martes, 29 de noviembre de 2016

San Agustín lee a Cioran y termina en desmayo mientras J.R.J. los lleva por el centro indudable

PARA EL CASO, el lo mismo. El hombre comienza a razonar lo que le sucede y lo que cree que acontece a su alrededor. En el punto en que decide manifestar y expresar esa experiencia acude a la palabra. La palabra es la estación primera ya que es natural al mortal el verbo. Sin embargo, a poco que profundiza en esa experiencia, sea del pelaje que sea, cae en la cuenta de que la palabra posee sus propios mecanismos de entendimiento y que esos mecanismos no se corresponden con el hecho en sí. 
El hecho en sí posee su naturaleza y esta no es verbal y, por tanto, no puede comunicarse a través de los rudimentos sintácticos.
He aquí, llegado a este punto, el momento en que el poeta viene a manifestarse. Si la condición no es natural, habrá un halago y una condescendencia con todo lo que es sin más, la experiencia en sí es ya una totalidad. Por contra, el poeta urge a comunicar la experiencia porque no puede hacer otra cosa más que estéticamente ser en su ética. 
En este paradigma, la excepción, el culmen reside en callar y ser silente aun evidenciando que es poeta. No todos los silencios valen lo mismo, no todos los que deciden callar un día son poetas, no todos los que escriben, por el hecho de escribir, son poetas. Estamos en un territorio de círculos concéntricos, complejos, incomprensibles a priori
Y estos son los casos de San Agustín y de Cioran, por poner dos hombres de tiempos distantes y concepciones diversas. Uno y otro acuden finalmente al verbo, mas  manifestando la falsedad primera de esa palabra. San Agustín utiliza una expresión feliz tomada de Josué 1,8: "no se apartaban de sus bocas, pero solo en cuanto al sonido y al ruido de la boca: su corazón, por lo demás, estaba vacío de verdad". 
Cioran en El libro de las quimeras expresa lo siguiente: "la suspensión total del tiempo: el mundo se crea en nosotros. [...] Éxtasis divino: en nosotros empieza el tiempo. La sensación del primer instante...Luego, los instantes que caen en el tiempo como las lágrimas en el alma".

Prefiero hablar, de un tiempo a esta parte, de incapacidad verbal mejor que de insuficiencia. El verbo puede manifestar y comunicar al máximo para nosotros unos círculos de la realidad, pero no todos. Los concéntricos y polifónicos se le escapan, no les pertenece y, por tanto, existen otras edificaciones que pueden acercase más a su naturaleza, por ejemplo, la música. 

Finalmente, pienso que entre uno y otro existe otra vertiente de esta indagación en el ser: es la estética. En ella entra la poesía como alta manifestación. No hay más que acudir a un poema de J.R.J. o de Rilke para percatarse de esto mismo. Sin embargo, en estas construcciones, anida un propósito de belleza y verdad con el artificio poético. La propia condición plurisignificativa de estos discursos ha hecho que se tomen como expresiones ulteriores de la condición humana, pues exceden los significados primarios e inmediatos de las palabras para colocarlas en el Tiempo. 
En un poema predilecto para mí de J.R.J., "Desde dentro", podemos leer los siguiente: 

[...]
no tiendo ya hacia fuera
mis manos. Lo infinito
está dentro. Yo soy
el horizonte recojido.
Ella, Poesía, Amor, el centro
indudable.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Decires, sentencias en la madrugada sola

CONOCER la fuerza de la existencia reside en ser tu propio límite.

***

Escribir es el arte de evitar la fosa momentánea de la vida.

***
Goza humanamente, con el delirio de la tierra y los párpados de un dios.

***
Ruptura interior: escisión sonora de la unidad sublime. 

***

Lo era todo, dice J.R.J., naturaleza, amor y libro. 

***
La noche es la plena carne de la luz envuelta en su misterio

viernes, 25 de noviembre de 2016

Expresión luminosa del caos

DECÍA Heráclito, "el oscuro", que la realidad la conforman los contrarios en perpetua oposición. Lo concreto se hace múltiple, cambiante, diverso. Lo nombra todo como la realidad de los opuestos.
Para Heráclito, la razón es la que conduce a una síntesis armónica de esa realidad de los opuestos. 
Así, el arte puede que sea la expresión luminosa de las tensiones y transformaciones del caos y la armonía en un individuo que se proyecta al cosmos.   
Plotino, Bergson acudieron a esta propuesta de Heráclito. Aunque Parménides viniera a contravenir estos parámetros, quizás en la concepción artística funcionan con una clarividencia abrumadora. En último término, los dos filósofos bordeaban, desde ángulos diversos, la misma realidad. Y en sus disparidades se halla la esencia de la mortalidad que nos acoge.   

jueves, 24 de noviembre de 2016

Canto errante

No es de ti de quien brota este pasaje:
es una historia larga y verdadera
que tiene canto e inicio con la muerte.
[...]

martes, 22 de noviembre de 2016

El espíritu potencial de Campbell

Joseph Campbell repetía, de continuo, la siguiente afirmación: "Sigue tu bienaventuranza".

A continuación afirmaba que las cosas trascendentales de la vida no pueden comunicarse ni verbalizarse: trascienden el pensamiento. Lo elevaba todo a un horizonte de ricos y variados horizontes. Para él los mitos eran pistas de esa trascendencia que deberíamos entender alejados de la forma racional de entendimiento. A esto mismo, lo llamo cosmovisiones y si lo llevamos al arte, en concreto a la poesía, las cosmovisiones son irreconciliables, ya que al ser trascendentes no se pueden explicar, ni comunicar, tan solo vivir. Eso es también la indolencia, la armonía, el centro indudable, la unidad, el origen, la polifonía del ser. 

De Campbell sigo aprendiendo los rastros de la llamada philosophia perennis de la humanidad, de la tradición latente que aún sigue perviviendo en los mortales. 




sábado, 19 de noviembre de 2016

El corazón lisiado de Rimbaud y el goce de Píndaro al fuego de Dante

PERGEÑO, en el cuaderno, unos versos que probablemente nunca terminen en nada más que reflejos de un instante de reflexión o de diálogo al término de la lectura de "Alquimia del verbo" en la recentísima edición de la Obra completa de Rimbaud (Atalanta, 2016): 

"Por fin, ¡oh dicha, oh, razón!, aparté del cielo el azud, que es negro, y viví, chispa de oro de la luz naturaleza".

A todo esto sonaba Tanhäuser de Wagner como si fuera la música oracular de estas páginas de Rimbaud. Leo cartas, fragmentos en prosa, poemas, versiones de poemas; me detengo en las fotos e ilustraciones. La foto de Rimbaud con Verlaine, en 1871, vestidos los dos con ropa de tramontanos, pantalones alzados con tirantes, chaquetas abiertas, botas sucias, como si vinieran de la briega del campo, manos negruzcas y amortajadas, miradas perdidas cada cual a su límite, la estampa pareciera de dos agrícolas llegados de la faena que se retratan seriamente y con un leve atisbo de cariño entre ambos. Ante la estampa , escribo:

"Todo tiene un origen y un instante de luz
que sigue permanente e inalterable;
por más que quieras ir en la corriente
frugal de lo vedado a tus manos,
nunca serás allí aunque lo fuerces
como usurero .................--------------

Los dos cuerpos parecen contener "un pecho abierto y un horrible corazón lisiado", como dice el poeta en Iluminaciones
Todo me resulta ya un rescoldo de la insatisfacción humana entre el amor profano y el amor sagrado. Dante ya lo advirtió en su Commedia. Los versos de arriba tratan de entrelazarse con las palabras de Pítica VIII,95, de Píndaro:

"¿Qué es uno? ¿Y qué no es? El hombre es el sueño de una sombra. Pero cuando un rayo divino toca, una brillante luz lo envuelve, y es un goce la vida".

jueves, 17 de noviembre de 2016

De cada cosa bella

Yo quisiera decir
de cada cosa bella
su luz, su impenetrable
esencia hasta morir
con ella y ser en ella
misma recuerdo todo.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Forzar la creación literaria es una representación de la vanidad.

TRANSITORIOS, pero con la fuerza de la mudanza. Existen momentos de reconversión, en los que hay que realizar renuncias y, al mismo tiempo, apuestas. Eso mismo sucede en las artes, el poeta, por ejemplo, aun circundando los mismos parajes temáticos, debe querer adentrarse en el bosque con un machete distinto, con una claridad diversa, con las tripas revueltas ante lo desconocido.

En ese tiempo, todo es temblor, pero no debe el poeta olvidar las certezas y las convicciones, para poner en solfa precisamente, para comprobar hasta qué punto  las sombras eran especulares o verdaderas. No hay más, el don viene del cielo y no se escoge; por mucho que lo desees, el talento, la gracia, el genio sobreviene y pocos son los que lo despliegan. 

Forzar la creación literaria es una representación de la vanidad.   


domingo, 13 de noviembre de 2016

Goethe susurra a Joseph Campbell en el sueño de la noche: "Todo lo perecedero es un símbolo".

DE Joseph Campbell aprende uno la idea de que en el pensamiento oriental se vive con la certeza de la unidad del ser humano con un principio metafísico inefable. Por su lado, la fuerza de la razón en Occidente, como forma de conocimiento, ha generado una evolución singular y única de la ciencia. Así las cosas, Campbell ilustraba todo esto en una imagen del Génesis. Mientras que la tradición occidental comió del árbol del bien y del mal, la oriental comió del árbol de la vida. 
Sucede que con la lectura de las obras de Campbell, como esta hipnótica Imagen del mito (Atalanata), todo se concilia en una forma polifónica y absorbente de vida. Con Campbell todo adquiere su razón de ser, todo se hace complementario de la unidad, forma o itinerario diferenciado pero también enriquecedor. 

Recuerda Leandro Pinkler que Campbell estipulaba que existía realidades distintas en función de la relación con las lenguas, es decir, las realidades más bellas y complejas no pueden decirse ya que trascienden el pensamiento del mortal; luego estarían las que las lenguas tratan de articular pero las llevan a confusión por su insuficiencia; por último, los temas de alcoba. 

En este sentido, llevo esta cosmovisión a la literatura, la materia de la poesía no puede ser un tema de alcoba pues ya la lengua usual es el cauce más idóneo para transmitirlo. La poesía debe dirigirse, porque anhela la música del ser, a esas dos dimensiones ulteriores, inefables, que rozan el silencio sino es que pertenecen a este de suyo. 

Los mitos, la sabiduría antigua los tomo como caminos potenciales de la vida humana, de la vida que sucede en un tiempo que no es del de la lengua usual, el de la razón primera. 
Puede que la sentencia de Goethe perteneciente a Fausto con la que cierra Pinkler su prólogo no sea más que una suerte de sentencia que sintetiza y extrae la esencia de la obra de Campbell: 

"Todo lo perecedero es solo un símbolo. 
Lo inaccesible se hace aquí acontecimiento". 


sábado, 12 de noviembre de 2016

Con E. y F. a la librería de la mano de Rimbaud, Campbell y Ramón Andrés

LOS VESTÍ y me los llevé a la librería. Tenía encargados tres libros desde hacía un tiempo. Uno de ellos, el de Ramón Andrés, Poesía reunida-Aforismos (Lumen), lo conocía porque he leído todo lo que este autor ha escrito desde hace años. No ha sido poco el aprendizaje que uno ha extraído de sus páginas, de sus diccionarios, de sus ideas personales sobre este o aquel pensamiento. Porque la obra de Andrés funciona en el paradigma de lo semántico y ese territorio siempre se sitúa en el límite con la filosofía. La poesía era una consecuencia natural a su forma de contemplar el mundo. Por eso es bella y natural, porque brota sin aspavientos, sin desmanes, sin pretensiones de rupturas. 


El que trata de romper no conoce el enigma de la unidad y la armonía. Esa es la primera puntada en la lectura de la Obra completa bilingüe (Atalanta) de Arthur Rimbaud. No negaré que comencé a leer a Rimbaud gracias a un relato de un gran escritor argentino, Marco Denevi. A Marco Denevi me lo descubrió mi admirado y querido Alberto Manguel (qué gratitud a sus cartas a mano desde Francia). Fue en el 2008 y lo conté en este diario (puede leerlo aquí) . El relato de Denevi es el siguiente:

LA CONTEMPORANEIDAD Y LA POSTERIDAD
En un hotel de mala muerte, calle Campagne Prèmiere, año de 1872, un académico espía por el ojo de la cerradura el cuarto contiguo al suyo. Ve, escandalizado, que un hombre y un jovencito están haciendo
el amor. Llama a la policía y los gendarmes se llevan presos a los dos viciosos. Entonces el académico vuelve a su habitación y, más tranquilo, prosigue escribiendo una tesis académica, erudita y laudatoria, sobre la poesía de Paul Verlaine y Arthur Rimbaud. Mientras tanto, en la comisaría, los dos viciosos, interrogados, dicen llamarse Paul Verlaine y Arthur Rimbaud, respectivamente, y ser de profesión poetas. En el bolsillo del hombre es encontrado un poema que se titula Vers pour être calumnié.

Inmediatamente, movido por un afán deconstruccionista, localicé el precioso poema de Verlaine. Lo dejo aquí, al viento, como una calumnia concebida bajo el palio de la inocencia humana.

Ce soir je m'étais penché sur ton sommeil.
Tout ton corps dormait chaste sur l'humble lit,
Et j'ai vu, comme un qui s'applique et qui lit,
Ah ! j'ai vu que tout est vain sous le soleil !
Qu'on vive, ô quelle délicate merveille,
Tant notre appareil est une fleur qui plie !
O pensée aboutissant à la folie !
Va, pauvre, dors ! moi, l'effroi pour toi m'éveille.
Ah ! misère de t'aimer, mon frêle amour
Qui vas respirant comme on respire un jour !
O regard fermé que la mort fera tel !
O bouche qui ris en songe sur ma bouche,
En attendant l'autre rire plus farouche !
Vite, éveille-toi. Dis, l'âme est immortelle ?

(Esta noche yo había analizado su sueño. /Si bien su cuerpo dormido castamente sobre la humilde cama,/ Y vi, como una que se aplica y que dice así: /Vi que todo es inútil bajo el sol! /Vivimos, oh maravillas de lo delicado /Tanto nuestro dispositivo es una flor que se dobla! /Oh, el pensamiento conduce a la locura!/ Me temo que para usted se despierta./ Ah! la miseria, te amo, mi amor frágil / ¿Quién tendrá la respiración como usted respira un día! / O los ojos cerrados al igual que la muerte! /O que la boca de rissueño en mi boca/!Mientras tanto, los demás se ríen más fuerte!/Rápido, despierta. ¿Decir, el alma es inmortal? ).

"Para ser calumniado". (2006, juin 25). Wikisource, . (2006, 25 de junio). Wikisource. Retrieved 14:20, septembre 24, 2008 from http://fr.wikisource.org/w/index.php?title=Vers_pour_%C3%AAtre_calomni%C3%A9&oldid=103162 .

De esta forma, termino leyendo a Joseph Campbell, la bella edición de Imagen del mito (Atalanta). De Joseph Campbell creo tenerlo todo en la biblioteca y además leído y asimilado como una de las lecturas más trascendentes de las que he ido realizando. La primera obra que leí, El héroe de las mil caras (FCE), la compré en una primera edición en una librería de lance de Sevilla. Me costó ciento veinticinco pesetas, justo lo que me quedaba para el billete de autobús que compraba el viernes para volver a casa. Tuve que pedirle prestado el dinero a un compañero de piso y pagarlo casi a letras, poco a poco, mientras iba subrayando y leyendo de forma posesa cada página de un libro que supuso una transformación evidente. Ahora, en Imagen del mito, muchas de las páginas de entonces vuelven a resonar en la memoria, pero acompañadas de una edición de dulce que añade ilustraciones fundamentales para entenderlo. 

F. y E. me dan la mano, sus diminutas manos que contienen los dedos de mi vida. El tacto de sus pieles son la forma y la aritmética que renace, a cada momento, en este mundo que nace nuevo cada vez. 







jueves, 10 de noviembre de 2016

Café con Víctor Hugo y Platón

COMO decía Víctor Hugo, hay un momento hermoso en la vida de cada cual y sucede cuando a las ideas les llega su tiempo. Y ese tiempo no se refiere tan solo al devenir de las sociedades, sino a las de la vida de cualquier individuo. Surge un impulso renovado irrefrenable que se sustenta en las ideas que se han venido manteniendo. Alrededor de ellas no queda nadie, tan solo una alegórica ficción de uno mismo. En busca de esa estela comienzo la singladura, como si hoy fuera la primera vez que estuviera escribiendo y leyendo y pensando (¿no lo es acaso en realidad?). Mantengo la antorcha al frente y en alto, con los brazos extendidos, invocando a la tierra el susurro mineral y edificante de su naturaleza. 

En fluir no mortal de leyenda y de historia, colmena de musical dulzor, recito de memoria, en susurro, sibilante, las palabras de Platón: "Un hombre que no arriesga nada por sus ideas, o no valen nada sus ideas, o no vale nada el hombre".  

miércoles, 9 de noviembre de 2016

E. y F. me muestran el Tao sin leerlo. Soliloquio del farero.

PARECE que los niños traen el Tao en su naturaleza, que no lo asumen tras su lectura sino que ellos mismos hubieran sido naturalmente esencia de ese libro. Por este motivo, te digo a ti, -que gustas de libar en estas páginas y extraer aun sin reconocerlo-, tal que el Tao: "los sabios actúan sin acciones".

***

Uno de los primeros poemas de Cernuda que me aprendí de memoria fue "Soliloquio del farero". El ritmo del poema es todo un aprendizaje; muy cernudiano, con ecos de Bécquer y fray Luis, pero con las resonancias de la poesía existencial de su tiempo y de las lecturas que había asimilado. La escritura es particular en su desarrollo sintáctico, ora de calibre clásico ora desaforada y versicular. Espléndido hasta el final, el ritmo. Y el tono, incuestionable. 
El orbe semántico que construye es un hallazgo que, con el tiempo, crece: se va convirtiendo uno en ese farero que aprovecha las huidas de la luz para encontrar la luz, que trata de crecer en la ausencia de la luz para hallar la estepa sonora del individuo. "Tú, verdad solitaria", invoca a la soledad profunda de la noche, del mar, del silencio en un todo abisal. 

Más allá de la metáfora, Cernuda despliega una suerte de metalepsis en que los niveles de ficción se confunden: vida, farero, poeta, condición humana. Porque los faros alumbran a la nada inmensa, al mar y sus profundos enigmas, son destellos de luz en la nada habitada de naturaleza: "Soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres". 

Y así termino Invocaciones, no sin antes percatarme de lo que se cecinaba en las nubes y en libros posteriores que son en los que aparezco como fantasmagoría y lector ensimismado. 







 

F. conviene en que Covarrubias es un deleite y que debo alejarme de lo siniestro

REPARO en "espetar" toda vez que F. arroja su mano al verde del lomo del Tesoro de Covarrubias. Al abrirlo, me encuentro con este verbo que, en la actualidad, tengo por mediterráneo y malagueño; leo, con suma atención, los posibles sentidos éticos y las definiciones que ofrece este libro de consulta indispensable. Me quedo con una de las últimas acepciones, aquella que relaciona el universo semántico del vocablo con lo alusivo a los que parecen haber tragado algún espeto o asador  o virotes y bien o van "envirotados" o bien "espetados"; en cualquier caso, ese individuo casi amargado de suyo que de ordinario es un gran necio, malcriado y, en mejor decir, malquistos. 

Estos último son legión, abarrotan las plazas públicas, ya sean en lo ordinario como en las capillas literarias; son en otros términos "mal queridos", para mí, siniestros. Individuos siniestros que transmiten un halo que no puedo soportar ni en la cercanía física ni en la lejanía intelectual; son acaso garrapatas que no se apean ni apenan, que siguen y prosiguen en su insuficiencia y además germinan la total desarmonía. Nada en ellos es grato, antes al contrario, la falta de unidad y su detestable ética no hacen más que deleznable el mundo circundante. Un mundo del que no ven, no sienten, no poseen consciencia.   

Y por este y otros motivos, me aparto de todo y dejo de estar donde estos quieren estar; y dejo de ser donde estos quieren ser. No puedo ser ahí, como diría Parménides ni estar en esos arenales infames. Persigo la indolencia, el estado primigenio en que la luz carece de relato, en que el origen se asemeja a un círculo laberíntico de diluciones continuas. 

La unidad del individuo es plena en su soledad única; es unitaria en su meditar continuo del ser; es armónica si se hace polifonía con otras voces fundamentales; es atrevida porque está fuera de su tiempo y es manifestación del estar siendo porque nunca nadie de sus días logró concebirla.  

lunes, 7 de noviembre de 2016

Laúdes en simpatía: simbiosis de física y símbolo

EL emblema de Jacob Cats era Laúdes en simpatía. Lo podemos observar en un grabado de 1618, de Silenus Alcibiadis. El fenómeno de la vibración por simpatía, como señala Godwin en Armonía de las esferas, provocó una fascinación compartida tanto por físicos como por simbolistas. Todos observaban una suerte de imagen proyectada de un cosmos armónicamente ordenado; es más, el láud que descansaba en la mesa mientras el músico hacía sonar otro instrumento comenzaba a vibrar como respuesta al estímulo. 

Algo parecido al láudes en simpatía sucede con la literatura. Un escritor comienza su obra en solitario, sin más beneplácitos que los de la nutrida soledad y el silencio auroral de la creación. Al tiempo, un lector se arroja a sus páginas y las lee y las vive y se transforma con ellas. En el proceso nos olvidamos, a veces, del azar objetivo en la selección de lecturas o de lo que anotamos hoy en el diario, la simpatía de las acciones que aparentemente nosotros escogemos, a escondidas, pero que quizás encierran una relación secreta, musical, extraordinaria para nuestros ojos cegados de mediocridad. 

domingo, 6 de noviembre de 2016

Paris con Edith Piaf y el fuego órfico de la esencia.

Solo en el cielo de otoño 
la claridad
es instante de lo bello.


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Suena la música de Edith Piaf. Paris es, con el tiempo, una institución para la memoria, para el que alguna vez estuvo deambulando por sus calles, para el que sostiene con trémulo la vivencia parisina. Los compases dan forma a la fuga de la luz y en cada centímetro del ocaso, una encendida llama que recuerda el paso frugal por la vida.


***
No se trata de leer ni de anotar listas ni de mencionar a autores: es vivir la lectura. Y eso, en los textos, al ser escritos, se percibe con la fuerza diáfana de la realidad. Una cosa es haber leído o decir que se ha leído a tal o cual autor y otra haber quedado en la transformación de esa lectura con el fuego órfico de la esencia. Entre una y otra experiencia suceden cosmovisiones dispares, tanto que se hacen incomprensibles las unas para las otras.



viernes, 4 de noviembre de 2016

El laurel de Apolo

COMO expresa Cervantes en Viaje del Parnaso el que se vea en la cúspide elegida de los poetas, debe dar gracias a Apolo por esa condición natural, pero el que no se halle entre esos mimbres debe, igualmente, mostrar la máxima gratitud a Apolo. En ningún estadio de la vida, como en la poesía,  ser y no ser en ella es conmoción y llanto.   
La condición de poeta pareciera una dádiva de otro orbe, una ofrenda de los astros, a un individuo que siente y escribe y padece las convenciones humanas mas con la sustancia del límite. 
Cervantes va más allá e incluye al lector-poeta desde el prólogo, pues no cabe en la cabeza de Cervantes que el escritor o, como en este caso, el bardo, no sea lector antes que otra cosa. 

Y más aún, la Carta de Apolo a Cervantes o los exquisitos e irónicos Privilegios, ordenanzas y advertencias que Apolo envía a los poetas españoles son una breve pero intensa muestra de la plena consciencia de Cervantes de sus marros como poeta en la vida. 

"Que no mire en puntos" es la expresión castiza con la que Cervantes se dirige a los poetas para que estos no se distraigan en lo que no deben, para que no muestren su atención y desarrollen sus cualidades con la materia que no le pertenece a la poesía. 

Cuantos, en este tiempo de poetastros, no han querido subir hasta Parnaso cuando en realidad lo estaban haciendo hacia la punta de su vanagloria. Egotismo, vanidad, soberbia y envidia no caben en poesía ni tampoco en la condición de lector. La vitupera hasta el extremo y la revuelve hacia la insuficiencia. 

miércoles, 2 de noviembre de 2016

F. hace de Segismundo y calderonea la tarde sin prestarme atención.

NO me ha dado pábulo alguno; he tratado de asomarlo a las baldas, de que indicara con su mirada algún libro o de que me marcara su beneplácito a la música de Bach que sonaba. A pesar de la fuerza instrumental de la Suite nº1 para Chello de Bach, F. ha decidido dormir el mundo y desatender a mis insistentes tentativas. Era un bendito Segismundo arropado en la piel de su plácido sueño y hoy la lección estaba en su silencio, en su aislamiento, en la naturalidad con que se desentendió de todo para recluirse en él mismo. Es la lección solemne y tremebunda del alejamiento y de la parada y fonda; del extrañamiento interno y de la música individual. 
Eso era quizás lo que trataba de marcarme, la música insomne del ser que de no debo olvidar nunca a pesar de mi mortalidad. 


martes, 1 de noviembre de 2016

F. escoge "De la amistad" en el libro de Montaigne

LA escena es conocida. Nos situamos los dos, él siempre en mi brazo derecho, con su cuerpo de colibrí; le coloco el libro por delante para que me indique. F. se muestra efusivo con el pequeño libro de Montaigne y mete la mano entre su páginas. Tomo ese acto como una indicación que, a pesar de que no la entiendo, debo seguir a pies juntitas. Así, cuando observo qué página ha escogido F. me sorprende que sea el texto de Montaigne titulado "De la amistad", unas líneas repletas de subrayados entre sus líneas. De todos ellos, destaca el siguiente: "lo que llamamos amistad, o más generalmente amigos y amistades, son relaciones y conocimientos entablados por alguna casualidad o conveniencia, mediante la cual se enlazan nuestras almas. El de la amistad es un calor general y universal, que permanece templado e igual, un calor constante y sentado, que es todo dulzura y delicadeza, que no es ávido ni punzante en modo alguno”.

No he hallado una definición más bella del concepto en otros libros. Quizás, reproduzca unas líneas que siguen a las citadas, pero me gustaría detenerme en una cuestión que es la que origina la amistad y, sobre todo, la mantiene: la comunicación. 
En efecto, la amistad es quizás el arte de la unión contenida entre dos almas que encuentran un territorio común, de desarrollo y nutrición para cada cual; la amistad es el arte de vincularse, sin más ni más, a otro individuo a partir de su condición y sensibilidad. Entregar los días, el tiempo, la admiración a otra persona por la fuerza de la amistad es una consagración del hecho de ser mortales. 
Así entiendo este hallazgo humano de querer a otro aun cuando lo hemos conocido tardíamente o alejado de nuestro ámbito cotidiano. 
Puede que explique que la aparición de la amistad provoque, como decía Goya, sueños y monstruos, porque la esencia de la amistad está en la comunicación mantenida, en la canalización sentimental de lo uno y lo otro entre esos individuos y eso es una tarea tremenda y hercúlea , en la que acontecen episodios de renuncia. 
Sea cual sea el tema de marras la amistad consiste en discernir los malentendidos, los ruidos comunicativos, las estrafalarias sensaciones que, aveces, nos llegan como ciertas y son falsas, ruinosas y malevolentes. Es la palabra calma el antídoto para la fluidez y la cercanía. El diálogo.

Montaigne aseveraba: "En la amistad de que yo hablo, las almas se mezclan y confunden entre sí con una mixtura tan completa, que borran y no vuelven a encontrar ya la costura que las ha unido. Si me instan a decir por qué le quería, siento que no puede expresarse más que respondiendo: porque era él, porque era yo".

La amistad es una de las culminaciones del mortal en su paso por la vida finita. Una vía de desarrollo fructuosa que todos los autores esenciales han expuesto en sus textos de una u otra manera. A ellos me voy de nuevo, a seguir sus pasos, con el alma limpia y tratando de que las confusiones, tan naturales a los humanos, no desdeñen el disfrute y el gozo de esa maestría connatural.