domingo, 14 de abril de 2013

HE VUELTO a contemplar la noche, a decir en cada estrella la medida de mi voz. Entrego la respiración libremente, con el equilibrio de su vaivén, con la cadencia de sus dones. Frente al cosmos, de cuerpo desnudo, envirotado de total melancolía. Luna menguante que sugiere su figura de estridentes visiones.
Caos y armonía; origen recobrado.

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Hemos entendido de forma drástica que la belleza presupone proporciones exactas, sin aritmias ni desequilibrios. Sin embargo, nunca hemos entendido que Platón describió cómo cuando el mortal conoce la idea de Bien se aleja de los compotamientos humanos y se dedica, únicamente, al trabajo de las teorías. Esa es la tarea final del poeta, esa ha sido, desde luego, en los grandes poetas hasta el momento. Un contenerse en sí, alejados de las catervas y de las mamandurias de los pseudopoetas

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Ser exige silencio y soledad.    
Escribir exige silencio y soledad. 
Vivir exige silencio y soledad.

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En el Teeteto afirma Platón que el mal es cosa de los hombres, es cosa fundamentada en las accione humanas y que contrabiene a la idea del Bien. al releer algunos pasajes, compruebo, además, que Platón está siempre bordeando una cuestión capital que, en los últimos meses, tanto me preocupa. ¿Puede la naturaleza de las realidades determinar su comunicación o es a la inversa lo que pienso?