sábado, 9 de noviembre de 2013

ES la luz. Tan henchida y soberana como arcano es el tiempo.

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El paisaje, a los ojos, remienda el mundo. Lo hace con lentitud y, cuando el que contempla asume su minúscula presencia, acontece el prodigio.

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Leer es pervivir más allá del tiempo que te hacina. Despliegas tus sentidos a las letras, a ellas les das todo tu tiempo, todo tu cuerpo, todo lo que estás siendo. Cuando no hay entrega a la lectura no hay literatura, sino juicio y vanidad. Es por ello por lo que el lector reverencia y congracia su suerte con el texto cuando este transmite una verdad. La historia de la lírica es la de una verdad limpia e infinita.