martes, 11 de abril de 2017

Eclesiastés y el sueño de Escipión con F. y Macrobio

PORQUE la vida se fragmenta y se dispersa en un azaroso archipiélago de recuerdos, el diario va tomando precisamente ese cuerpo disforme y fragmentario. Puede que el diario refleje, mejor que ningún otro género literario, la propia disposición de la vida, a saber: lo que sucede hoy se repitió mañana y lo que venga ya ha sido y es pasado. 

Estos días he estado con F. sin dejar de observarlo y de aprender qué fuimos en el comienzo. Su cuerpo, sus manos se acompasan a la mirada brillante y perspicaz. F. me hace volverme a E. con más fuerza y pasión. Los dos me dan los días que se van restando de la vida.
F. es un dechado de enseñanzas, lo hace como un pequeño maestro, de forma involuntaria, a cada acción, a cada roce de su piel acrisolada en blanco sobre mí. Todavía tiene el olor prístino de la mañana húmeda e incandescente de nuestra especie. Ese olor me reconcilia a veces con el amanecer. 

Escribo todas estas líneas con F. en los brazos y con el comentariode Macrobio abierto encima de la mesa. F. es un pequeño Escipión que se me aparece y voltea las páginas como si quisiera que leyera directamente lo que esencia y amerita el texto. Mientras tanto, tomo notas, apunto en el cuaderno, pergeño algún texto que en principio toma la forma de poema. Dios dirá, los astros dictarán, el sueño de los números dejarán la rueca en su punto, me digo:

Fondo y forma en poesía: el símbolo como caja de resonancias. Natural al silbo melodioso del lector y numinosa en el alma ya transformada. En Eclesiastés podemos leer que todo en la tierra tiene su tiempo, uno de los primeros textos existencialistas que releo con frecuencia.

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Todo tiene su tiempo bajo el cielo y su signo de huida y su fuego prendido y el decir de su cuerpo que en silencio se cumple. [...]
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El poeta, como árbol invisible, hundido en la tierra y en la oscuridad de sus propias raíces, convive en el silencio como semilla de luz...
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Si no se puede amar algo porque no es bello, tampoco se contiene la virtud palpitante de confesar su nombre.

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No hay más temas en poesía que la poesía, pues las poesía es el todo consumado.
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Tú, sin ser tú, poesía, belleza derramada, posees el escondido secreto del mundo. Confío en ti mas siempre desconfío de tu presencia.

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Diamante enamorado
con música concorde, mi corazón te sueña vivo en la noche. (Cancioncillas y decires)