Trópico de la Mancha

domingo, 25 de noviembre de 2012


PARA ser yo mismo en la literatura necesito ser otro, apoderarme de las voces de los otros. Es un acto de fe y de verdad, pues someto toda la vanidad a la sombras que me acoge de otros autores, hombres extraordinarios, que dijeron la realidad con más virtud. ¿No entendió orfeo la vida cuando descendió a la muerte?  


El sábado por la mañana, en Sevilla, compré dos nuevos libros. Uno de Simone Weil, titulado El conocimiento sobrenatural. Este volumen recoge las anotaciones realizadas en América y en Londres, está cargado de enjundiosas reflexiones, esquemas, gráficos, ideas...que tratan de hilvanar una secuencia de la verdad vivida. El otro volumen acaba de publicarse y el autor es una referencia para mis últimas lecturas ligadas a la música, la filosofía, la palabra. Ramón Andrés ha publicado un prodigioso Diccionario de música, mitología, magia y religión. En las palabras prologales añade lo siguiente: "Hay un luminoso mundo de los oscuro [...]Conjeturamos en términos de verdad y mentira, de verdadero y falso, y así juzgamos la realidad de cuanto nos conforma, pero en épocas arcanas estos conceptos apenas se diferenciaban; nada en sí era enteramente verdadero ni nada, en consecuencia, se antojaba del todo falso. [...]. 

Simone Weil me susurra: "Nada puede tener como destino lo que no tiene como origen".