jueves, 2 de enero de 2020

Con Tólstoi y Chéjov. Todo lo que es profundo es claro hasta la transparencia.

COMIENZO el año con un libro de Tólstoi y con Cervantes. Prosigo la lectura de Diarios (1895-1910), -en la traducción de Selma Ancira en El Acantilado-, y acudo a la entrada que escribió el autor el 1 de enero de 1900: "Estoy en mi habitación y todos están aquí celebrando el año nuevo". 
Llevaba sin escribir desde el 20 de diciembre y lo achaca a su mal estado de salud. En el año anterior había tenido muchas idas y venidas con enfermedades que lo apartaron de la lectura y la escritura y lo recluyeron en su cama, en su habitación, en soledad. Se queja Tolstói de continuo de no poder escribir durante un tiempo y me he visto reflejado, en estos meses, en esa misma situación de no poder escribir todo lo que a uno le hubiera gustado; escribir desde la lectura, escribir como respiración diaria y acto de vida. También busca uno su Yasnaia Poliana entre el tumulto, en forma de cuadernos, de lecturas, de música, de tremnda soledad frente al bullicio. 
El autor ruso, a propósito de su enfermedad, convierte su reclusión en un acto de fe, de fe en la comprensión de la vida: "Si entiendes la vida y su condición necesaria y bienhechora, que es la muerte, dejarás de temerla y de resistirte a ella. Y si dejas de tenerle miedo, dejarás de estar al servicio de tu propio ser mortal". La lección es prodigiosa, haz de ti un todo paulatino. 

Leo de nuevo los pasajes de esas fechas de finales de 1899 y, a pesar de que el propio autor se declara en estado de enfermedad y débil para la reflexión, no podemos dejar de marcar las siguientes palabras: "Se dice con frecuencia: `Este pensamiento es muy profundo y, por lo tanto, no es del todo comprensible'. Al contrario. Todo lo que es profundo es claro hasta la transparencia". 

Por último, acudo al día 16 de enero de 1900, en ese texto leo con suma atención: "Leí ´La dama del perrito´, de Chéjov. Igual que Nietzsche. Personas que no han elaborado ellas mismas una concepción del mundo clara, capaz de distinguir el bien del mal. Antes dudaban, buscaban; ahora, en cambio, se piensan más allá del bien y del mal". 

Claro está que abro la edición de Cuentos completos de Chéjov, -en edición de Paul Viejo, en Páginas de Espuma,- y vuelvo a leer el cuento de marras. Hago de Tolstói, de Cervantes, de Menard por unos minutos, releo el cuento,  sucumbo a la técnica narrativa de Chéjov pero intuyo que Leon estaba señalando el calado moral del relato. Nada en él es auspicio del espíritu, antes al contrario. Florituras de la carne. 

Por último, termino de leer el año de 1900 en el Diario de Tolstói. Un año que, a cada momento, el autor recuerda que escribe poco y que su salud es buena pero que posee distracciones del espíritu y la moral. Sin embargo, un 14 de noviembre de 1900, por la mañana, en Moscú,  escribe lo siguiente y con ello la luz a nuestros días como lector: "Estoy estudiando a Confucio y todo lo demás me parece insignificante. Lo principal es que esta enseñanza a propósito de que uno debe estar particularmente atento a uno mismo cuando está solo, ejerce una fuerte y saludable influencia en mí". 

Cuando aparece mi hija por el salón me pregunta quién es ese tal Confucio que ando leyendo con un lápiz en la mano. 

***
Tras anotar varios nombres, de leerlos en voz alta, decidimos que este año el diario se titulará "La vida al día". Como es habitual, encuentro en fray Luis de León, J.R.J, San Juan de la Cruz y Quevedo la fuente clara para los títulos. En esta ocasión, he rescatado una parte deun verso de Quevedo, de su poema "A un amigo que retirado de la Corte pasó su edad". Dice el verso: "La vida al día más espacio dura".

***

ESCRIBIR LA LECTURA (2008-2009)

ARS VIVENDI (2010)

LAS CONTEMPLACIONES (2011)

ALMA REGIÓN LUCIENTE (2012)

MURMULLO DE LA TRANSPARENCIA (2013)

RITO DE SILENCIO (2014)

SER ALGO EN NADA (2015)

CUESTIÓN DE DESNUDEZ (2016)

Al PASO DE LA EDAD (2017) 

DE PÚRPURA Y NIEVE (2018)

TODO SE HALLA EN NOSOTROS (2019)

LA VIDA AL DÍA (2020)