Trópico de la Mancha

viernes, 21 de octubre de 2016

El candil de tu cuerpo

F., aun desde su silencio amniótico, ya anuncia que el individuo humaniza. Lo sentimos latente, móvil en el resguardo y la raíz de su cuerpo; es un corazón para nosotros en la memoria, en la fraternidad de esta familia. E. lo nombra con un fervor de luz que me emociona y brota, en cada palabra, en cada diálogo, un haz sentimental renovado para todos. F. es la renovación por el amor y ya lo esperamos con el candil de la bienaventuranza. 

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El trabajo furtivo de la escritura, la edificación en solitario, el proceder en la soledad y la necesidad prístina de escribir encuentran, a veces, el resplandor benevolente de los otros. Y eso inicia una llama leve de emoción, un conato de sentimentalidad que impulsa y resucita las ganas de escribir. 

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En la mesa, libros: Pessoa, Kafka, Cioran, Proust y Eliot. En la casa suena la Sinfonía nº 7 de Bruckner y no puedo dejar de recordar que compuso el segundo movimiento cuando se enteró de que Wagner estaba gravemente enfermo. Es un himno y una música de tributo y de puesta en abismo al maestro que le había enseñado la dimensión oculta de la música hasta entonces.
Los autores mencionados guardan todos una relación secreta de enfrentamiento y reverencia la condición humana: enseñan el envés de la condición y por eso sacuden a la consciencia.