viernes, 12 de octubre de 2012

LA rutina en la escritura vale para poco, pue siempre comienza uno como si nunca hubiera escrito nada antes. La rutina es un sedimento que va engrosando una parte oculta del escritor, una zona que puede que jamás aparezca en el devenir de la escritura diaria. No es cuestión de hánitos ni de fórmulas ni de tablas como dicen algunos; pertenece a otra naturaleza la escritura, sobre todo la poesía. A una cuestión que se escapoa a la razón ordinaria y superficial de los que se sienten poetas a cada paso, cada tarde, cada día de sus vidas. O quizás escribir no es un hábito sino un trabajo, una labor de minucias y galaxias. 
Quiero decir con esto que, con el tiempo, aquella frase de Tito Livio, en Ab urbe condita, XXV, 35,  que traduje en una clase de latín, hace ya algunos años, y que me acompña en el libreta, va encarnando quizás el sentido de este trópico incesante: "Consuetidine leuior est labor".