jueves, 11 de agosto de 2016

Medrano, fábula y signo

En el Renacimiento existieron los llamadoós "poetas de imitación". De todos ellos, Medrano me provoca una admiración tremenda y singular. El sentido de imitatio en aquellas décadas ha llegado cargada de falsos sentidos hasta nuestros días; colapsados los artistas actuales con el afán de originalidad, con el que cualquier cosa es poesía, debe el lector entender las circunstancias culturales en las que otros autores encontraron fundamento y nutrición literaria. 
Ese es el caso de Medrano, poeta que enseña la música del idioma desde la ambición semántica y clásica de Horacio. A este autor le podemos sumar a Torcuato Tasso y fíjense ya que si el maridaje es plural y de temáticas.
La poesía de Medrano ofrece un crisol del pensamiento platónico junto al cristiano, epicúreo y estoico. Este autor es capaz de conciliar un pensamiento de Boecio con un pasaje de Job. Así consigue un discurso poético plural, que entronca con fuentes culturales diversas, incluso paradójicas pero que, en el sentido de la lírica, ofrece una síntesis de privilegio para el lector. Un lector que deberá desentrañar los significados que se mixturan y que, por tanto, denotan relaciones intertextuales cuyas significaciones ni siquiera el autor llega a controlar ni a establecer. Y, claro está, el cedazo de fray Luis de León. Qué dos poetas tan poco y paupérrimamente leídos en la actualidad.