jueves, 25 de octubre de 2018

Apóstrofes del tiempo, confines de la luz.

De todo lo que sucede nada es realidad en ninguna parte.
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La verdad solo puede decirse sin artificios.
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Solo permaneces en el recuerdo de tu consciencia.
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Parece que das límite
y suicidio al mundo.

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"La influencia anestésica de la costumbre", nos advierte mi admirado Marcel Proust en su prosa de arabescos y confines.
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Paradojas de lo contemporáneo: una sociedad que ruge contra su lengua y su mundo de significados y sentidos pero que no lee más allá de lo efímero y vacuo. Entre tanto, la ignorancia y la estulticia como himnos.
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Levedad y razón luminosa, perfil secreto de la invisible huella que habitamos.
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Toda memoria fecunda el devenir del tiempo.
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En el ambiente literario, en sus aledaños, en los alrededores y cercos, si no cantas el himno de la carroña, lanzas adjetivos de vanagloria, mencionas el santoral, ensalzas el común gusto e ideario, desapareces, te hacen invisible. Maravillas de buscar el centro indudable.
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Cuando se abandona el cultivo de la consciencia y del espíritu humanista por la mercadería inmediata de productos eventuales y perecederos hay riesgo de desustanciación de la identidad individual y colectiva.
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La mansedumbre y el centro respirable, en una sola luz, en haz y envés de lo que somos.
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Toda levedad soporta el tangible sueño de la muerte.
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Cuando suena la claridad y el armónico sostenido de la belleza...
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Con Leopardi, en su poesía, parecen conciliarse la música del ser con la cadencia de la lengua articulada.
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La eternidad cabe en el confín de tu consciencia.
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No somos más que apóstrofres del tiempo.
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Toda noche posee su confín de luz.


domingo, 9 de septiembre de 2018

A vueltas con la eternidad.

RELEO un texto de Shopenhauer y de inmediato me voy a la estantería para rescatar Historia de la eternidad de Borges. Recuerdo el subrayado a la perfección: "Los individuos y las cosas existen en cuanto participan de la especie que los incluye, que es su realidad permanente". 
Claro está que en este aserto de Borges puede uno colegir toda una corriente de pensamiento universal en que confluyen  el I Ching con Parménides, el Tao Te King con Platón e incluso los textos de índole religioso de toda cultura. Sin embargo, la afirmación es un territorio idóneo para adentrarse en una reflexión sobre el ordinario suceder la realidad. En ese desencuentro entre lo que somos y lo que pensamos que vamos siendo. Uno es siempre todavía.   

El automatismo del diario, como individuo, no es cosa nueva, ni siquiera la exasperante incapacidad por frenar lo que sucede a nuestro alrededor. Todo conato de levantarse contra el devenir de alcoba, provoca una frustración eterna, un Sísifo permanente en cada uno de nosotros. 

El tiempo, la impronta del tiempo que poseemos, parece tener adherida la sustancia de sucesión. Y todo es sucesivo aparentemente hasta que un día, una noche luminosa, aparecen los destellos de una realidad y un jardín de senderos que se bifurcan: es la consciencia luminosa y con ella la gracia de saberse eterno para siempre mientras dura la eternidad.

En ese tránsito, en el ínterin, nos acompañan individuos con los que encontramos esa materia de eternidad para compartirla. Puede que ser hombre es hallar al prójimo que sucede en armonía con uno mismo.  



domingo, 2 de septiembre de 2018

Nuestra música de Fauno, libros. Paso del sur en la memoria.

Selecciono los libros que voy a llevar conmigo a mi nuevo espacio de trabajo. Esto mismo es un ritual cada vez que me traslado de ubicación en el trabajo o en la propia casa. Necesito establecer un hábitat, un entorno de autores que funcionen a modo de corifeo griego. Imagino sus voces, sus ideas, recuerdo párrafos, pasajes, igualmente momentos en que leí el volumen. Son, estos libros, una suerte de equipaje de vida que me acompaña a cada paso para que mi huella siga estando bien enterrada en las raíces y el origen. 
El primero de todos será Dante y muy cerquita vendrá Boecio. Los dos, con el tiempo, han ido mermando en mi memoria hasta trastocarla toda y revolverla como método y forma de vida. palabra luminosa, poética, de silbo único y afán verdadero. Los dos estarán rodeados por la edición con tapas naranjas con textos presocráticos. 
Valle-Inclán junto a Cervantes, haz y envés de la lengua española, uso y sentido en su más alta expresión. Quevedo para cuando sienta la trascendencia de alcoba; Leopardi siempre, siempre porque además las lomas y las vides contornan el espacio visual. 
Hesse, lecturas para minutos, encima de la mesa, junto a la ordinaria e insulsa mesa de trabajo. y algunos más, por añadidura, que irá tomando sitio en la balda correspondiente. Puede que algo de J.R.J. y de Proust vengan conmigo mañana. 

Pasan los días y la remembranza de la vida es cada vez mayor; muy pocas cosas van resguardando la importancia de entonces. Como un imperio, como el territorio que va decayendo y fragmentándose, así la vida y sus memoria. Como decía Borges nuestro recuerdo es la última imagen de la realidad que tuvimos no el hecho en sí ni la cosa misma. Incluso esas imágenes de entonces van difuminándose, como fantasmagorías en cadena, para transformarse en devenir. 

Aun en ese tránsito, en esa espera, los libros siempre percuten nuestra silueta, nuestra sombra y dictan, con el sentido oculto de lo bello y verdadero, la tonalidad adecuada de nuestra música de fauno.   



  

jueves, 16 de agosto de 2018

Mundo sucesivo o mundo coexistente.

EL singular incluye los plurales. Para los humanos, la categoría es espacio de anécdotas. El tiempo mortal es un sucedáneo del Tiempo. Y ahora que releo a Anaximandro y a Teofrasto. Lo infinito no tiene principio, ni límites espaciales; no proviene de una causa concreta o de un un punto en algo. 
Es y basta; sucede y acontece en coexistencia y sucesión.
Tomado todo esto en una lectura sosegada, cargada de subrayados, reflexiones, vueltas a los mismos párrafos retomo la poesía. Eliot y Dante, de ese círculo no salgo desde hace tiempo, tan solo a Virgilio le concedo ciertos encuentros. Alguna vez a Rilke y a Thomas Mann. Leopardi es el crepúsculo mismo y cada vez más Boecio se ensalza como una encrucijada total y volcánica para entenderlo todo.
Notas, vida, naturaleza, música. todo aunado en un cuaderno que prosigue su curso más allá de quien lo escribe, de ese que jalona las palabras diáfanas y naturales como magnolias.

sábado, 11 de agosto de 2018

Hemingway pasea el gato bajo la lluvia en París mientras suena el sur atlántico.

En la plenitud todo es un olvido de sí, un suceder alterno. Acontece lo que somos en la otredad y nos llega un reflejo, acaso una idea furtiva de ese acontecer ya solo en la memoria.

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Con Proust la prosa adquiere esa pertenencia inequívoca al discurso narrativo. Es madrugada y todo me conduce a París; allí sentado en un café leo "Gato bajo la lluvia" de Hemingway. Cansados de buscar a la Maga todo el día decidimos fumar Gauloises y mirarnos hasta la locura.

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El viento entre las ramas entonaba un silbo incógnito. Música que guía al corazón que decide la rama y la raíz. Origen y búsqueda. Oscuridad, tierra; delirio y camino.


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Merodeando Faro Camarinal, a pesar del incendio cercano. Paseo por el sur atlántico. Vuelta a la orilla. El atardecer, la mar rabiosa de levante, el cielo oliváceo y fértil de grises: todos los misterios frente a los ojos.

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Una biblioteca, la casa, los volúmenes rodeando todos los ambientes; libros leídos, libros ensoñados, libros nunca abiertos. Libros y vida, la biblioteca como un territorio y una dilatación del ser.

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En la calima incipiente nada como la prosa de Juan Rulfo. El remate es Faulkner, a toda luz, desvencijando los rudimentos de la narrrativa. Y algún cuento, parisino, de Hemigway para el café.

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Todo deseo, todo pensamiento de anhelo es la fricción en la consciencia entre el ser y el estar.

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En la propia existencia humana sucede la alienación del individuo en sombra, en nada. Cabe el espíritu, la idea, la razón luminosa, la palabra, la música, el amor para edificar una identidad aunque fugitiva ética en su paso por la tierra. Armonía y verdad.


martes, 17 de julio de 2018

Dice que solo dijo que "si fuera"

SUENA, como de costumbre en época estival, Chopin. Siempre me pareció un prodigio para los humanos poder escuchar la música de este compositor. F., aquí a mi lado, pachucho de vientre y atento al piano, escucha, por momentos, el compás del Nocturne in B-flat minor Op. 9 No. 1.

En la mesa he amontonado un puñado de libros escogidos al azar en ese juego de selección azarosa y fortuita que tanto me agrada. Apollinaire, una antología de Lírica española de tipo popular, Lecturas para minutos de Hesse, Alicia a través del espejo y los Cuadernos de Valéry. Siempre sucede un cedazo en la literatura que vincula los libros aun sin que ellos hayan surgido con ese propósito.

"-Dice que solo dijo que "si fuera"...afirma una de las reinas rojas que se encuentran con Alicia.

Ese aserto bien guarda toda una teoría de la realidad y la ficción; en ella misma, en su construcción, la literatura se autoafirma para desvencijarse toda.
Cuando acabo de leer este pasaje, -y mientras F. observa los dibujos de las dos reinas que rodean a Alicia-, leo en Herman Hesse:

" El sentido y la esencia no están detrás de las cosas, están en ellas, en cada cosa".

Y, entre Alicia y Hesse, trato de edificar una suerte de entendimiento de la realidad circundante. La realidad como lo primario, como quería Aristóteles, pero igualmente como el misterio más cercano de esa esencia. En uno de los poemas a Lou, en el XXXVI, escribe Apollinaire los siguientes versos:

"esta mente que dono
a tu gracias, oh demonio,
oh pura desnudez
de la CLARIDAD
del pálido verano"

La poesía de Apollinaire, en estos giros de calado lírico, me conducen a los trancos musicales de Chopin, también de Satie, por no faltar a la verdad. Los leo de nuevo, sobrecogido ya por los nuevos Nocturnos que siguen sonando en la casa. Casa que solo habitamos F. yo como dos ermitaños sonámbulos y peregrinos de no sabemos qué ciencia.

Y, por último, la lírica antigua. Y el sur atlántico de mi infancia que detona en el recuerdo el fraseo y la cadencia del paso de la edad. Ora meditativo ora en estado de melancolía, leo los versos de Gil Vicente con F. entre los brazos:

"Soledad tengo de ti,
¡oh, tierras donde nací!

sábado, 14 de julio de 2018

Una década de Trópico de la Mancha. Aristeia y areté en una sola voz.

DIEZ años, una década, de vida y escritura. Comencé a escribir este diario hace exactamente diez años. Todo comenzó tras una charla sobre libros y literatura que principió este ejercicio que ha terminado por formar parte de mi vida. Podría decirse que desde entonces he leído todo lo que he escrito y que he escrito todo lo que he leído. Vivir, leer, escribir terminaron por confundirse en una sola acción de cuerpo y mente, en una sola figura del que hoy solo testimonia los pasos de otro que fui o que quizás imagino ser. 

He mantenido el sesgo, la ética, la razón, el ideario originario de todo como un cofre secreto que solo la palabra puede resguardar. De este diario han salido sucedáneos y reconvertidos a otros géneros literarios. Poesía, sentencias, aforismos, libros independientes. Cada uno de ellos nunca escritos con el fin de crear un libro, jamás con el convencimiento de que necesitaran salir de este Trópico para adquirir carta de naturaleza de otro tipo.

Toda palabra que puede leerse en este diario surge de un mismo convencimiento que transgrede la vida y lo que entendemos como tiempo. En la consciencia existe el diáfano y solícito estremecer de finitud y esa presencia de lo finito, de que somos mortales, ha establecido un principio de acción en la palabra y la idea. Pero la idea de la muerte necesita de una danza para convivir con ella, en mi caso ha sido la palabra nutricia. 

No ha sido una moda de una época ni una pericia eventual del que escribe. Este espacio ha funcionado a modo de espejo en el camino, como quería Stendhal, pero de espejo cóncavo, natural, invisible, filtrado por el cedazo de la ficción, de la literatura, de lo que Carlos Fuentes llamaba "el territorio de la Mancha". Recuerdo que, en una breve conversación con el difunto Francisco Ayala, en Santander, me preguntó si escribía. Le dije que sí, que trataba de hacerlo, pero que no estaba seguro de qué escribía, si diario o novela o diarivela. Reía el ya avejentado Ayala, pero me dijo, mirándome con sus ojos vivos y menudos, oscuros ya como la muerte, "déjelo todo y lea. Déjelo todo".

Aquellas palabras las he mantenido en la memoria tan vivas como ahora; sin duda, zarandearon por aquel entonces toda ilusión y toda entrega a escribir. Con el tiempo, me he dado cuenta de que no hablaba Francisco Ayala sino que era ya la literatura misma en aquel cuerpo recoleto y entumecido la que parecía encarnarse, pues no hace otra cosa la poesía sino que conducirte al silencio torcal y nutricio, de música en el serrallo y aritmética de valentía.

Nuestros maestros clásicos nos enseñaban que el combate (la aristeia) es el fundamento de todo. Areté (valor, virtud) y aristeia (combate individual) tienen la misma raíz y cuando eso se lleva a la vida misma se producen encuentros y desencuentros, armonías y disarmonías con las que hay que convivir. El silencio y la soledad solventan esas vicisitudes y te devuelven al lugar originario, que siempre es búsqueda y razón. 

  

  

domingo, 1 de julio de 2018

El lenguaje desconocido de la memoria.

AGARRO el volumen de Valèry que he tenido que colocar en la parte más alta de las baldas porque F. siempre quiere cogerlo para dibujar en él, abrirlo, -como una naranja en gajos-, o ponerlo debajo de sus pies para subirse al sofá. Como conozco ya sus intenciones, lo dejo junto a la obra de Virgilio, arriba, en la cima del parnaso de alcoba. 
Con el lápiz en la mano, abro el libro por cualquiera de sus páginas. Sea cual sea el pasaje, leer a Valéry es siempre un estímulo hercúleo, un zarandeo, una suerte de encrucijada en la que la consciencia, gracias a la lectura, se transforma y renueva. Leo lo siguiente:

"No hay que olvidar que las sensaciones no sirven sino a través de la memoria. Sensaciones sin recuerdo solo son un lenguaje desconocido".  

Más adelante, termina con afirmando lo siguiente:

"Es la memoria lo que hace del hombre una entidad. Sin ella solo tenemos transformaciones aisladas". 

En efecto, la memoria es el hilo de Ariadna que edifica a los individuos. Es la suma y la resta, pero también la selección. Y en la memoria funciona tanto lo vivido como lo leído, tanto lo supuestamente indicativo como lo subjuntivo. Lo que se entendía en la novela total como el Realismo en su más eficiente y plural concepción: todo lo que sucede, hubiera sucedido o sucería si...la realidad como un arsenal de posibilidades que se aúnan a lo que parece suceder en lo cotidiano. 

En este trasiego del tiempo la memoria es capital para establecer la identidad de un individuo. En los ritos chamánicos o de iniciación, como enseña la antropología cultural, el individuo debe perder la consciencia propia para poder llegar a ser y entender lo venidero. Desprenderse de sí es una secuencia que desemboca en las dimensiones de la memoria individual. 

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Tornasolados, los cuerpos verdes y erguidos tratan de sostener la flor ya desposeída del sueño de la luz. Cómo Ícaro han dejado de batir sus alas, oro bruñido al sol, y queda aletargado el tamaño de su recuerdo sobre las lomas.


***

Ahora, en la madrugada, la prosa de Proust se transforma en un salmo de cítara celeste.








jueves, 7 de junio de 2018

El incógnito ser de las cosas. Poemas, decires, ideas del momento.

La filosofía antigua establecía una dicotomía para el devenir de los días: el curso aparente de las cosas y el incógnito ser de las cosas. Dirimir entre una y otra naturaleza es ya un acto de la consciencia porque el fluir de la apariencia y de las sombras es demasiado poderoso.

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Leer es una acción personal, interna, poderosa, que impone además el concierto finito de nuestra condición en cada página. Sucede a diario, en la alcoba íntima de cada uno y es ya una celebración. El que lee como vida celebra la luz primera, el magma y origen. Acción sin tiempo.
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En el mundo antiguo, lo "natural", en sí, por sí, era bello y verdadero. Origen y principio, razón y misterio. Cuánta falta de "naturalidad" en la literatura.

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Para llegar a ser debes ser nada.
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Permanecer sin pies en el camino de la existencia mas con la luz transparente del corazón.
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Nutricio el sol que alumbra en la mañana
con la luz natural, sin artificiosni trampas a los ojos ni a la vida;con esta luz torcal y transparentedesnudos se suceden los trigales[...]


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El pájaro frugal
saltando de la rama,
la luz en la figura
del árbol y sus mares,
el viento, la canción,
mariposa en el aire,
lo que podrás contar de tu todo
es el efímero suceso de tu nada.
Todo, en sí, en su nada
no es más que rumor
y secreto confín
de la corta edad
del paso de la tarde
[...]


***
Cárdeno hasta el confín
donde tus ojos pierden
la razón y el dominio
de tu ser sucedido.
[...]



***
La copa tan callada
del árbol de la noche,
los astros, las figuras
calladas y danzantes;
el traslúcido cuerpo
cómo un río infinito,
un hombre, la concordia
[...]



***
Es decir, a la marginalidad de las modas y de las capillas literarias. La literatura, especular en la vida del hombre.


***

[...]

***

En los diarios literarios los silencios son espacios de verdad.

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Leyendo a Conan Doyle, en la madrugada, he vuelto al tiempo en que leer era una celebración y un regocijo de vida.
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«Vir bonus dicendi peritus». Releyendo a Cicerón. La bondad como una virtud y condición tanto en la palabra como en los hechos.
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Salir del tiempo, de lo eventual en el arte, también alejarse de los que no leen y buscan vanagloria. Cuidado con los que copian por falta de ingenio y paz a los que no se ven pero labran el espíritu como sarmiento a la luz sin revoque.
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La necesidad de expresar y comunicar es connatural con nuestra condición; crear es otra órbita, dimensión, acaso nodo de vida. Cuando alguien que solo expresa fuerza la creación y pública libros hace un itinerario de autoayuda y levantamiento de ego. Nunca lo bello fue banal.
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El trigo, rubio sobre el campo, derramado en las lomas como luz o fuego de la tierra, contiene el salmo sonoro del tiempo en fuga.
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En cada una de tus palabras y de tus acciones edificas un tú. Ese otro llega a ser más vivo en público que tu propio yo. La distancia entre uno y otro, de tu doblez, es el silencio bello o la condena a saberse un trasunto perpetuo y cambiante.
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Al poeta le alcanza el tiempo de la armonización cuando dirime entre estar solo en el mundo y ser solo un mundo propio. Eso sucede desde el comienzo de la poesía y en el propio poeta desde púber. Es un arraigo y un desiderio involuntario. Va con el ser y transparencia ética.
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Mantenerse en el principio ético del centro, inamovible, sin acudir al viento de la egolatría, conduce a las circunferencias y armonías de la razón luminosa.
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Cuando todo es ya levedad en la memoria en el azul de tu consciencia suena una música de oro y de transparencias.
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La mayor disarmonía ética está en la falsedad. El desencuentro entre lo que uno es y lo que hace de cara a los demás viene provocado por la ausencia de silencios verdaderos y de la soledad nutricia y plural. Decir, hacer y vivir en armonía es un diálogo de vida y una entrega.
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Solo nos queda el dulce trasiego de la consciencia limpia en lo que somos.
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La leve transparencia del ser es un don y un conjuro del origen. Su rastro no es rastro, es luz. Los nombres no dicen nada ella solo la invocan. Nada somos sin la transparencia pero somos todo en ella.




martes, 5 de junio de 2018

martes, 24 de abril de 2018

Erlkoing de Schubert en un cuaderno de primavera. No hallarás los límites del alma, no importa la dirección que sigas, tan profunda es su razón".

ME regalan un cuaderno en blanco para poder escribir. El cuaderno posee motivos de Schubert: notas musicales, partituras relativas a los lieders, en especial, a Erlkoing. Sin embargo, este cuaderno me lleva a las horas de interpretación de "El pastor en la roca", el lied Der Hirt auf dem Felsen, D.965 de hace ya más de una década. 
El texto, la propia composición de la obra, los ensayos me llevaron a unos meses de relación profunda con los lieder y con la música de Schubert. La propia introducción del piano en seis compases es una declaración estético-musical de calado en el mundo de la música de cámara; con esta obra fue cuando comencé a escuchar enfervorizadamente.
El clarinete me había servido para introducirme en el mundo mozartinao por completo, tras la sumisión a la obra de Mozart comencé a explorar nuevos territorios musicales. Uno de ellos fue el de Schubert, luego, a medida que iba dejando de tocar tantas horas, comencé a escuchar y a interpretar a Beethoven.     

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recuerdo, a todo esto, a Heráclito y a Parménides. Afirmaba Heráclito de una forma parmenídea: "No hallarás los límites del alma, no importa la dirección que sigas, tan profunda es su razón".

La razón profunda de la fuerza que nos mueve interiormente y que coincide en literatura con las razones luminosas. En ese tranco del espíritu, abominable y desafiante, se vuelvan los pasos de la poesía de luz, de sosiego y rugido. 



lunes, 16 de abril de 2018

Toda armonía es un eco coral del universo.

LA tarde aparecía desnuda. Gris en sus senos, taciturna en el aire que la envolvía. Nos desplazamos al río de la ciudad y desde allí, con E. y F., comenzamos a fijarnos en las aguas que venían raudas por su cauce. Corría el agua como la vida, más aún, como un recuerdo sin figura.
Todo era una delicada observación: F. con sus ojillos revueltos lo anunciaba todo, E. ya conoce el primor de los nombres. Mientras, nosotros en espera de todo, contemplando sus cuerpos y sus días con la emoción contenida de la infinitud.

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La leve transparencia del ser es un don y un conjuro del origen. Su rastro no es rastro, es luz. Los nombres no dicen nada ella solo la invocan. Nada somos sin la transparencia pero somos todo en ella.
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La cultura y el conocimiento de la misma conducen por sí mismos a la innovación y la modernidad en enseñanza. Todo cambalache del fundamento cultural y artístico es una impostura que atiende a otros criterios de mercado o de egolatría.
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Me apena la muerte del escritor Sergio Pitol,-a quien llegué con Vila-Matas y me llevó a Thomas Mann-, con él recorrí el tañido de una flauta, bailé con Mefisto en lo metaliterario y pude advertir la línea de sombra que toda obra contiene hacia la verdad.
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Me alegra que la contemplación siga siendo un espacio de vida compartido.
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Toda armonía es un eco coral del universo.
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La realidad sucede a pesar de su imposibilidad.




lunes, 2 de abril de 2018

Viaje al parnaso con Cervantes; café de ronda con Hemingway

COMO bien indican los editores de Viaje al parnaso y poesías sueltas (Espasa-Círculo de LectoresReal Academia Española, 2016),  José Montero Reguera y Fernando Romo Feito, el Viaje es una miscelánea del gusto cervantino, pues encierra en sus páginas una escritura en verso que lo relaciona con la poesía cuando estamos ante un texto narrativo, salpicado de rasgos autobiográficos, con burlas y sátiras entremezcladas, con el encomio y la ironía a flor de piel, y coronado por una "adjunta" escrita, nada más y nada menos, que en prosa. 
No podemos olvidar que fue escrita en 1614, rayano los setenta años en un hombre ya avejentado de cuerpo pero muy vivo de espíritu. En definitiva, estamos ante un texto en que un yo poemático revoluciona las relaciones entre vida y ficción mediante las continuas reflexiones metaliterarias y biográficas hasta hacer de su vida una memoria de ficción. 
La continua reflexión sobre el ejercicio de escribir conduce a Cervantes a transgredir las convenciones propias de los géneros por aquel entonces. Más aún, esta panoplia de recursos naturales en el autor desde antiguo han provocado la diversidad de acercamientos hacia esta obra que estamos hoy leyendo en esta mañana de primavera. 
Cervantes me lleva a Viaggio di Parnasso de Cesare Caporali. En una muestra más de imitatio creativa y fascinante, Cervantes despliega su verso y su ingenio en cada uno de los pasajes de esta obra. Así, acudo, antes que a otra cosa, a la "Adjunta": papeles encontrados, personajes de ficción que ficcionalizan a Cervantes, pasajes inventados, literatura siempre.  Escribe Cervantes en el capítulo IV:

"La virtud es un manto con que tapa
y cubre su indecencia la estrecheza,
que esenta y libre de la envidia escapa". 

La lectura de los textos cervantinos desembocan en eso que el autor llama el "trastrigo", lo que está más allá del fruto, lo verdadero. Porque late una naturalidad intrínseca en sus textos y, sobre todo, una mezcolanza entre vida y ficción que provoca una turba y una transformación en el lector. El juego es conocido, como sucede con Velázquez, pero no deja uno de quedar nefelibato y pleno con la lectura de nuestro Miguel. 


*** 

Y así recuerdo, con esta luz, algunas tardes de París. La tarde en que llevaba el libro de Hemingway entre abierto mientras buscaba la Rue Mouffetard. Al encuentro de aquel callejeo medineaba uno por los rincones cercanos a esa calle bulliciosa y plural que desemboca en una plaza que lo anuda todo. Allí me senté y pedí café, en esas jarretas de café y de leche que acompañan al viandante en una mesa cualquiera de París. Contemplaba la caída de la luz y comenzaba a leer a Hemingway. El libro lo tenía totalmente anotado (y lo tengo)  pues a todo recurso, a todo giro narrativo escribía uno con la vehemencia del escritor en ciernes. Estaba leyendo "Los asesinos" para aprender aquello de la elipsis narrativa ya que García Márquez había indicado que le fascinaba este relato. 
Al poco tiempo de estar allí entraron dos señores que, a mis ojos, encarnaban a los posible Al y "el otro". Como un animalillo asustado replegué las piernas, cerré el libro, saqué el moleskine y comencé a escribir. 

domingo, 1 de abril de 2018

Mediterráneo con Zweig y Montaigne.


Mientras F. y E. duermen, frente al mar, releo el libro de Zweig sobre Montaigne:  "Saber de memoria no es saber; es poseer lo que se ha guardado en esta facultad. [...] ". La lección es diáfana: vivir la literatura, la palabra, la vida en plenitud en tal caso.
En el amanecer mediterráneo, cuando su luz toma los objetos, leo las palabras que Zweig destaca de Montaigne: "Estamos siempre recomenzando a vivir". Frente al recorrido hermético de un tratado Montaigne prefiere el sedimento de los días en la memoria y la palabra. Tal que Zweig.
"Lo soy todo menos un escritor de libros. Mi tarea consiste en dar forma a mi vida. Es mi único oficio, mi única vocación". Montaigne es el maestro de la conjunción cervantina entre vida, ficción y escritura.
Afirma Zweig de Montaigne "Él lo es todo y no es nada. Siempre es otro y siempre el mismo". Y sigue en sus palabras: "Para Montaigne el placer está en la búsqueda, no en el hallazgo". La búsqueda de la literatura y la vida son los derroteros sinuosos que vivimos así.
En el amanecer mediterráneo, cuando su luz toma los objetos, leo las palabras que Zweig destaca de Montaigne: "Estamos siempre recomenzando a vivir". Frente al recorrido hermético de un tratado Montaigne prefiere el sedimento de los días en la memoria y la palabra. Tal que Zweig.
Con Montaigne aprendemos a no leer Historia, estudiar Filosofía para instruirnos y convencernos sino para comparar la historia propia de la condición humana, para vernos a nosotros mismos. Con Montaigne:" es en los actos donde se revela el hombre".
Y concluye Zweig en este pasaje del libro:"no es sólo el yo lo que busca Montaigne sino también lo humano". Y el lector queda azuzado por el afán de lecturas de Montaigne y por el delicado cedazo con que Zweig edifica la imagen, su imagen, de un hombre extraordinario.

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Cada escritor escribe y argumenta la mentira de su vida.
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En Málaga el Mediterráneo derrama una la luz tan diáfana y límpida que todo invita a la contemplación y el regocijo. Mar de Plata y piedra en la luz.
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El poeta busca el poema definitivo porque piensa que en él existe una cifra, un hallazgo concluso; sin embargo, todo poema verdadero provoca una apertura infinita, un renovado vaivén de la realidad, un ángulo nonato por siempre en la palabra y su entendimiento. 

domingo, 25 de marzo de 2018

Debussy o las entrañas de un fauno

DEBUSSY O LAS ENTRAÑAS DE UN FAUNO

¿Y si fuéramos música que pasa
como vuelan las aves en la noche,
como traspasan la tierra
las vides proclamándose en silencio?

Sólo eso, música
de jardines prohibidos. 
Sólo eso, música mojada,
de brasas y de cimas
que no se han conquistado.

A veces me pregunto,
clavado en el violín
húmedo de la noche,
qué origen soportamos,
qué desierto de luz
se muestra en estas notas;
qué abismo nos augura
este deleite de esfera suspendida.

 Sólo eso, música en el ser en soledad y en trino.

*Poema antiguo, guardado en el sol de la oscuridad. 

19 escritos en la noche que no fueron lírica ni suceso. Escribir como vivir.

ESCRIBO a diario desde hace muchos años. El ejercicio es irrenunciable y forma parte del quehacer cotidiano como ejercicio y fundamento de la reflexión del vivir. Suelo leer antes de escribir aunque, últimamente, prefiero acoger el fulgor de la lectura en el interior y la memoria para, con el tiempo, volver al pasaje. Tal que Bécquer, trato de sosegar el estupor como vaso o recipiente de ecos ajenos.
Y el silencio se impone; con el tiempo, el silencio va cayendo como un gong enorme y templado que se expande hasta transformarlo todo en una suerte de imagen última o de reflejo perpetuo.
Creo, con Borges, que la memoria es la sucesión de las imágenes últimas que tenemos de la realidad y que, en ese carrusel, es el ingenio, la inteligencias la que actúa para reconvertirlo en discurso.
Sucede con la literatura, con la lectura misma. Creemos en la memoria de la última lectura que hemos realizado, en la proyección mental de los elementos lingüísticos del poema o de la novela que acabamos de leer. Lo hacemos sin caer en la cuenta de que todo ello no es más que un suceder personal, una forma especular que un lector construye para el texto. Pero no es el texto definitivo como tampoco es la la vida la realidad definitiva que cada cual piensa o cree construir o entender.

Por este motivo, observo, contemplo, analizo, pienso el discurso que, en cuanto verbalizamos, comienza a establecer una realidad en el otro, una interpretación, una ideas de lo que pretendemos decir o escribir. Y en ese punto el silencio va con la plenitud de la poesía, del discurso literario en definitiva.

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Deseo que no suceda en educación con los profesores lo que pasa en los premios, saraos y aledaños de la literatura, que solo cuentan lo que son de la "familia" o de la misma capilla o cenáculo. «Vanitat vanitatis».

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Con más ahínco creo, cada vez más, que el ser humano es una encrucijada de frustraciones. La primera la finitud que es frente a la infinitud que desea; pero luego está la alcoba, el diario, lo incidental. En este punto se demuestra el grado armónico interno que cada cual posee.

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Una persona que no lee o que lee banalidades tendrá un discurso vacuo y una forma banal de decirlo o escribirlo. En un profesor la falta de lectura es una carencia crucial para que su discurso y juicio, su escritura y lengua accionen en el alumno los mecanismos del conocimiento.

***

En tu palabra va tu idea y a la inversa; si no cuidas tu discurso poco valor tendrá para el resto, porque la forma del discurso es la forma de tu persona. Eres tus pensamientos y tus palabras.

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Qué moderno y de este tiempo T.S.Eliot y qué avejentados los poetas del día. Ser poeta es ser unidad en la fidelidad a poesía ; percibir la indolencia y alejarse de lo siniestro. Unidad en ella de palabra y acción.

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Entre un ser limpio y un estar fingido prefiero la levedad del silencio.

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Cuando Platón hablaba de "poesía" trataba de utilizar el sentido etimológico de "creación", esto es, de palabra dadora de realidad, de realidad misma en la palabra. Y de ahí que los géneros literarios no tengan intervenciñón alguna en la verdad literaria que transmite el texto.

Sin embargo, podría decirse que los géneros literarios han encauzado la expresión humana en instituciones formales que acogen las constantes como humanos. Itinerarios de la condición.

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El sucedáneo del tiempo es la geografía de la memoria.

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Lector y escritor desconocen su origen, su unidad; por esto cuando un lector desvela el sentido de la palabra verdadera, inaugura, con el escritor, en diferido, el oscuro pasaje de su condición e identidad.

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La naturalidad en el arte es tan difícil alcanzarla que algunos la niegan. Naturalidad no es sencillez, es verdad y armonía, razón poética.

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Vienes de un sueño oculto y sinuoso, de púrpura y de nieve, al encuentro de tus días. Solo la consciencia limpia advierte la grandeza de estar vivos.

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En la más pura insignificancia anida el fulgor de lo que somos.

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Si la lectura de un libro no conduce a la transformación de la realidad a los ojos evidencia su falta de verdad y belleza.

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Todo es en el fondo, incluida la nada, una desaparición de la voluntad y el deseo.

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Vivir en la falsa apariencia es una moda de antiguo de estar sin ser.

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Es el estilo literario lo que establece es el tipo de lector que uno es cuando escribe.

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A veces, el silencio es el mejor tributo a la poesía.

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Renunciar a la ética es el fin de la belleza a la ojos.