lunes, 7 de septiembre de 2015

SÍ, tan solo tu cuerpo vive sin saberlo
como oleada sin mar o pájaro sin nido.

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Parece que la edad va sentenciado un discurso prescrito. como una confirmación un suceso irrevocable, van colocándose los días con sus azares lentamente en la memoria. Lo hacen hasta construir un recluido bosque de recuerdos nebulosos que adquieren la naturaleza de inexistentes. Sea ficción o sea realidad sucedidas, en la memoria, como en la muerte, todo consiente la flexión entre la realidad y el deseo. 

en este tránsito, el hombre debe mantener una armonía personal irrenunciable. Con ella, todo esos grados de realidad e irrealidad pudieran ir combinándose hasta dar en un solo río. Un río de sombras, de ecos, de sucesiones de difuntos. La literatura, las artes, en general, la música en particular sazonan el razonamiento de esa decrepitud que a todos nos acoge. Es cuestión de desnudez, de ser algo en nada, de buscar la matriz en el símbolo, de escuchar el murmullo de la transparencia en el rito del silencio.