miércoles, 10 de febrero de 2016

Pienso que los poetas de ahora no son consciente de su itinerancia y errabundia; que tan solo persiguen alimentar sus egos, estar presente en muchas presentaciones de libros, constar en los suplementos, aparecer en los medios y poco más. 

¿Poesía? Palabra demasiado alta y elevada para algunos.  Lean, poetas, libros; lean, poetas, poesía. Pero no la tuya, la de aquel ni la de este, poesía sin ambages, poesía, ah, ¿no sabes qué es? ¿y tú me lo preguntas?  

***
Los compases iniciales del réquiem de Verdi manifiestan una revelación. Parece que la muerte de su estimado Manzoni provocó que el compositor se decidiera a componer esta pieza, una obra que quizás ofrece la vertiente más profunda de un compositor que obtuvo éxito en vida. Las melodías primeras, los acordes, la arquitectura compositiva de voces e instrumentos son insólitas.  
Pareciera acariciar el autor el sentido trágico de la existencia. "¿Acaso la muerte no es todo lo que hay en la vida?", respondió cuando le criticaron que en Il trovatore hubiese tantas muertes.

Rex tremenda majestatis. El pasaje concilia el desgarro con la lenta meditación. Los acordes suscitan un desgarro profundo pero feliz, la existencia encarnada. 

Dies irae. La escenificación musical, la cascada emocional del fragmento en pocas ocasiones han sucumbido como en estos pasajes. el escuchante, acaso el mortal, se sobrecoge ante la sucesión de voces, instrumentos acordados todos bajo la noche profunda de la contundencia sensitiva.  

***