jueves, 30 de junio de 2016

La rama tierna de la aurora

LA RAMA tierna de la aurora
descansa libremente en tu livieza.
Escondes en tus claros matines
la rojez insulsa de lo vivo.
Estallas por de dentro e hieres
la retina del sol; de los más claros
rostros son tus pétalos asidos de inocencia.
Naces en la mañana y tu vida
se interrumpe con los giros del aire,
con los pasos del aire que descorchan
tus pétalos, melodías
                                  silvestres
                                                  de lo bello

cercenado.

[...]

domingo, 26 de junio de 2016

ESCRIBO desde la madrugada: otra noche de insomnio, otra estación en verano en que no puedo dormir. En estos casos acudo a J.R.J., pues lo imagino con los ojos abiertos, en la noche, agasajando el frío de la madrugada con el pensamiento furtivo de poesía. Leo en su alameda verde dos sentencias que hasta ahora habían pasado inadvertidas, pues no las tenía subrayadas:

"Respetemos nuestro propio secreto". 

Y

"Secreto y transparencia".

En efecto, lo misterioso individual en lo diáfano universal. ¿qué es, si no, la poesía? J.R.J razona siempre desde el elemento estético, recuerdo aquellas palabras que venían a decirnos que con la Belleza hay que vivir y morir a solas. Así sucede con la lectura, un acto individual que transforma al individuo en pluralidad. Ansiada dilución del yo en las aguas dispersas de la condición humana. 

sábado, 25 de junio de 2016

Porque el amor tiene también su olvido

HACÍA MUCHO que no leía un libro de poemas de un autor nacido en los años 80 que me hubiera gustado tanto, con el que tanto he disfrutado leyendo. Desde el comienzo, percibe uno la presencia de poesía: Homero, Hölderlin, Quevedo, Machado y otras voces fundamentales enredadas con la voz propia que florece. 
Una estructura compositiva sinfónica, a la manera musical: un poema del que surgen otros poemas, la arquitectura toda, versos de los que se desarrolla el itinerario versal y pensativo del libro: "Vivir es defenderse de la vida", "El que miras las olas ya ha vencido el naufragio", "La tumba de los besos tuvo nombre", "Los pasos de la ausencia dejan de sed en los labios", "Sin olvidar el cuarzo negro de la mina diaria, lo marchito y oscuro que ya está en las semillas", "Frente al tiempo recobrado", "Heraldo del dolor traigo por nombre", "Las alas de una alondra madrugando".  
Título sugerentes, de gran carga semántica y plurisignifcación y de un decir con música del idioma.   

Percibe uno la música del verso, un meditado decir en los poemas, una propuesta diáfana y templada de la poesía en su tiempo. He gozado y disfruto con este libro de David Rey Fernández, allá en el norte, allá en la lluvia perdida del mar en los labios, con la lectura de Las alas de una alondra madrugando (Hiperión, 2009). 

                                 VI
Porque el amor tiene también su olvido
y el recuerdo de haber perdido algo.
Quedan cenizas, sobre el mar, temblando.


Y vuelvo a Quevedo toda la mañana, la mañana junto a E. con el libro en la mano, abierto, como el consejero imperturbable que marca el cauce de la vida, de la vida invisible. Este poema de Quevedo es una recurrencia en mis lecturas, noto al poeta liberado, suelto de estrofas, con verso meridiano y decir meditabundo. Un ejercicio creativo de diálogo estoico con la vida, puede que la posición que uno va adquiriendo, de hinojos, poco a poco ante la vida: 

"Nací desnudo, y solos mis dos ojos
cubiertos los saqué, más fue de llanto.
Volver como nací quiero a la tierra;
el camino sembrado está de abrojos;
enmudezca mi lira, cese el canto;
suenen sólo clarines de mi guerra,
y sepan todos que por bienes sigo
los que no han de poder morir conmigo,
pues mi mayor  tesoro
es no envidiar la púrpura ni el oro,
que en mortajas convierte
la trágica guadaña de la muerte."
[...]


miércoles, 22 de junio de 2016

sábado, 18 de junio de 2016

FRANCISCO DE MEDRANO, afirma Dámaso Alonso, es un poeta de imitación. Con este aserto de mi admirado Dámaso pude comenzar a entender qué idea estaba latente en la creación renacentista. Desde entonces, todos los cauces por los que ha discurrido la creación literaria me han parecido sucedáneos de esta posición estética con las manifestaciones de la literatura. 
Es un debate antiguo y que encuentra respuesta en cuanto uno se pone a leer sin descanso, sin fatiga, sin cesárea, la creación literaria es una conjunción entre la permanencia y la transformación. 

Todos los que hayan leído poseen una idea formada de qué es la literatura y la edifica en función de los libros que ha leído. El acto de la lectura es artificial, no es natural como el de la lengua. Por eso, nuestra experiencia literaria está emparentada con la experiencia de la lectura. Es la matriz y es la que nos hace proyectar qué es la literatura y qué podría ser. En este condicional y subjuntivo se encierran las dimensiones de la creación literaria. 

Medrano y otros autores nos enseñan que la imitatio es un concepto demasiado complejo como para desestimarlo sin más. Imitación, claro está, de Horacio y de Tasso, la difícil tarea de impregnar una obra, en otra lengua, con los alcances éticos y estéticos de la obra del poeta de la contemplación. 

En la literatura, como en cualquier otra disciplina, el fundamento es previo. Y es necesario tener nociones del mismo, experiencias previas, relaciones intertextuales propiciadas como lectores. Lee uno a Medrano, el sosegado discurso de un barroco decidido a la vertiente clásica, de un barroco imbuido en la necesidad de la claridad:

"En el secreto de la noche suelo
Sorino, contemplar las luces bellas,
y, mudo, platicar así con ellas
porque, envidioso, no me estorbe el suelo"
[...]

Reescribo el comienzo de un soneto que aborda la cercanía a la muerte o en la propia muerte por delante. De tono hondo y petrarquista, sin embargo envuelve una verdad poética, un decir diáfano de voz propia. Sucede así con las odas. Qué dulce silabeo en:

"Tú escribe, otro Píndaro, otro Homero, 
aquellos, o deidades celestiales,
o héroes milagrosos
que en pacífica toga o en acero
sangriento, ya prudentes, ya espantosos, 
tus versos inmortales
con hechos merecieron gloriosos". 
[...]


El decoro, tan oculto en la actualidad, la convenevolezza, en el verso hispánico con Medrano. Pareciera que la consigna de Horacio ("ut pictura poesis") sobrepasa, con el tiempo, la relación entre artes plásticas y literaria, pues bien parece que propone un modo de creación y de recepción, de escritura y de lectura, la que el propio Bartolommeo Fazio explicaba: " Un cuadro no es más que un poema silencioso". 


 

  

jueves, 16 de junio de 2016

THE NOISE OF THE TIME de Julian Barnes es una obra contemporánea que ofrece el desarrollo de un tema antiquísimo. Barnes es uno de esos autores a los que uno quisiera imitar cuando comienza a escribir prosa de ficción, pero de los que sabe que leerlo es entrar en el modelado de la imitación. Una escritura propia, con recursos estilísticos singulares y, sobre todo, con una perspectiva de los temas que responden a su condición de británico pero mixturado con la cultura europea y latina.

Descansa otro libro apilado que asoma el hocico, Semper dolens Historia del suicidio en occidente de Ramón Andrés, el mejor ensayista de las letras españolas en la actualidad, el más profundo y esencial, el escritor que admiro como lector desde hace años y el mortal que entiende la realidad, -el suicidio, la música, la ciencia, la filosofía-, como dominante en el devenir de la condición humana.  

Y me pregunto, con la lectura y ahora que suena Corelli, ¿qué queremos decir cuando decimos "ser" nosotros mismos"? Antes al contrario, no somos más que sucesiones, cambios, metamorfosis. En el dogma cristiano, Dante explicaba que después de la muerte no recuperamos el cuerpo hasta el Juicio final. Como escribió mi admirado Quevedo: "Bien sé que soy aliento fugitivo". 

Dante le solicita a Virgilio, en el primer contacto, que le aclare si es "sombra u hombre". Esa distinción es una clave oculta en la lectura de la Commedia del escritor italiano, pues a partir de esa identificación, nos situamos en una realidad u otra de la vida y la muerte. 

En el arte de leer encuentro artificios para el arte de vivir. la fe en la palabra es la fe en el cambio del ser. Transformar la realidad incisamente parece la forma natural más similar a la vida, pero, ¿qué hay de la muerte en todo y de la ideas de la muerte en nada?

martes, 7 de junio de 2016

LA POESÍA no es definible pero sí descriptible.

Todo lector que habla de literatura lo hace de forma artificiosa, pues no es innato su aprendizaje, como la comunicción lingüística. Sin literatura podríamos vivir: late el corazón, el cuerpo funciona, establecemos relaciones sociales, actuamos culturalmente.  Sin palabras, lenguas, no.

Pero llega el caso en que el lector trasciende la realidad mediante un "uso" distinto, estético, profundo, diverso, semánticamente inaudito que llama poesía. En ese punto la poesía y la palabra prístina se confunden: nace el poeta.

Y el poeta verdadero, por naturaleza, termina por confundir realidad y poesía; es más, convierte todo en poesía, pues esta es ahora su nueva "lengua", la que le hace coronar lo diáfano y bello.

Y no le hace falta nada más, ni siquiera un lecto, dos, tres cien mil para que su nueva forma de estar en el mundo invada su ser en el mundo.





sábado, 4 de junio de 2016

Heráclito lee en Burnt Norton Four Quartets de Eliot.

ABRE uno el libro de Eliot y antes que nada, Italia, la cultura grecolatina, la voz prístina de los presocráticos. "Burnt Norton" no es más que un espacio simbólico, una suerte de Florencia en Dante, de La Mancha para El Quijote o de Dublín para Joyce. Antes que todo esto, de ese enclave que provoca una armadura musical y semántica, están las palabras de Heráclito. Un diapasón tremebundo por el que lector debe afinar su proceso de lectura. 
Heráclito reside en las estancias de la memoria muy unido a Borges; creo que Borges ha sido, 
-tomando la maestría de Quevedo-, el poeta en nuestra lengua que ha mantenido una relación más contrariada con el filósofo, más rica, de amante entre lírica y pensamiento. 

Así: Heráclito, Italia, Grecia, Borges, Dante...condicionantes que se agolpan en la lectura y que devienen de la memoria como lector. Podría decirse que esa es "mi" lectura a sabiendas de que las formas de leer el texto son múltiples, diversas, válidas. Los autores que menciono me han enseñado a leer, a saber leer mejor, con atención a otros procedimientos de toda índole. 

"East Coker" es la siguiente estación: "En mi principio está mi fin", "in my beginning is my end"; "A mitad del camino, y aún más,/ por el camino todo, en una selva", "In the middle, not only in the middle of the way/ but all the way, in a dark wood, in a bramble". Sucesivamente "Las dry salvages", "llevamos un río dentro", "The river is within us" y, finalmente, "Little Gidding", "No dejaremos de explorar/ y el fin de nuestra búsqueda será/ llegar adonde comenzamos/ y el lugarconocer por primera vez", "We shall not cease from exploration, and the end of all our exploring/ will be to arrive where we started/ and know the place for the first time". Versos como salmos, expandidos en el diálogo entre tiempo y ser, en la propia esencia del decir griego, de la palabra de umbral que mantenía Parménides. 

Recorre uno estos lugares del imaginario, como si fueran antorchas estos versos, a través de las palabras que remiten a otros autores; y, con ello,  el lector debiera transformarse, no instalarse en la mera superficie. Leer a Eliot es una invitación a la lectura transversal, plural y original de la literatura antigua. El lector se somete a una transformación, en esos parajes propios de la lírica de Eliot, hacia la condición de nuevo lector, por ende, de nuevo individuo. 

jueves, 2 de junio de 2016

Un suceder a lo divino

UNO de los momentos sublimes de Verdi es el comienzo de su Réquiem. Pareciera que la muerte lo envuelve en ínsulas de transparencia, tal que Bach en sus obras, tal que Mozart: imposible para los hombres. Son conjunciones musicales que conforman lo que Leopardi llamaba "el infinito". 

Ya lo escribió en Zibaldone el propio poeta italiano: "La mente humana no puede aprehender el infinito".  Es el acto supremo del arte: llegar a conformar lo que la mente nunca ha podido llegar a pensar, llegar a intuir. Esa es la música, esa es la esencia de los poemas que suponen la transformación del individuo. Acción que por griegos tuvieron siempre como principio de creación. 

Conocida es la sentencia de Pascal que Leopardi tenía en mente de continuo y que acabo de volver a transcribir en el cuaderno amarillo: "Le silence éternel de ces esparces infinis m´effraye". 
Sucede como una espasmo al tiempo, como una transparencia definitiva que perturba el entendimiento de los mortales. Un suceder a lo divino, a lo que no está sujeto a las leyes primarias. Es entonces cuando la composición, confusamente, se hace universal, permanente. Contiene ella el misterio todo, pero además el diáfano decir de lo verdadero y lo bello.