domingo, 24 de septiembre de 2017

21 grafitis y alguna letra de reflexión. El canto de lo perdido y el rostro de lo siniestro.

¿QUÉ otra cosa es verdad en la vida que el desengaño precoz y su fugacidad? De Rilke sobreviene la manía de estar solo, pero en una soledad nutricia y estacionaria que respira solo cuando comienzo a escribir. Como un individuo transformado, la vida se inocula, ella misma, en el discurso de lo literario. El cedazo de la vida que diluye sus límites es la ficción, pues la poesía es el grado máximo de ficción al que aspira el poeta.

El tejido de los días se va ensamblando a fuerza de desengaños. Acontecimientos que nos llevan al enfado, ni al odio, ni a la iracundia, antes al contrario, hacia una paz perpetua por el hecho de haber tomado posesión y distancia de lo que no convienen vivir.  

La amistad, el concepto, con Montaigne, reside en la más alta estima para uno; ella es la que revierte el espíritu individual en polifonía, la que principia en el silencio unívoco de un solo hombre los ecos imposibles para la vida. La amistad, con el amor, son condiciones de nuestra especie y ello palpita en el tuétano visible de nuestros días.

¿Qué otra cosa es verdad...?Comenzaba con unos versos de Quevedo que apuntan realmente hacia la meditación cotidiana que estos meses me sacude. El desengaño y la constatación de que es difícil encontrar a un hombre puro, perspicaz y entregado. Nos queda y aún más refulgente, la lectura, leer como sístole y diástole, vivir la piel de nuestra familia, disfrutar con el sentido primero de las cosas.
Ese sentido no existe, es tan solo el ensueño y el deseo de que exista.

En ese itinerario de vida prosigue uno: escribiendo, leyendo, amando a verdad llena. Poco más cabe y poco más interesa. El fracaso literario del que habla Ribeyro es un espejismo que refleja a un hombre solo tratando de hacer la humanidad. Será siempre un fracaso escribir, construir y edificar un texto literario que se encamine a dicha aspiración. Deberíamos cambiar el sentido de lo que entendemos por fracaso para revertirlo en oportunidad de verdad.

El movimiento es conocido: llega uno a la hartura de vanidades, a la desesperación de los ególatras, a la mísera constatación de que en literatura, en este país, todo se lleva hacia el convenio propio. Lo más doloroso está en el degradante manejo que hacen de la literatura. Para ellos, los autores son la literatura, sus obras son la literatura, aun a sabiendas de que no llegaron ni a las orillas de las misma.

Me escribía un compañero hace unos días y me preguntaba por mis ausencias en ciertos lugares en que esperaba que estuviera. "Nada me interesa ya", le dije sonriendo, "y cuando digo nada lo hago en efecto, no de boquilla". Terminé a lo argentino y a carcajadas con él: "Vos me conocés", dije sonriente. 
Si hay algo que me levanta sospechas en el espíritu me aporto sin más miramientos; no creo en la convivencia y contumacia con lo siniestro y malévolo, mucho menos en literatura, que es donde abundan. Dejémosle ir, como decía Borges, al canto de lo perdido.

Y de esta forma, con la credencial de la propia fidelidad, va sumando uno días y desengaños que fortalecen. El mundo se forja en nuestra consciencia en la relación que existe entre lo que decimos y hacemos, hasta que caemos en la cuenta de que decir es una acción palpable tanto o más que la acción supuestamente física. Decir y manifestar y expresar desde la voluntad limpia es la mayor acción del espíritu y del hombre; deshacerlo posteriormente en hechos y renuncias dibuja el rostro de lo siniestro.

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Traer lo humano a tu tiempo eso es la poesía.
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La noche, como vestal, es diáfana en el suceso de su piel. Como una cítara antigua, el sonido de la noche penetra y transforma.
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La belleza y el amor no llegaron a mis ojos sino con mis hijos. Con ellos la transformación del individuo en río de sangre y humildad.
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Ribeyro, el escritor peruano, lo llamaba "la tentación del fracaso"; escribir es una tentativa consciente hacia el fracaso absoluto siempre.
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Somos una extrañeza para el tiempo.
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Se transmite una experiencia falsa si no se vive la lectura, se comunica una profundidad vacía si no se ha recorrido la esencial Literatura.
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Huyo de los que anteponen lo que Lipovetsky llama "la era del vacío" a la propia lectura.
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Las leyes de la contemplación son distintas a las de la acción. Entre unas y otras está nuestra posición ética y estética en el mundo.
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Todavía resuena en la memoria fugitiva la leve morada de la noche. Sueño y vida, sucesión y confín.
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Recelo del texto que no es meditación de la lengua y el hombre; desdeño las "romanzas" de los que se creen modernos. Falsos e impostores.
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No es razón el decir de la mañana, solo creencia.
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Todo es reencuentro y ensoñación aunque creas que diriges el destino. El único pálpito que nos orienta es la verdad del corazón.
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El camino en que Dante sitúa al personaje en su Commedia es la propia oscuridad de nuestros pasos. Y un guía: belleza, humildad, verdad.
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Como acto de la lengua la poesía es acto del pensamiento.
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No es poeta quien quiere, tampoco quien envidia serlo. Es poeta el que posee el corazón limpio y la inteligencia de la palabra.
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Aprendí a decir la verdad a los ojos para comprobar el reflejo verdadero del amor en mi corazón. La falsedad es opaca y siniestra.
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Leer es el artificio más cercano a la naturalidad del hombre. Sus cualidades son las propias del ser humano.
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A la tarde, Montaigne y Cervantes; por la noche, Heidegger y, antes de despertar, unos versos de Muñoz Rojas. Leer para vivir sin mí.
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La libertad, en la creación literaria, no es una condición, es la naturalidad estética que trasluce la ética.
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El trémulo frágil del pájaro en el árbol, la víspera insólita de la mañana a La Luz, la vida sucediendo en el cristal ahumado de la memoria.
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