domingo, 5 de enero de 2020

Marco Aurelio, Tolstói, Quevedo ante la falacia y la estulticia política de hoy.

COMO afirmaba Antonio Machado, -sobre los poetas "del día", de su ahora-, los poetas actuales han quedado ya sumergidos en la incultura. Como leer es un fenómeno cultural, cultural en cuanto que es aprendido de forma artificial y no es connatural al hombre, que implica esfuerzo, dedicación, inteligencia, trabajo, escritura, reflexión, pensamiento, relectura y vuelta a empezar, ya se escribe sin leer, esto es, como se hace la política "del día", sin principios, ni bagajes culturales, ni poderío intelectual, ni rastro de todo ello. 
Ante este panorama la lectura se ofrece todavía como un reducto en que habita uno entre los ecos del pasado haciéndolos nuevos a cada momento. Solo hace falta leer un poco a Marco Aurelio: "Ninguna acción debe emprenderse al azar ni de modo divergente a la norma consagrada por el arte".

Hete aquí que el arte actual ha quedado relegado a ocurrencia, no digamos ya la literatura y la poesía sobre todo. Llevaba un tiempo sin escribir nada acerca de la poesía actual pero el caso no es para menos. Están los aprendices de poetas, los poetas que nacen desde el útero, los que se hacen a fuerza de leer e imitar, los que tienen destellos y y se apagan, los que tienen dotes y se amuerman por el murmullo de la vanidad, los que poseen el genio pero lo desperdician por otras bagatelas y luego están los que no son nada de nada y se empeñan en serlo. 

Muy similar a lo que sucede en política, algunos pretenden alzar su mediocridad a la categoría de histórico, de mítico, de singular; y se añaden los infortunios que detona el ansia de poder. El poder como llamada y ceguera, el poder como lastre para la ética del individuo en sociedad, el poder como controversia para trazar un paradigma común de actuaciones.  

Marco Aurelio nos azuza a que no heredemos como hijos de los padres, sin más juicio ni acción de análisis. La posición del individuo en su relación social debiera tener presentes las siguientes palabras del filósofo:
   
"Recuerda la totalidad de la sustancia, de la que participas mínimamente y la totalidad del tiempo, del que te ha sido asignado un intervalo breve e insignificante y del que destino, del cual, ¿qué parte ocupas".

Y siempre encuentro en Quevedo, que se hace más grande y auténtico a cada paso, los siguientes versos:
[...]
"Y es más fácil, oh España, en muchos modos
que lo que a todos les quitaste sola
te puedan a ti sola quitar todos".
[...]

Y la triada estoica que reivindica Marco Aurelio (Libro III, 16): "Cuerpo, alma, inteligencia" me conduce de nuevo al Diarios (1895-1910) de Tolstói.

El 11 de marzo de 1903, en Yásnaia Poliana, Leon escribe lo siguiente: "Algo que no está claro es que con frecuencia [...] la satisfacción o insatisfacción que la vida nos produce y las impresiones que tenemos de los acontecimientos no provienen de los acontecimientos en sí sino de nuestro estado de ánímico...