martes, 24 de abril de 2018

Erlkoing de Schubert en un cuaderno de primavera. No hallarás los límites del alma, no importa la dirección que sigas, tan profunda es su razón".

ME regalan un cuaderno en blanco para poder escribir. El cuaderno posee motivos de Schubert: notas musicales, partituras relativas a los lieders, en especial, a Erlkoing. Sin embargo, este cuaderno me lleva a las horas de interpretación de "El pastor en la roca", el lied Der Hirt auf dem Felsen, D.965 de hace ya más de una década. 
El texto, la propia composición de la obra, los ensayos me llevaron a unos meses de relación profunda con los lieder y con la música de Schubert. La propia introducción del piano en seis compases es una declaración estético-musical de calado en el mundo de la música de cámara; con esta obra fue cuando comencé a escuchar enfervorizadamente.
El clarinete me había servido para introducirme en el mundo mozartinao por completo, tras la sumisión a la obra de Mozart comencé a explorar nuevos territorios musicales. Uno de ellos fue el de Schubert, luego, a medida que iba dejando de tocar tantas horas, comencé a escuchar y a interpretar a Beethoven.     

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recuerdo, a todo esto, a Heráclito y a Parménides. Afirmaba Heráclito de una forma parmenídea: "No hallarás los límites del alma, no importa la dirección que sigas, tan profunda es su razón".

La razón profunda de la fuerza que nos mueve interiormente y que coincide en literatura con las razones luminosas. En ese tranco del espíritu, abominable y desafiante, se vuelvan los pasos de la poesía de luz, de sosiego y rugido.