilos del escritor: los que creen que con la escritura de un texto de edificación gramatical compleja ,-a veces, rozando el solipsismo, en todos sus planos,- es suficiente para lograr una obra de literatura o, más cursi aún, alta literatura y los que apelan a la falta de precisión, la ausencia de selección lingüística de todo tipo porque dicen que responden a un empuje social de la literatura. Ausencia esta que pone en evidencia la falta de un pensamiento, una idea primigenia en la creación. 

Entre una y otra, en ese deliro de algunos, se encuentra la naturalidad del escritor que lo es sin forzar la naturaleza de su lengua ni el devenir de su pensamiento más que con templanza y dedicación de orfebrería.        

lunes, 10 de agosto de 2020

Dudosos pies por ciega noche llevo

 "EN las creaciones del arte, las imágenes del mundo son adecuaciones al recuerdo donde se nos representan fuera del tiempo, en una visión inmutable", afirma Vall-Inclán en La lámpara maravillosa

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Un verso de Quevedo que equivale a una poética; hay poetas que con la relectura evidencian para uno las torpezas como lector, que dejan a las claras qué débiles son los lectores en todas sus fases ante textos inconmensurables. El verso es el siguiente:  

"Dudosos pies por ciega noche llevo"

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No hay mayor rebelión en los tiempos actuales que leer, leer caninamente como afirmaba el doctor Samuel Johnson, mayor desacato al devenir de la sociedad actual que la Cultura. Ambas acciones, haz y envés de lo mismo, en su forma natural, conducen a la humildad y a la entrega en solitario. Y hacia ese remanso conduzco mis días más allá del ruido y la furia externas.  



domingo, 9 de agosto de 2020

Tiempo de existencia plena

PORQUE encuentra uno un pálpito interno en la lectura como si estuviera participando de una corriente sinuosa, continua, secreta que contuviera lo que realmente somos y estamos siendo. La palabra y los libros como extensos territorios de supervivencia, como decía, Quevedo, extensos desiertos de eternidad. Un aliento por encima de toda circunstancia, como una melodía inexorable al tiempo, a la propia existencia contenida en la palabra, en la música, en el discurso de cada volumen.  

Porque nos encontramos en un momento en que vivir debe convertirse en la forma prioritaria de entenderlo todo; y vivir es amar, respirar, leer, contemplar, dar tus días a la familia sin miramientos. Y en esa falla contemporánea que se agranda y resquebraja a cabalgadas es en la que debemos mantener el equilibrio personal frente a todo, sin más demoras y sin más concesiones.  

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Estos días vuelvo a encontrar el asidero, el centro indudable del que no debo apartarme más a pesar de la vida: leer, escribir como si fuera otro el que habita mis días. En esa conjunción hallo lo justo para seguir siendo sin más ni más.

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Si bien es cierto que las relaciones interpersonales se están transformando, las que mantiene el individuo con los estamentos sociales va de suyo; la falta de autoridad moral y ejemplaridad provoca que los individuos dejen de mantener su compromiso más allá de lo que corresponde.

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La Cultura en general, -como fenómeno que incluye Educación, Sociedad, Artes, Ciencia...- ha sido, desde hace mucho y en la actualidad, de interés para una minoría; y esa minoría silenciosa es la que lee, estudia, hace evolucionar las sociedades a pesar de sus dirigentes.

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EN la palabra latina "res" el ser en un espejismo de la cosa.


sábado, 1 de agosto de 2020

La mañana con Boecio y mandolinas de levante

BOECIO, autor de un libro excelso y favorito para uno, La  consolación de la Filosofía, escribió uno de los pocos tratados que han abordado la música como materia central y única en la historia del pensamiento. Me refiero a su libro Sobre el fundamento de la música. En este volumen, Libro I,  podemos leer enunciados tan enjundiosos como este, secuencias que quedan en la memoria inmeiata como asideros para la reflexión:

"A partir de aquí puede reconocer también lo que no en vano quedó dicho por Platón: que el alma del mundo está conjuntada a base de un convenio musical. Cuando, en efecto, mediante lo que hay en nosotros conjuntado y convenientemente ensamblado captamos aquello que en los sonidos está ajustada y convenientemente conjuntado, y nos deleitamos con ello, nos damos cuenta de que nosotros mismos estamos configurados a imagen y semejanza".

Siempre que acudo a Boecio, Adorno, Stravinsky o a Plotino, -que han abordado el asunto de la naturaleza musical de frente-, termino en las páginas de Eugenio Trías, La imaginación sonora. Estos autores inciden en la poco estudiada relación entre música y pensamiento, límite del signo musical como forma de entendimiento del mundo, de uno mismo. Como bien recuerda el propio Trías es extraño, al menos, que Heidegger en ningún pasaje de Ser y tiempo dedicara la más mínima incursión hacia el arte musical, aun teniendo a Rilke como poeta de mayorazgo. Recuperamos aquí las preguntas que expone Trías en el "Preludio" a su "Coda filosófica":

"¿Proporciona algo más relevante que emoción, sentimiento y placer, o "placeres de la inteligencia" (como se afirma en el Filebo platónico)? ¿Enriquece nuestro conocimiento (de nosotros, del mundo), y lo hace sin recurso a lenguaje, a palabras, a discursos?"

Mientras tanto, entre página y lectura, sigue sonando la música de Vivaldi, Los conciertos de Mandolina y la mañana se hace río y suceso del límite y ensancha no sabemos qué territorio de nuestro ser.  
  
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Cuando ya ha sucedido la flor, cuando la noche desbroza el confín de tu figura.

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La vida de cada uno es el reflejo de lo que percibe que es la vida de cada uno.
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Todas las mañanas con Bach para exaltar al corazón y hacerme uno con el tiempo y con la alegría de los cotidiano.
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El dictado del corazón, la concordia que traza el sendero del que venimos y nos hace ser, sin más ni más.
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Anhelo volver a los pasos en que cada día era un aleteo hacia uno mismo.
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Leer como del alba, en el sosiego implícito de estarse uno mismo en la vida sin más.
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Paradojas del ahora: cuando la Cultura y la Educación quedan reducidas a planes de contingencia.
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El tiempo sucede a pesar de su inexistencia.
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Todo acontece a pesar de tu consciencia.
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