martes, 4 de octubre de 2011

-ENCARNACIÓN de lo simbólico.

-MÚSICA y belleza.

-DESCENSO a los límites de lo mortal: conocimiento solo en la memoria, pues si hubiera podido reconocer sus pasos hubiera podido volver siempre convocando sus huellas. El poeta no conoce de una vez para otra sus marcas, sus rastros, solo le cabe tañer doloroso su lira nueva. No existe hilo de Ariadna en la poesía, no hay vuelta atrás ni amor reconciliado. Acaso un reconocimiento, una reminiscencia especular, intuida, atisbada que, entonces, lo conduce al silencio. Ya no necesita renovar su canto.