domingo, 25 de marzo de 2018

19 escritos en la noche que no fueron lírica ni suceso. Escribir como vivir.

ESCRIBO a diario desde hace muchos años. El ejercicio es irrenunciable y forma parte del quehacer cotidiano como ejercicio y fundamento de la reflexión del vivir. Suelo leer antes de escribir aunque, últimamente, prefiero acoger el fulgor de la lectura en el interior y la memoria para, con el tiempo, volver al pasaje. Tal que Bécquer, trato de sosegar el estupor como vaso o recipiente de ecos ajenos.
Y el silencio se impone; con el tiempo, el silencio va cayendo como un gong enorme y templado que se expande hasta transformarlo todo en una suerte de imagen última o de reflejo perpetuo.
Creo, con Borges, que la memoria es la sucesión de las imágenes últimas que tenemos de la realidad y que, en ese carrusel, es el ingenio, la inteligencias la que actúa para reconvertirlo en discurso.
Sucede con la literatura, con la lectura misma. Creemos en la memoria de la última lectura que hemos realizado, en la proyección mental de los elementos lingüísticos del poema o de la novela que acabamos de leer. Lo hacemos sin caer en la cuenta de que todo ello no es más que un suceder personal, una forma especular que un lector construye para el texto. Pero no es el texto definitivo como tampoco es la la vida la realidad definitiva que cada cual piensa o cree construir o entender.

Por este motivo, observo, contemplo, analizo, pienso el discurso que, en cuanto verbalizamos, comienza a establecer una realidad en el otro, una interpretación, una ideas de lo que pretendemos decir o escribir. Y en ese punto el silencio va con la plenitud de la poesía, del discurso literario en definitiva.

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Deseo que no suceda en educación con los profesores lo que pasa en los premios, saraos y aledaños de la literatura, que solo cuentan lo que son de la "familia" o de la misma capilla o cenáculo. «Vanitat vanitatis».

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Con más ahínco creo, cada vez más, que el ser humano es una encrucijada de frustraciones. La primera la finitud que es frente a la infinitud que desea; pero luego está la alcoba, el diario, lo incidental. En este punto se demuestra el grado armónico interno que cada cual posee.

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Una persona que no lee o que lee banalidades tendrá un discurso vacuo y una forma banal de decirlo o escribirlo. En un profesor la falta de lectura es una carencia crucial para que su discurso y juicio, su escritura y lengua accionen en el alumno los mecanismos del conocimiento.

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En tu palabra va tu idea y a la inversa; si no cuidas tu discurso poco valor tendrá para el resto, porque la forma del discurso es la forma de tu persona. Eres tus pensamientos y tus palabras.

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Qué moderno y de este tiempo T.S.Eliot y qué avejentados los poetas del día. Ser poeta es ser unidad en la fidelidad a poesía ; percibir la indolencia y alejarse de lo siniestro. Unidad en ella de palabra y acción.

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Entre un ser limpio y un estar fingido prefiero la levedad del silencio.

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Cuando Platón hablaba de "poesía" trataba de utilizar el sentido etimológico de "creación", esto es, de palabra dadora de realidad, de realidad misma en la palabra. Y de ahí que los géneros literarios no tengan intervenciñón alguna en la verdad literaria que transmite el texto.

Sin embargo, podría decirse que los géneros literarios han encauzado la expresión humana en instituciones formales que acogen las constantes como humanos. Itinerarios de la condición.

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El sucedáneo del tiempo es la geografía de la memoria.

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Lector y escritor desconocen su origen, su unidad; por esto cuando un lector desvela el sentido de la palabra verdadera, inaugura, con el escritor, en diferido, el oscuro pasaje de su condición e identidad.

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La naturalidad en el arte es tan difícil alcanzarla que algunos la niegan. Naturalidad no es sencillez, es verdad y armonía, razón poética.

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Vienes de un sueño oculto y sinuoso, de púrpura y de nieve, al encuentro de tus días. Solo la consciencia limpia advierte la grandeza de estar vivos.

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En la más pura insignificancia anida el fulgor de lo que somos.

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Si la lectura de un libro no conduce a la transformación de la realidad a los ojos evidencia su falta de verdad y belleza.

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Todo es en el fondo, incluida la nada, una desaparición de la voluntad y el deseo.

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Vivir en la falsa apariencia es una moda de antiguo de estar sin ser.

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Es el estilo literario lo que establece es el tipo de lector que uno es cuando escribe.

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A veces, el silencio es el mejor tributo a la poesía.

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Renunciar a la ética es el fin de la belleza a la ojos.