viernes, 20 de junio de 2008

DIME LO TUYO, SERÉ YO.

Tenía preparadas unas líneas sobre Camino de perfección, de Pío Baroja. Sin embargo, a pesar de que me está alegrando la lectura de esta "pasión mística", -así se subtitula con ironía barojiana en efervescencia-, tras algunos pasajes, me he detenido en dos preguntas que me traen distraído: "¿Qué es un hombre sin el concepto de humanidad? ¿Qué es un libro (novela, poesía, teatro...) sin el concepto de literatura? ¿Existiría la literatura si solo hubiera un libro literario, uno solo; o ni siquiera haría falta éste para crear el concepto? Me ocurre lo mismo con los hombres, ¿haría un solo hombre a la humanidad o necesitan esos arquetipos de la experiencia para convertirse en eternos?
Mientras tanto sigo con Baroja, con Fernando Ossorio y con Schultze, que conduce a Ossorio por los caminos nietzschenianos de la perfección.

*
En muchas ocasiones he pensado en ese Libro de la risa que supuestamente escribió Aristóteles, según Umberto Eco en El nombre de la rosa; ahora bien, ¿puede llevar la invención puramente ficcional ha crearnos realidades que pasen por reales? Creo, sinceramente, que ése es el camino único de la literatura que mejor frutos ha dado y que, al menos, se mezcla con la experiencia empírica. ¿No tiene en los sueños lo que pasó, lo que nunca pasó y lo que inventamos la misma naturaleza para la memoria? ¿Qué somos sin ella?

1 comentario:

  1. La cuestión de los nombres es, sin duda, apasionante. Mucho más pragmático, en contra de lo que se piensa, que disgresiones sobre el IPC, el EFQM, el FMI o distracciones estériles similares. Sí, estériles para alguien con ganas de vivir. Los nombres y los lugares. Ahora estoy con eso. Para mí, Sanlúcar de Barrameda era (y sigue siendo) lo que habñia más allá de las dunas de doñana. ME crié corriendo entre ellas y SAnlúcar era una especie de plus ultra, una especie de Atlántida, un límite en mi microuniverso que, con el tiempo, he visto que no tiene por qué ser más grande. REcuerdo, desde mi más tierna infancia, casi hacer libaciones al lucero vespertino. Con el tiempo, supe que era la diosa venus, a la que se le honraba desde aquellas costas. EN SAnlúcar, se erigión un importante templo a la diosa (mencionado en la Ora Marítima de Avieno, también por Estrabón, incluso Polibio...): la "Lux divina". La luz santa, la santa luz, la Sanluz, Sanlúcar. Cómo he disfrutado leyendo a Adolf Schulten!!
    Hoy me siento una especie de Sardo Tartésico... vamos, un bestiajo de las dunas.

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