domingo, 5 de octubre de 2014

EL PASAJE pertenece a la Metamorfosis de Ovidio y se lee a partir del verso trescientos dos. Dante, en la Commedia, al comienzo de El Purgatorio, en el Canto I lo introduce provocando una intertextualidad. Las Piérides, las hijas del rey Pierio de Tesalia, desafiaron a las musas. Calíope las derrotó dejándolas en una deshonra perpetua y no solo eso, sino que, cuando comenzaron con sus protestas tras el juicio ante sus monótonos cantos, comenzaron a convertirse en urracas. Dice Dante:

Mas renazca la muerta poesía,
oh, santas musas, pues vuestro soy;
y Calíope un poco se levante,

mi canto acompañado con las voces
que a las urracas míseras tal golpe
dieron, que del perdón desesperaron. 

Dante está invocando el canto verdadero y polifónico, casi ancestral, de la lírica para cantar lo que comienza a ver sus ojos. Recuerda el soberano canto de Calíope con el que derrotó a la poesía plana y artificial de las Piérides. Así, desea que su palabra renazca, que su palabra poética se incardine en el devenir del curso de la belleza y la verdad poéticas. Más allá de la referencia de Juan de Mena al comienzo de Laberinto de Fortuna

Tú, Calïope, me sey favorable
dándome alas de don virtuoso

que bien pudiera entenderse como un eco del pasaje de Ovidio y, acaso, de la asimilación poética de Dante, recuerdo a Góngora. Lo hago tras leer el siguiente de verso de Dante en este mismo Canto

Dulce color de un oriental zafiro,
que se expandía en el sereno aspecto
del aire, puro hasta la prima esfera. 

Las distancias entre la poética del italiano y la posterior concepción estética del poeta cordobés son notorias y abisales, pero no puedo dejar de pensar en la lectura de Dante durante los siglos áureos en nuestra península. A cada paso, me encuentro con líneas cervantinas, quevedescas en la palabra de Dante y a la inversa, en una lectura retroalimentada por la condición de lector-creador de dos autores fascinantes; sin embargo, hoy, al recuerdo del verso de Góngora leo a Dante por lo demás

luciente honor del cielo
en campos de zafiro pace estrellas

Sin embargo, Cervantes escribió un "Canto de Calíope" en la que no solo ensalza y discute la relevancia de poetas hispánicos y de ultramar, sino que muestra una extraña y sincera 

Al dulce son de mi templada lira

Como una abeja que liba en las flores lucientes y fructíferas, voy de una página a otra, de un pasaje a otro, de una voz a otra y tengo, cada vez más por seguro, que la literatura sigue siendo una y que no es posible definirla, tan solo describirla.