miércoles, 30 de septiembre de 2015

EL FRACASO  es el estado natural del escritor.

AYER escuché a un pseudopoeta llamado A.F.M...no se ha enterado de nada, querido.


martes, 29 de septiembre de 2015

"UNFORGETTABLE" de la Manhattan Jazz Orchestra para recordar París. Los paseos vienen a la memoria con largas cabelleras de melancolía. Lo primero, en el café Marly, en aquel soportal infinito por el que tanto he deambulado y leído y escrito como indeleble gota de sangre ya por siempre. 
El Marly al atardecer, en el momento de la luz en la piedra. Recuerdo la camisa de algodón azulada y el corbatín de pequeños lunares blancos; el bolígrafo de Campo di Marzio y la Moleskine encima de la mesa. La escena estaba arropada por el humo de unos Gauloises que fumo solo cuando estoy allí, en aquel lugar, en París quiero decir, donde la escritura y la lectura no se acaban nunca.

Es como una vieja trompeta que cada vez suena mejor, que su afinación ha ido conformándose después de tantos años de trabajo, de dignación, de respiración artificial sobre su cuerpo. Cosa parecida le sucede a los paseos por París, a la ciudad misma, cuando la retomo en la cabeza, en estas tardes de sonido y calidez. 

Es como esta música de ahora, My Follish Heart, que impregna de un bienestar la sala, este salón de libros y ensoñaciones. Aquí, quedo, con el cuerpo rendido a la sentencia del tiempo, trato de seguir escribiendo las lecturas cuando, en el fondo, lo único que hago es escribir la vida.   




jueves, 24 de septiembre de 2015

LOS ANTIGUOS llamaban "arte de las ciencias de la naturaleza" a las disciplinas que conformaban el quadrivium, es decir, la Aritmética, la Música, la Geometría y la Astronomía. Por su parte, estaban las "artes de la ciencia del espíritu", esto es, la Gramática, la Retórica y la Dialéctica. Esta clasificación encierra un entendimiento moderno de las capacidades estilísticas y cívicas del hombre que sobrepasan las débiles reflexiones literarias de los escritores actuales. Los de ahora se encierran en cuestiones de alcoba, distantes con mucho de la profundidad de los estudios antiguos. 
Acudo a estas reflexiones porque, a lo largo de la historia de los géneros literarios y de la literatura no se ha hecho más que revolver en estas tierras fundamentales del mundo antiguo. Ni siquiera la vanguardia es tal en cuanto uno lee y revisa los escritos antiguos en que ya se formulaban propuestas de esa índole. 
Sin embargo, me fascina esa distinción entre "naturaleza" y "espíritu", pues con ella, los pensadores y escritores de la antigüedad establecían una postura complementaria y razonada de lo que somos: naturaleza y espíritu. Estos dos vectores intrínsecos en cada uno de los mortales determinan posteriormente la capacidad de creación literaria, tanto en lo natural como en lo artificial, ora en lo inmediato ora en lo trascendente que apenas percibimos. 


TODO placer ofrece una falacia de ti mismo. 

miércoles, 23 de septiembre de 2015

martes, 22 de septiembre de 2015

TUVISTE entre tus manos la fortuna
y la gracia perpetua de los astros.
Tu claridad convoca el pensamiento
diáfano y redondo del laurel.
Las figuras que dabas en los muros
en carne viva hablan con los muertos.
Las ideas que tiñes con mesura
tan claramente abren un abismo
en quien contempla el sueño de los montes.
                                            Tú sabías
que tenías un don a lo divino,
que dabas en lo humano con la espalda
inalterable y blanca de lo eterno.  

"Aquí, yaciendo, Rafael de Urbino
de quien naturaleza temió ser
vencida y que al morir él murió ella
como duerme la noche entre las piedras",
Pietro Bembo dejó en el sarcófago.

[...]



AL ESCRITOR  le deberían importar tres cuestiones: la inmortalidad del alma (de Platón), la trascendencia de las artes como forma estética de expresión ética y la causa prístina de la propia vida como naturaleza desnuda.  Sean estos elementos definibles o no, sean estos elementos mera fabulación, desvían las letras de la mera vanagloria, -patética y triste-, y la dirigen hacia lo incierto, como deseaba Hölderlin.  

sábado, 19 de septiembre de 2015


Oigo la vida en el diáfano lago de la inexistencia.
LA MUSCULATURA del cerebro se desarrolla cada día: leyendo, escribiendo, escribiendo las lecturas. Los libros se asoman como fascinantes sujetos dispuestos a dialogar. Los abre uno con cuidado y, a poco que lo hace, la respiración cambia y se combina con la plácida estación de la palabra. 
Todo el mundo cabe en un libro y puede que la forma del mundo, de su realidad intrínseca, tuviera la forma de una biblioteca, como quería Borges. Una biblioteca de pasillos infinitos, combados hacia una forma concéntrica que refleja el eco de nuestros pasos por ella. Cada libro es esencial en esa biblioteca, su importancia es capital y necesaria. Cada libro, cada página, cada párrafo, cada palabra de ese mundo es nuestro mundo. Quizás estamos aquí para hallar la palabra que nos haga seres en la bonhomía.  


El caminante sueña, con cada deambular, someter su cuerpo y su cabeza al olvido de sí. Caminar y leer sostienen muchas similitudes, tantas como vivir; y no en vano muchos literatos han sido excelentes caminantes. Algunos no llegan a la atracción de Robert Walser, pero salir a la calle sin rumbo, tan solo a contemplar y a descifrar la llegada de la noche, es un ejercicio estético de vida.  
Va el cuerpo del caminante acompasado con los pensamientos, una ideas van y otras vienen; aparecen y desaparecen sin una causa concreta más que la del azar aparente.

Comienza uno a leer un libro y lo hace sin esperar nada de él, porque nada debe esperarse. La transformación y la permanencia deben sostener el silbo de la vida.    

martes, 15 de septiembre de 2015

QUÉ sutileza la de la noche en la noche
qué brío tan impropio concierta este rumor
oculto tan incandescente pero yermo.
[...]


lunes, 14 de septiembre de 2015

En poesía parece que se prodiga más la ocurrencia que la creación. Sí, esa es la sensación que resta después de lecturas de autores jóvenes, actuales, del momento o contemporáneos (cualquier membrete es insidioso y mortal). Dicen: "hay que leer a los contemporáneos". Y así lo hago, a pesar de que después, cuando escribo esa lectura, tan solo me salgan líneas como estas, con este pelaje de desagrado. Y no es por comparativa ni desprecio, antes al contrario, trato de indagar en los procesos de creación, en las propuestas estéticas, en el valor ético de las obras de estos autores; pero me encuentro, a cada paso, no solo falta de lecturas o de tanteos ya antiquísimos, sino de talento, de viveza, de creación, de timbre y voz únicas.
Por contra la mayoría de poemas me parecen ocurrencias, chistes, facecias, intentos de apólogos o simples farsas resumidas en un enunciado atributivo del tipo: "Tu vida es..., La sociedad es... y lo más grave, "La poesía es...".  
Estas cosas las reflexiono, trato de comprenderlas y de incardinarlas como un fenómeno más de de la sociedad, pues las costumbres y conductas terminan por inocularse en la creación artística. 
Sin embargo, hay una cuestión palpitante que, con más ahínco, va quedando en un vacío inmenso: la armonía. La confluencia de la música de la palabra y la música del ser.

sábado, 12 de septiembre de 2015

LA memoria sentencia para el hombre el recuerdo inasible de estar vivos.
La levedad consiente la certeza
de que son sin pisadas nuestros pasos.
Ser algo en nada simplemente,
un rumor transparente en el desnudo
tácito que contempla nuestra vida.
Y la esencia trasluce serenidad y armonía blanca.
[...]





lunes, 7 de septiembre de 2015

SÍ, tan solo tu cuerpo vive sin saberlo
como oleada sin mar o pájaro sin nido.

[...]

Parece que la edad va sentenciado un discurso prescrito. como una confirmación un suceso irrevocable, van colocándose los días con sus azares lentamente en la memoria. Lo hacen hasta construir un recluido bosque de recuerdos nebulosos que adquieren la naturaleza de inexistentes. Sea ficción o sea realidad sucedidas, en la memoria, como en la muerte, todo consiente la flexión entre la realidad y el deseo. 

en este tránsito, el hombre debe mantener una armonía personal irrenunciable. Con ella, todo esos grados de realidad e irrealidad pudieran ir combinándose hasta dar en un solo río. Un río de sombras, de ecos, de sucesiones de difuntos. La literatura, las artes, en general, la música en particular sazonan el razonamiento de esa decrepitud que a todos nos acoge. Es cuestión de desnudez, de ser algo en nada, de buscar la matriz en el símbolo, de escuchar el murmullo de la transparencia en el rito del silencio.  

domingo, 6 de septiembre de 2015

SENTIR el campo mudo en el instante
en que el sol se derrumba en los motivos
de la luz que atraviesa los trigales.

Oler tan vivamente la albariza
que desmorona el cuerpo entre las manos
como racimo último de vida.

[...]


sábado, 5 de septiembre de 2015

ENCINCHADA asoma hoy la luz entre las nubes y apenas lame el escritorio y el mundo todo. Grises precipitados en este largo lamento del verano y grises mis manos tañendo melodías tan azules como fonéticas. 

La música ahora es Debussy, el piano del francés tomando la casa en cada uno de sus recovecos. A E. la deja meditabunda cuando comienza a sonar, "el pianito", me dice y uno entra en el sosiego fluctuante y delicuescente de esta música como si fuera cogido de la mano de E.

El compositor francés estaba obsesionado con los libros de Poe. No en vano, la ópera en un acto inacabada "La caída de la casa Usher", había surgido de la lectura de un cuento del escritor titulado "The fall of the House of Husher". Sin embargo, la vida del compositor francés estuvo llena de episodios azarosos, amores, despechos, intentos de suicidios de antiguos amoríos, que establecen, junto a su muerte temprana, el relato de una vida singular. 

Su composición "La mer" parece que la concluyó en Eastbourne mientras huía de las noticias de un intento de suicidio de una antigua novia. Allí, en Inglaterra, alejado de su rutina y cotidianidad tan amada por el francés, -como todos los franceses-, concluye esa hermosa y prodigiosa composición. 
Imagino al autor que ya tenía avanzada la partitura con ella en la cabeza, en la idea, en la mente precipitando compases sin tener en cuenta nada más que el momento de creación, la sublime conexión armónica con el mundo.

Mientras tanto, tras el galope de estas notas en el cuaderno, la música ha ido impregnando un espíritu en el hogar, una atmósfera sobrecogedora que a todos nos deja en mejor estado, en mejor estar en este mundo incomprensible.



 

martes, 1 de septiembre de 2015

CADA DÍA, a más bullicio, más bóveda interna. 

SOPORTO mal los acontecimientos rutinarios, esos que me llenan de estupor cuando presiento la estulticia. 

Vivir, vivir a pulso, airadamente morir sin citar desde el estribo.

Escuchaba esta tarde a Mozart, pandémica vitalidad. 

Frases fosilizadas, refranes consabidos, repetición de expresiones sin sentido, tópicos a borbotones...qué tristeza la de convivir con quien no se quiere.