sábado, 14 de noviembre de 2015

Virgilio, Dante, Borges.

AYER, de pasada, en un diálogo con un indolente, J.S.M,  recordé la trascendencia del Libro VI de Eneida en la formación vital y lectora. Entré en este libro gracias a un verso, una hipálage de ensueño, que Borges destacaba sin cesar en muchos de sus volúmenes. Al tiempo, caí en la cuenta de que Borges no había sido el único en percibir que ese verso era el encuentro circular de todo el texto.

Sin embargo, el Libro VI en sí mismo es un crisol de la posterior literatura occidental. Luz y sombras, descanso y reconversión, en él anida el centro y eje de todo lo posterior. Es el germen nítido de Divina Comedia de Dante y reformula la dimensión de Odisea de Homero. Ahí es nada el trayecto.

Uno de los principios que rigen estos libros es el deseo de comunicación posterior a la humanidad. En este sentido, Orfeo es el axioma que lo refrenda todo, pues halla en la música el lenguaje perfecto para sobrepasar lo que supera la lengua, el pensamiento articulado y limitado del común de los mortales. Otros, incluido Dante, a pesar de sus aseveraciones a la incapacidad por expresar, optan por trasladar al verbo la experiencia. Es el caso de Eneas: "Dioses qu domináis sobre las almas [...] séame permitido referiría lo que oí, pueda con vuestra venía revelar los arcanos inmersos en la sombra de lo hondo de la tierra!", espeta Eneas tras su encuentro inicial con la Sibila de Cumas. 

Entonces sucede el verso que encandilaba a Borges: "Ibant obscuri sola sub nocte per umbram". 
No en pocas ocasiones he utilizado el verso, el magma de sentidos que anida en él, sus formas, sus posibilidades expresivas en verso y en prosa. Poemas, títulos de libros, pasajes en prosa de diario, anotaciones que han establecido una conexión intra e ínter textual con este pasaje. Incluso la experiencia de haber visitado el norte de Nápoles en la búsqueda de la quimera viva de Cumas.

Hay versos, pasajes de obras, prosas que engloban toda una tradición, marcando un época. Otras, sin embargo, dictan los fondos secretos de la condición humana. Y con ellos vibro a cada paso como si de una revelación encarnada estuviera leyendo sus formas.