jueves, 12 de febrero de 2015

ACTO DE FE. Hoy, al terminar de releer Cartas a un joven poeta de Rilke, hice, precisamente, lo que aconseja el autor de las Elegías:entré en mí mismo con dos antorchas: silencio y soledad. Hacia ellas voy como una luciérnaga.  
Al hacerlo, lo primero que pensé fue en la pureza, en la verdad que conforma la belleza, en el silencio nutricio y la soledad altamente sonora de lo ético, que no es más que la presencia estética humana.

Así las cosas, mi mayor acto de fe es seguir leyendo , solo, en mí mismo, sin decir nada más que lo que mi corazón acorde en silencio. Todo lo demás atrofia mi espíritu.  Mi ausencia no la notará nadie, pues nadie soy, pero mi presencia me dañaría en la consciencia poética del ser.