martes, 7 de junio de 2016

LA POESÍA no es definible pero sí descriptible.

Todo lector que habla de literatura lo hace de forma artificiosa, pues no es innato su aprendizaje, como la comunicción lingüística. Sin literatura podríamos vivir: late el corazón, el cuerpo funciona, establecemos relaciones sociales, actuamos culturalmente.  Sin palabras, lenguas, no.

Pero llega el caso en que el lector trasciende la realidad mediante un "uso" distinto, estético, profundo, diverso, semánticamente inaudito que llama poesía. En ese punto la poesía y la palabra prístina se confunden: nace el poeta.

Y el poeta verdadero, por naturaleza, termina por confundir realidad y poesía; es más, convierte todo en poesía, pues esta es ahora su nueva "lengua", la que le hace coronar lo diáfano y bello.

Y no le hace falta nada más, ni siquiera un lecto, dos, tres cien mil para que su nueva forma de estar en el mundo invada su ser en el mundo.