jueves, 28 de febrero de 2013


ME encuentro como decía J.R.J.: "secreto y transparencia".  El poeta se hace espectador de su vida: la contempla como un río quieto. Esta sutil y profunda postura, debe conducirlo hacia el límite. Escribo el límite y no su límite, pues el poeta evoca con su palabra la naturaleza del mortal.

*** 

Zibaldone, de Leopradi. Leo el texto en italiano, en la edición de dos tomos de Mondadori publicada en el año 83. Esto complica mucho la lectura, pues el libro es un tapiz de citas, reflexiones, ideas, pareceres atinados, pero profundos. Una prosa enrevesada, que se muestra circundante, perifrástica. Sin embargo, las palabras de Leopardi siempre encierran un sendero escondido, una significación profunda, exenta de palabras accesorias, que el lector advierte tan pronto como termina de leer cualquier enunciado. 

"la natura ha dato i suoi piaceri a tutti i sensi". 

Toda una filosofía. Recuedo a Hume, pero también a Berkeley. Cómo no a Aristóteles. Cuánta verdad concentrada y qué vrtud en este verbo. Sucede como con Montaigne, palabras, palabras que destruyen los límites sintácticos de lo inmediato. 

Naturaleza ha dotad de placeres a todos los sentidos. Esta línea forma parte de un escrito en que Leopardi disputa la belleza natural y la belleza artifical. Sobre todo la belleza artifical del sueño y de la maginación. En ese punto, expande el problema a la predispoción del espíritu humano para recibir esa belleza. He aquí, en mi opinión, uno de los temas fundamentales de la naturaleza artística y de su existencia en las sociedades. Sería un tema demasiado amplio para dejar, únicamente, un par de líneas sobre este asunto en el diario. Sin embargo, prosigio leyendo a Leopardi con mucho agrado y asintiendo: 

"Laddove la belleza  naturale o atfiziale non fa effetto se l´anima non si mette in una certa dispozione da riceverlo, e perciò il piacere che dà si riconosce per intellettuale".
  
*** 

Leo, entre otros poemas, The cantos, de Ezra Pound, en la traducción de José Vázquez Amaral. En el "Cantar IV" escribe Pound: 

Across the Adige, by Stefano, Madonna in hortulo,
As Cavalcanti had seen her. 
 The Centaur´s heel plants in the earth loam.
And we sit here...
there in the arena...

Al otro lado del Adige, por Stefano, Madonna in hortulo,
Como la vio Cavalcanti.

El talón del centauro se hunde e suelo musgoso.
y nosotros aquí sentados...
aquí en la arena...  

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¿...y qué mejor paseo por la "Alameda verde" de J.R.J. para comenzar la mañana? Las razones luminosas: 

"La poesía no es sucesiva, como la ciencia. Un poeta no continúa a otro poeta, sino que recrea, revivie, aísla y cierra en sí mismo `toda´ la poesía".

miércoles, 27 de febrero de 2013

Matriz de improntas y de huellas, la poesía devuelve el canto originario.

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Resulta que Ars vivendi fue un título profético, pues el libro, lejos de esclarecer qué es la literatura,  me está poniendo en claro muchas de las evidentes naturalezas humanas que uno no acababa de comprender. Los comportamientos de los allegados, de los que uno pensaba compañeros en la ética y en la estética, de los que ni siquiera habían asomado por mi vida de ninguna manera ni por ninguna razón, no dejan de definir una verdad y un límite. 

Hay en la condición humana un rumor invisible que se perpetra en las interioridades pero que, llegado el momento, refulge y sale y acosa, para lo bueno y para lo malo.¿No es el hombre demediada virtud?  

Decía que encontraba una verdad en todo esto una verdad grata. Y un límite, pues creo que los individuos están demasiado acogidos a sus egos y vanidades. ¿No ha sido esto así siempre?, me preguntaba ayer, cuando terminaba de leer a Quintiliano y repasaba los mecanismos de la retórica antigua.
Los discursos cargados de loas son tan sospechosos como los que se acogen a la malevolencia. Ni a unos ni a otros debería atender nadie y, mucho menos, pensar que en esos discursos habita una verdad. 

Tan solo un límite, esa es la enseñanza, un límite que yo creía más alejado del yo, más apartado de la respuesta inmediata; un límite que establece la medida de los hombres respecto a las ideas. Pues si las grandes ideas (establecidas en las grandes palabras y afinidades) han sustanciado y definido lo que somos y hasta dónde somos, debemos medir nuestras acciones y nuestras palabras en ellas mismas.  

*** 

Me alegro ahora tanto de mis silencios públicos, tanto. Los recuerdo con ambición, a pesar de que dudé de ellos cuando los ejercía. Soy un legionario, desde su étimo, del silencio. Callo y otorgo. Solo cuando convierto el aire en fonema y palabra y sintaxis trato de ofrecer las dádivas de la verdad, de mi verdad, claro. 

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En la actitud del hombre contemporáneo frente al arte hay una pretensión desbocada que lo conduce a un error, a una restricción: el límite para el hombre se establece desde sí mismo; todo lo que no puede razonar, todo lo que no permite su inteligencia es límite. El resto es nada.  

El límite es fin, pero también principio: origen y finitud. Prefiero tener el límite como una causa primera desde la que se establecen los "límites" (la medida de las artes, del pensamiento, de las manifestaciones humanas) y por la que nos es posible hablar, entender, razonar, hablar, escribir, componer música. Nosotros no generamos la consciencia para la creación, sino que cuando atendemos a los límites nutricios es cuando la creación trata de azotar los corsés en los que se siente atrapado. Por esto mismo, la obra artística clásica es la que percute y ensancha la consciencia del nuevo límite. 
El límite como elemento primerizo, anterior a nosotros, como naturaleza preexistente que nos hace humanos y nos hace contener nuestra propia conciencia de incapacidad. 

No existe lo que pensamos nosotros, sino que pensamos lo que existe hasta donde nos permite el raciocinio humano.  Sería demasiado pretencioso creer que el mundo solo es lo que uno puede llegar a concebir en los términos restringidos de su razón.Este asunto, tan antiguo, es una postura de la consciencia del mortal, cuyo estado natural es el de la vigilia de su propio ser.




martes, 26 de febrero de 2013


TODA la tarde en el bosque de símbolos del poema "Correspondencias", de Baudelaire:

Naturaleza es templo

bosque de símbolos

tenebrosa y profunda unidad

domingo, 24 de febrero de 2013

QUÉ encierra la mente humana sigue siendo, después de siglos, un enigma. Nadie trazará los límites por los que puede encaminarse una mente sola, una sola inteligencia que se desprende del común raciocinio y de la norma pensante. Una sola palabra será suficiente para testimoniar que la mente existió en donde nunca antes una mente había sido.Una palabra incognoscible incluso para el que la escribe, incluso para el que la escribe.

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También en mí es domingo y es mañana y es canto del jilguero.

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Ayer leía otra vez Libro del desasosiego, ya que Pessoa es un ejemplo del escritor que se aleja de todo ruido proveniente de la masas. Pessoa legó una lección encarnada en el silencio y la soledad, esto es, en el naufragio viviente de lo cotidiano. 
Porque aunque te mantengas alejado de esas voces, aunque persistas en la lejana tranquilidad de ti mismo, los ecos maliciosos desean penetrar en esa estancia. Es cierto que serán maliciosos para los que así los entiendan, porque no debe perturbar en un punto la fidelidad a la literatura. Más que malicisosas, parecen voces y opiniones fantasmales. La literatura es ley, justicia, razón de vida. 

Leía, ayer, estas palabras de Pessoa y hoy vuelvo a reescribirlas, por ciertas y verdaderas: "Volver puramente literaria la receptividad de los sentidos y las emociones, cuando acaso se rebajan a aparecer; convertirlas en materia aparecida para con ella esculpir estatuas de palabras fluidas...". 

*** 

En una entrevista a Ezra Pound, el poeta termina afirmando que "solo tengo la certeza de mi gran incertidumbre". Después de las últimas intervenciones de la entrevistadora, concluye el poeta: "He perdido el poder de llegar al fondo de mi pensamiento con palabras. Es todo tan difícil, tan inútil.."

Pound fue por un tiempo Pound, pero después del encierro y el retiro en Santa Isabel, comprendió en toda su dimensión que el hombre es Uno, que no hay estaciones temporales y sucesivas para el mortal, sino una fluida corriente del ser con la que el poeta debe armonizar su palabra. 

sábado, 23 de febrero de 2013

SEÑOR, escuchemos a Dante en el susurro de su Commedia:

Vosotros que tenéis la mente sana
observad la doctrina que se esconde
bajo el velo de versos enigmáticos.


viernes, 22 de febrero de 2013

EXTRAÑADO de todo, escucho voces que provienen de un confín. Un límite que reside dentro de mí mismso y que es un deber sacudir y azotar para comprobar hasta dónde llega el ser. Depende del límite nuestra esencia. 
Es un rito que desarrollo en silencio y que proviene del murmullo de la transparencia. 

 

jueves, 21 de febrero de 2013

ES Platón, en Banquete 211e, quien nos alumbra. El centro es indudable, solo los que se revuelven y atemorizan nunca lo han sido. Porque el centro es el ser, el ser otro. Un estar siendo. El que tenga ojos que escuche:

"-¿Qué debemos imaginar, pues, si le fuera posible a alguno ver la belleza en sí, pura, limpia, sin mezcla y no infectada de carnes humanas, ni de colores ni, en suma, de otras muchas fruslerías mortales y pudiera contemplar la divina belleza en sí, específicamente única?

[...]

¿O no crees que solo entonces, cuando vea la belleza con lo que es visible le será posible engendrar, no ya imágenes de virtud, al no estar en contacto con una imagen, sino virtudes verdaderas, ya que está en contacto con la verdad?"  

*** 

La verdad no se encuentra, no tiene topografía, es utópica. La verdad poética se es.Ser verdad es estar en el centro. 

martes, 19 de febrero de 2013


Parece que, en las primeras horas del día, cuando uno comienza a levantar no solo su cuerpo sino su espíritu, cuando el cuerpo deja de ser una escala horizontal para convertirse en erguida presencia, el mundo, todavía, contuviera los ecos de la noche y las causas primeras de lo bello.
La razón pertenece aún a la ensoñación y no ha fijado su atención a las banales manías ni a las cotidianas acciones. Navega por los sueños, su reacción se acoge a los mecanismos de la vigilia, del duermevela. En ellos, en esa transición de lo soñado a lo que pensamos vivido ocurre el mundo de otra forma, se muestra el mundo de otra manera a los ojos y al alma. Encaminarse a la esencia de esa frontera entre la consciencia y la inconsciencia, la noche y el día, el silencio y la palabra, es tarea del poeta. Él traza una trayectoria en que refulge el fuego de la creación.  

***

Reviso algunos cuadernos. Clara fontana, Cuaderno del caminante o Cuaderno de Leonardo y compruebo que son más los intentos de escribir que la escritura consumada. La mayoría comenzaron su andadura en Italia o en Londres. Al abrir sus páginas y al observar la caligrafía que los tatúa, he deseado tomar para mi memoria aquellos días de azules palaciegos o aquellas tardes de grises paseos por la ribera del río. Ni uno ni otro me siento ahora, soy ajeno a lo que fui y a lo que estoy siendo. Jung decía: “yo soy este haz de lo realizado y lo pasado”. Esta inconsistencia del presente es necesaria y fundamental para la creación artística, aunque conlleve incomprensiones de los allegados y acaso del que lee ahora estas anotaciones.  

Porque quizás existe una idea arquetípica de todo en el inconsciente y las visiones del poeta no sean más que fenómenos creativos que, a pesar de parecer lo contrario, objetivan lo subjetivo. Hoy no creo que la lírica sea el género más subjetivo y personal de creación, sino el que acerca, de la forma más plena, lo subjetivo a la objetiva realidad que traspasa las razones empíricas. No dice lo que siente un individuo, sino lo que la humanidad. La poesía que explica a un solo individuo termina en la lamentable vanidad a la que tan acostumbrados nos tienen los bardos contemporáneos.

Es muy lábil la frontera entre el individuo y la consciencia de lo mortal y, en demasiados casos, nunca se logra descender a la condición de mortal. El miedo, el terror a lo sublime, ya lo trajimos aquí.

Ningún científico ni ningún antropólogo, sea este de la especialidad que sea, ha logrado explicar por qué un poema y el porqué del mismo; de una pintura o de una composición musical. No lo harán nunca, la materia que menciono pertenece a otras razones que, precisamente, no contienen causas permanentes e idénticas.

Cuando el poeta concilia, con todas las rémoras de nuestro entendimiento, con su palabra y con la ayuda del ritmo musical ese universal que nos hace mortales desde su percepción subjetiva, surge la emoción y lo que llamamos misterio poético. Es una revelación de símbolos y visiones.

De una manera o de otra, el hombre persigue el bien, la verdad y la belleza. Puede que a la contra o puede incluso dudar de esta iniciativa connatural para situarse y creer justamente en lo contrario. Pero, en cualquier caso, siempre son referencias estos términos y estas actuaciones para el mortal y en el arte. 


lunes, 18 de febrero de 2013

EL que pensara que escribir consiste en apoderarse de algo está equivocado, cae en marros. Escribir es solo ofrecer un testimnio, una confesión que resuena en la bóveda interna de un solo individuo. 
Solo nos llegan los ecos de ese concierto entre la música y la razón. Nada más: ecos, rastros, apenas una figuración de no se sabe qué.

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Creo absolutamente en el misterio. Es más, la poesía es el misterio.     

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..."la lengua de las flores y de las cosas mudas", escribe Baudelaire. 

domingo, 17 de febrero de 2013

ESCRIBÍA en la terraza del apartamento que orilla el Mediterráneo, allí, en Málaga. M.C. decidió ir con E. a dar un paseo mientras uno terminaba de pergeñar en el cuaderno el poema de tema petrarquesco. Tenía encima de la mesa el volumen de Quevedo con que ando estos días reflexionando y tomando algunas decisiones estéticas. Lo abrí al azar, movido por la sonata de brisas y melodramas que solo la calma del Mediterráneo otorga cuando uno lo contempla. Había una quietud acogedora, que incitaba a sentir una complacencia de lo calmo y armonioso.dejé el libro, la escritura, me dejé a mí mismo en esa navegación fastuosa de silencios y auroras.


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Había una quietud acogedora, que incitaba a sentir una complacencia de lo calmo y armonioso. Leía entonces a Quevedo: "mas lo de los poetas fue muy de ver, que de puro locos querían hacer creer a Dios que era Júpiter, y que por él decían ellos todas las cosas". Reía con el pasaje y pensaba en la cantidad de poetas actuales que condenan las mafias políticas y religiosas cuando ellos mismos son capos de la mercancía literaria.

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Me sorprende que el Sueño de la muerte, el último de los cinco libros o tratados visionarios y alegóricos, esté iniciado por unos versos de Lucrecio.

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El poeta es la conjunción de visiones y símbolos.  

viernes, 15 de febrero de 2013

LEO Sueños y discursos, de Quevedo. Siempre  me resultó un libro enigmático, rayano en la estirpe de textos visionarios, como las obras artísticas que, de repente, parecen mostrar la visión desgajada del raciocinio puro y técnico; esas pinturas de El Bosco o las series de pinturas negras de Goya o las composiciones de Paganini inspiradas por sus sueños y tantas otras que es en vano nombrar. 

Desde el comienzo lo hago con unas risotadas que casi despiertan a E. Ella se asoma para observar qué sucede y yo le muestro la portada del manuscrito del Sueño del Infierno, Alguacil endemoniado, Infierno, El mundo por de dentro y El sueño de la muerte

Me detengo en un pasaje de El mundo por de dentro (ay, poeta) y leo lo siguiente sin dejar de sonreír de pura melancolía: 
"Así que no son lo que parecen ni lo que se llaman: Hipócritas en el nombre y en el hecho. [...] De suerte que todo el hombre es mentira por cualquier parte que lo examines, si no es que ignorante tú, crea a las apariencias"

jueves, 14 de febrero de 2013

SIEMPRE que paseo con E. comprendo mejor la vida. Ayer estábamos los dos paseando por la tarde cuando todavía el sol se regodeaba por las esquinas del aire. Nos acompañaba un silencio de trino y parecíamos estar disfrutando de nuestra mutua compañía. Éramos nosotros mismos al albur de nuestros pasos, sin más mediaciones que la visión vespertina del mundo que nos acogía. El viento pegaba en el flequillo y nos despeinaba, pero E. levantaba su manita para volver a colocárselo y reía. Qué aprendizaje, me decía, qué lección de impunidad.

Recordé, cuando E. decidió dormir un rato, a R. Walser y también a Rilke. En la vida de Walser, el paseo fue una incisiva acción que influía incluso en el ritmo de su prosa. Escribía como si estuviera paseando entre aquellos montículos de nieve, escribía amparado por la respiración entrecortada de un paseo que, de repente, se convierte en marcha forzada. Rilke paseaba por el acantilado de Duino cuando necesitaba alejarse de sí mismo, cuando necesitaba volver a encontrar el ser que lo hacía poeta.

El paseo, el paseo sin norte ni brújula, sin destinos prefijados. La vida misma, me digo, la vida acompasada por el compás de nuestros cortos pasos, por el compás de un pequeño avance que especula con nosotros en un supuesto avance que siempre tiene un retorno. 

E. dspertó con sigilo. Me lanzó una mirada con el recogimiento y la satsfacción de haber estado juntos, en la tarde, quizás ensoñando lo que de momento es la realidad para ella. Me pregunto si esa realidad no es, en puridad, la misma que me azota y me devuelve la melancolía de ahora. Fuimos, los dos, encumbradas melodías de la tarde sonando en la armonía tácita del amor.  

  

martes, 12 de febrero de 2013

CREO en la verdad que se transmite más allá de la palabra. Es así porque me lo ha enseñado el ejercicio de lector, acaso la condición que más amo y a la que más debo. El lector puro no entiende de prejuicios. Le basta tan solo un breve encuentro con el texto para desestimarlo o adentrarse en el mismo. El lector no duda de su consciencia cuando realiza su acción irrevocable: leer. Antes al contrario, fluye, sintoniza, siente, experimenta, se transforma en la lectura.

No debería existir el pudor en el lector que acaba de regodearse con un párrafo o que se ha deleitado con unas palabras escritas por otro hombre. Por ejemplo, hace ya algunos años, leí la carta encíclica titulada Caritas in veritate, de Benedicto XVI. En ella, puede uno leer espléndidos pasajes que, con el tiempo, arrojan sedimentos a la memoria y al espíritu. Además, ofrece la posibilidad de entablar diálogos internos muy copiosos y profundos. Casi al final de la misma, se reflexiona sobre la influencia del materialismo y de la tecnología en la vida contemporánea. Transcribo un subrayado que, si hubiera sido escrito por Sennet o Steiner o Goethe, sería aplaudido sin remiendos: 

"El desarrollo debe abarcar, además de un progreso material, uno espiritual, [...] No hay desarrollo pleno ni bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo. [...] El absolutismo de la técnica tiende a producir una incapacidad de percibir todo aquello que no se explica con la pura materia". 

Esto mismo, trasvasado al territorio de la estética artística, es muy valioso, porque así percibo últimamente las obras literarias, pictóricas y musicales. Cuando J.R.J. señalaba el "misterio" como la esencia del poema, estaba otorgando una especial significación a la comunicación artística entendida como un acto poseído por razones distintas a la mera expresión. Es el "voltaje" de Pound, esto es, una numinosa visión que se produce cuando en la obra anida ese misterio. 

En estas décadas, se han confundido expresión y creación. Si bien es cierto que millones de personas expresan, -sobre todo en Internet-, sin más, la creación ha quedado relegada a una intelectualidad errónea y viciada, marcada por el mercantilismo del arte como producto (odio este término) cultural. Y, lo que es aún peor, esta disolución de la creación artística y de su defensa, ha provocado que hoy cualquiera que exprese se sienta creador, que cualquiera que escriba una frase ingeniosa se sienta escritor. Es así ya que la publicación inmediata, la expresión extendida a un número amplio de lectores en Internet le hace creer al individuo que su acción es completa y es cierta. Esto mismo ocurre por la falta de autoridades morales con las que poder medir las actitudes individuales. Hay una ausencia y un vacío de maestros.    

Así las cosas, los poetas de este tiempo, los escritores, los músicos, como decía, someten sus creaciones a un ajuste técnico tan profundo que dejan la obra sin el halo y el verdor de la creación primera. Tan solo hay que leer algunos poemas de la primitiva lírica para percatarse de esta desaparición del encanto poético. Puede ocurrir que habiten en las obras artística demasiada "intelectualidad", es decir, que se encuentren sometidas a la tiranía de la razón técnica y material. Si el hombre trata de explicarlo todo a través de la razón empírica, es entendible que trate de hacer lo propio con la obra artística. Creen que la explicación racional del producto es superior al razonamiento luminoso del fruto. Estamos en esa tesitura antigua de lo racional frente a lo espiritual. Y en ella, se han confundido demasiados términos y conceptos.    

En muchas ocasiones, he esrito que hay poetas que, cuando leen belleza, eternidad, silencio, aurora o noche, señalan esos vocablos como antiguallas y palabrejas que poco tienen que decir en el discurso poético actual, sin detenerse en el diálogo que pudieran estar ofreciendo con textos universales. Ellos prefieren, por el contrario, utilizar otros términos que me permito omitir, por consabidos y que por ello se les cite en suplementos, bitácoras o tertulias como el ingenioso poeta de la actualidad. En resumen, a los escritores actuales tan solo les importan ellos mismos; la Literatura queda aneja a sus vidas, es algo circunstancial, no existe en sus consciencias. 

Entre unos y otros se encontrará la virtud, pienso. Aunque, de un tiempo a esta parte, puede que haya comenzado a creer con Jung que se hace necesario el gobierno del espíritu de la profundidad para que nos rescate del espíritu del tiempo. Si esa acción de la consciencia detona en el poeta la creación verbal con insinuaciones abisales y del espíritu nunca abarcadas, estaremos renovando el discurso de la razón luminosa del verbo. 

El lector debe mantenerse en su trópico sin inmutarse. Pues hay quien elogia la lectura de un libro insustancial y condena lo que considera fruto del sectarismo y de una falsa institución. En cualquier caso, estoy con Wiesenthal: 
"Me dolía en el alma comprobar que mis contemporáneos hablaban de Tolstoi como si fuese un rastro arqueológico perdido en la oscuridad de los siglos. [...] Me daba cuenta de que, en el escaparate del mundo materialista moderno, hay expertos en ensombrecer y ocultar. [...] Creo que los jóvenes del siglo XXI ya han tenido tiempo suficiente para descubrir la falacia de aquellos vendedores de plástico que querían sustitutir la literatura por juegos de palabras y pretendían transmutar los valores a base de devaluaciones. [...] La paideia antigua, al valorar a los clásicos, influyó decisivamente en la formación de lo jóvenes europeos, conviertiéndonos en hombres de carácter; más preocupados por la autoridad moral y el destino de nuestra cultura que por las modas y las experiencias oportunistas del mercado del arte contemporáneo. Afortunadamente teníamos a los viejos maestros para darnos cuenta de la exigencia de formación, paciencia y trabajo que reclama el oficio intelectual.[...]".  

Me pregunto, como joven del siglo XXI, ¿dónde han quedado los maestros sino en la antigüedad; quién la autoridad moral más allá de los escritores antiguos?

Concluyo estas líneas escritas en la madrugada, con la voz de mi querido Wiesenthal, siempre tan incisivo y contundente: 

"Hemos creado un mundo capaz de globalizar una enorme riqueza material, pero somos incapaces de globalizar la infinita riqueza moral y espiritual que tenemos en nuestra ciencia y en nuestra cultura". 
        

lunes, 11 de febrero de 2013

ACABO de terminar de escuchar a Monteverdi en honor a Eugenio Trías. Murió un filósofo, escritor y melómano cuya palabra expandió los límites del ser. Sit tibi terra levis

domingo, 10 de febrero de 2013

DESDE su étimo, "confesar" significa admitir alguna cuestión frente a otros, es decir, hacer pública la palabra que testimonia alguna acción individual. Pienso en ello cuando comienzo a escribir en este diario, en la fría mañana de invierno de dos mil trece, cuando E. y M.C. duermen todavía y la casa parece recogida en su melancólica presencia, los libros no están aún entonando la armonía de sus páginas y la luz, la lábil luz que amanece, comienza apenas a penetrar entre las rendijas de los ventanales. Esa luz entra cadenciosamenente; primero arropando a un objeto; luego expandiendo su cuerpo por entre las baldosas del suelo. Allí comienza a restallar una luminosidad que me despabila de esta ensoñación. Es entonces cuando comienzo a confesar una verdad, mi verdad, sobre la vida. 

La vida para un hombre es su vida. Entre la universalidad y la individualidad se dirime su propia consciencia. Es una continua contraposición de perspectivas: esto o lo uno, mi o el tiempo. Mi, el, este, Lo, yo, el hombre mismo. Quizás, el escritor que encuentra la tonalidad en la que se conjugan las dos dimensiones del individuo es el que completa con su canto o con su palabra la confesión más plena y verdadera. Esa confesión no debería decirnos únicamente lo que hay del escritor de marras en concreto, sino lo que hubiera de cualquier mortal que se acercara al tema en cuestión. El escritor o el poeta tienen la responsabilidad ética-estética de no decir de cualquier modo, no vejar al verbo con cualquier expresión, sino lustrarlo, renovarlo, nombrar con la creación misma y profunda. Lo uno y lo individual, lo finito frente a lo infinito, lo decible y lo inefable.


He distinguido entre palabra y canto. La primera le pertenece al escritor. Al que mantiene su constante manía de escribir a diario: novelas, nivolas, diarios, narraciones varias. Algunas de estas creaciones pudieran acercarse al canto, que es la poesía. El canto es un sucedáneo intermedio entre la palabra y la música, una armonización del verbo y de la música. No puede someterse a ningún método, no hay en él visibles arquitecturas que puedan imitarse sin más, sin caer en ridículos, pero, cuando nombra desde el centro indudable, logra lo que nunca logrará la palabra del escritor. El canto es polifónico, la palabra monódica. 

Por tanto, hoy, en esta mañana de confesiones a la luz del sur, podría llegar a la convicción de que el individuo es monódico y que el ser es polifónico. Palabra y canto. A cada uno, su expresión, su creación: palabra y canto. 



   
 

sábado, 9 de febrero de 2013

ESTE diario es, cada vez más, un piélago de escritos diversos. Quizás esto mismo debiera ser la esencia de la escritura que solo se persigue a ella misma. De la escritura que trata de figurar la silueta del ser de un individuo que las impulsa al espacio en blanco. Textos independientes que, si se unieran en algún momento, solo dejarían la huella y el rastro de un individuo inquieto, explorador del centro indudable. Nada más y basta con ello, pienso.

El ejercicio mismo de la escritura es una posición estética (idea que trajimos ayer al diario) en la que se destruye más de lo que se edifica. 

Hoy, por ejemplo, comencé a escribr en el cuaderno de marrón unas notas que escribían la lectura de Jung. Dicen esas líneas (palimpsesto, intertexto): "El camino de lo venidero arranca cuando se impone el espíritu de la profundidad sobre el espíritu del tiempo". "Esto sucede a través de símbolos y de visiones", proseguía:

VISIÓN ---------------------Fundamentos: Imagen, Metonimia, Metáfora (tropos y figuras retóricas).


SÍMBOLO -----------------de una realidad velada: la realidad del ser. Esencia del centro indudable.

La poesía concilia estos mundos paralelos, opuestos, complementarios.

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Como el alquimista parte de la materia y en ella opera con la sabiduría inefable, así el poeta.

viernes, 8 de febrero de 2013

QUIEN mejor nos conoce debería no conocernos de nada. Ser un misterio estético para todos, un ser cifrado en lo imprevisible, que se acoge a las fórmulas estéticas. Ser un ser estético colmado de ensueños. Todos los yoes que deambulan por el mundo son creaciones: la esencia es silenciosa e invisible. 

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Es inefable la descripción de nuestro ser individual.  

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Me encuentro en el punto en que ya no sé qué es el tiempo, ya no sé más que vivir en el sueño,  en el laberinto profundo de un sueño.


jueves, 7 de febrero de 2013

LA poesía concilia los opuestos. Diluye el tiempo de lo contemporáneo en el tiempo de lo imperecedero.

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El poeta termina, irrevocablemente, renunciando al mundo y a la palabra. 

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Toda la obra como una glosa de una palabra quimérica. Toda la obra una glosa de otra palabra originaria que jamás fue escrita. 




EL símbolo es a la poesía como la idea a la palabra. 

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"EL paso a lo trascendente se produce cuando las facultades humanas -inteligencia, voluntad, amor humano- tropiezan con un límite, y el ser humano permanece en ese umbral, más allá del cual no puede dar un paso, y esto sin apartarse , sin saber lo que desea y tenso en la espera", escribe Simone Weil.

Asiento, asiento con la cabeza tras su lectura en este día aciago. Un día cargado de imposibilidades y demasiadas inquietudes que han acabado en nada. Leo a Simone despacio, con lentitud con el libro de Jung a su lado y cragado de misterios y esperanzas. 

*** 

Poseo una imaginación poco dada a la fantasía. La fuerza de mi imaginación contempla la realidad y desde ella arranca hasta parajes y alamedas del espíritu. Quizás la imaginación sucumba ante lo contemplado hasta convertirlo en símbolo. Armonía y Naturaleza son sus estaciones.

*** 
Lectura de Jung. Notas de la lectura de El libro rojo

1. El camino de lo venidero.
2. Imágenes de lo errante.
3. Reencuentro.
4. Símbolo
5. Origen.
6. Dios.
7. Visiones...
8. Espíritu de la profunidad. pasaje crucial del libro; para el ser.
9. Desierto: símbolo del "en sí mismo" que reverdece y renueva.
10. Despertar. 

El camino de lo venidero se anuncia cuando se impone el espíritu de la profundidad. este espíritu se manifiestacon visiones y  a través de símbolos. el suprasentido es lo distinto al espiritu de este tiempo. 

El espíritu de la profundidad tensiona a que el receptor actúe con acciones y actitudes que llevan la revelación a ser asumida y comprendida.
 
 


martes, 5 de febrero de 2013

ES quizás el ruido del mundo que vive por de dentro. 

La vida pasa por el alma, pero, para ese ascenso, el hombre debe hundirse primero en su origen. 

Esta acción soporta un ascenso a la soledad plena.

C.G.Jung anuncia en su desconcertante y maravilloso Libro rojo que no es el yo el que sustancia el alma sino que es el alma la que sustancia al yo. Por eso, cuando el anhelo de ser se repliega sobre uno mismo  puede convocarse el encuentro con el alma misma: ahí sucede un cataclismo para el individuo. 

La poesía hace comprensible lo no comprensible. 


El propio Jung lo advirtió, "quien mira desde lo interior sabe que todo es nuevo". Así, para poder mirar desde el interior debe uno conducir toda su consciencia a lo interno, al silencio sonoro, en la soledad amena y ser allí sin ser nada. 

lunes, 4 de febrero de 2013

¿NO será escribir una errata para el ser?

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Cualquier cosa nombrada pertenece al límite en que puede actuar la palabra, es decir, la consciencia humana, pero ¿qué sucede con lo meramente intuido e inefable, cuál es su naturaleza a qué consciencia pertenece?

domingo, 3 de febrero de 2013

NO he podido dormir esta madrugada. Estaba en la hora más silenciosa de mi noche y me hacía una pregunta después de todo, ¿debo escribir?. El insomnio reflejaba la inquietud del espíritu. Ideas contrapuestas, el intento de ahondar en las certezas para desmontarlas y la necesidad de alimentar el cuerpo con la soledad de la noche. Tenía por delante el poema que voy pergeñando desde hace unos días en el cuaderno de marrón Actos de templanza. El poema ha ido tomando demasiado cuerpo: ecos de Petrarca, ángulos de J.R.J., minucias y miserias sobre todo, ritmo fallido, música inexistente. Mediocridad. 

Cuando desistía ya del cerco de la noche, tomé el Diccionario de Ramón Andrés para comprobar si el autor había añadido alguna información relevante sobre Er. El relato de este guerrero armenio aparece, nada más y nada menos, que al final de la República, de Platón y siempre lo he tenido como una clave misteriosa, ininterpretable para mi corta consciencia. Er viaja al Cielo, por sus fisuras, después de abandoanr su cuerpo y es allí donde escucha la armonía de las esferas. Sin embargo, el acto que más me conmociona es la desvinculación entre el alma y el cuerpo del guerrero. Deja su cuerpo para ser pleno, deja de ser para ser esencia. 

Er se eleva a las esferas despojado de su cuerpo, únicamente siendo alma; pero Er regresa, como Orfeo, ha explorado el mundo velado, como Tántalo, para contar lo que ha visto. He aquí la paradoja a la que sucumbo. 


No podemos olvidar que, en esa visión del cosmos que abriga Er, describe el trabajo de las Moiras o Parcas, aun estando estas escondidas a los ojos, aun existiendo en el haz de luz del cosmos. Láquesis, Cloto y Átropos, esto es, los pasados, los presentes y los futuros: pluralidades del alma.  Sea como fuere, es la música el sustento enigmático que ordena nuestro destino, la música que también reside, cuando estamos delante de una verdad, en lo poético. 

Es el relato de un viaje vertical, interior, al mundo que acogemos dentro de cada uno y que está velado a los ojos y a la inmediata visión. Ese mundo nos acoge perennemente y es en él donde somos realmente lo que no podemos ser aquí: esa experiencia solo puede comunicarse mediante la creación artística. Son plurales pasados, plurales presentes y plurales futuros conjugados con el acorde que transgrede los límites primeros y eventuales. 


No puede ser la insufiencia una queja, antes al contario, la felicidad de saberse imposible para esa tarea. El mismo Rilke denunciaba las quejas de los poetas que no conducen más que a la triste vanidad. Decía en unos versos, que proceden de Réquiem por un poeta,  que el poeta tenía la naturalea y la necesidad:

de transformarse, duros, en palabras
como el cantero de una catedral
se transforma en la calma de la piedra...  


A esa calma la llamo "consciencia" y la consciencia es el estado pleno del ser en el cosmos. Quizás en ese estado es cuando se escucha la armonía de las esferas, el telar de las Moiras, nuestros pasos transformándose y cuando nos vemos, a lo lejos, a nosotros mismos ajenos con el cuerpo muerto sobre la pira de los versos. Al seguir vivos y reencontrarnos, al seguir siendo mortales, dudamos de todo.


Cuando uno escribe silencio y soledad está parafraseando lo que Rilke en Cartas a un joven poeta: "nadie puede aconsejarle ni ayudarle, nadie. Hay sólo un único medio. Entre en usted. Examine ese fundamento que usted llama escribir; ponga a prueba si extiende sus raíces hasta el lugar más profundo de su corazón; reconozca si se moriría usted si se le privara de escribir. Esto, sobre todo: pregúntese en la hora más silenciosa de su noche ¿debo escribir?". 

No he podido dormir esta madrugada. Estaba en la hora más silenciosa de mi noche y me hacía una pregunta después de todo...


      

sábado, 2 de febrero de 2013

«TIEMPO es el paso de nuestra conciencia por la eternidad», ... dice J.R.J. 

Esa acción produce en el poeta la crisis de su consciencia. Es el poeta el hombre demediado entre la eternidad que nombra y la finitud de su consciencia. Justamente, en esa fisura incognoscible, la mentira puede ser la verdad. En ese espacio surge un canto, desde un centro, cuya armonía descifra los ecos inefables.

***

Como no tengo el talento ni la inteligencia para decir con mis palabras el todo y la mentira, utilizo versos ajenos, aprendo muchísimo de los poetas, de los versos cristalinos que se dirigen a la consciencia y que fueron escritos, -ah, maravilla-, hace ya unos siglos y también hoy. Versos que se entienden como antiguos, como si ya no siguieran diciendo qué somos y qué nos sustancia. 

Por tanto, los versos de Petrarca son la forma poética del todo y la mentira; una forma más, claro. Es, además, el tema central de los poetas que han ido hurgando en el centro indudable, territorio que Petrarca nomina como "eternidad indivisible" (eternità raccolta e´ntera). Qué emoción me embarga en estos momentos de revelación; dicen los versos del poeta de Arezzo en su Triunfo de la eternidad

Lo que grava y oprime nuestro pecho:
"antes", "después", "ayer", "mañana" o "noche",
todo se esfumará como una sombra.

No existirán más "fue", "será", ni "era",
solo es "en presente", "ahora" y "hoy"
solo la "eternidad indivisible";

como si fuesen llanas las montañas
que la vista impedían, no sabréis
dónde apoyar recuerdos y esperanzas;

[...]

Podríamos estar dialogando sobre estos versos hasta la muerte y más allá, ¿no es cierto? Pues ellos pertenecen a esa corriente cristalina de auroras y noches ocultas. Sí, Heráclito, sí Parménides, sí, Platón...pero estos versos son cantos, salmodias, armonías musicales que razonan poéticamente.  

***

No puedo dejar de mencionar una relación de estos versos con J.R.J. En uno de los pasajes de la Alameda verde, -aquel axioma de la eternidad indivisible para el poeta de Leyenda-,  afirmaba:

«Mi alma corre, agua pura, entre una orilla de oro de recuerdo y otra dorada de esperanza». 

Estoy seguro de la lectura de J.R.J. de los versos de Petrarca que acabo de destacar, "donde apoyar recuerdos y esperanzas", y de la  interpretación que J.R.J. realizó de los mismos. 

Para que el canto del poeta llegue a permanecer, y es esa su ética-estética, la fuerza teleológica, debe conformarse con una ínfima consciencia de lo nombrado. San Agustín, en sus Confesiones, escribe: «En el fluir del tiempo hay algo que permanece: la atención de una conciencia que se extiende hacia el pasado, por la memoria; y hacia el futuro, por la expectación». 

***


Lo mismo, los mimso, ...la poesía verdadre ae siempre la misma y distinta, voz natural y diversa, pura y compleja, real y reflectante. Estación perenne, encuentro momentáneo, revelación de la poesía. Sigo con J.R.J., con unas palabras que encabezan el capítulo VI de Ideolojía

«Lo permanente nos mira sólo con el alma de lo sucesivo que ha pasado por su cuerpo».


***


No debemos olvidar la ética-estética, verdadera matriz del origen de la naturaleza del poeta. De la confluencia y armonía de estos términos en la vida y obra del poeta depende la verdad, es decir, el todo, de su Obra, que es su Vida:

«El deber del poeta es vijilar con su conciencia de hombre su divinidad inconciente, así el drama del poeta es que tiene que descifrar el secreto hermoso del mundo cantando».
Yo me quisiera detener
en cada cosa bella,
hasta morir con ella;
...y con ella, en lo eterno, renacer.

J.R.J., 1911, "Los cuadernos" 2, Unidad.

viernes, 1 de febrero de 2013

PASO la mañana leyendo a Petrarca. Estoy, con su palabra, presintiendo el centro. Leo Triumphi. Releo Triumphi. Vuelvo a leerlos. Su música, la palabra establecida en una verdad sonora, materia de la razón poética, me conduce a un estado de ensimismamiento. Petrarca es un poeta en el pleno sentido del término, poeta esencial que se encauzó por todas los posibles cantos de la poesía. Moderno y antiguo, perenne voz en la amalgama contemporánea de ralas poesías. 

Una poesía que brota de fuente limpia y serena, proveniente del huerto deseado de la razón poética. Ella desvela lo que somos en plenitud, desvela lo que presentimos y apenas intuimos. Ellla recoge lo velado a lo ojos, pero no al espíritu:

Ma ben veggio che ´l mondo m´à schernito,
e sento quel ch´i´ sono e quel c´i´fui
[...]

 De fondo suena Monteverdi, Zefiro torna e di soavi accenti.  

né "fia", né "fu", né "mai", né "inanzi" o "´ndietro",
chú mana vita fanno varia e ´nferma!