viernes, 5 de abril de 2013

  1. VIDA: Cuando uno recorre el camino de los que han regresado, cuando uno estima la vida como un bien y una composición armónica, suenan y se edifican los días en otro tiempo. Es el tiempo de la consciencia plena de estar vivo que no entiende del tiempo desmenuzado en tramos pretéritos ni en tramos futuribles. Es todo condensación, el uno, que evoca en la materia del espíritu un origen.
  2.  LITERATURA: surgió en el hombre como forma manifiesta de ese origen irrenunciable. Por este motivo, el arte es belleza, es justicia, es verdad y todo lo que se manifieste fuera de estos parámetros termina siendo fugitivo y perecedero para el hombre.
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Sabias reflexiones y mejores palabras las que utiliza Hesse en Lecturas para minutos. Pequeñas piezas armonizadas desde la verdad de un individuo que se proyectan en la bóveda de los lectores. Hoy, al leer estas líneas, he pensado en María Zambrano y en los paseos por Roma, en aquellos paseos al atardecer por los jardines, en los momentos en que trataba de rescatar la belleza del jardín de mi memoria para siempre:
"Toda poesía es, antes que nada, un valor estético, y la estética, el conocimiento de lo bello, no es ciencia, pese a todas las tentativas y esfuerzos para que lo sea; no se puede aprender ni reducir a métodos". 

Esa idea que vertebra el fragmento de Hesse la tengo por norte y por sendero luminoso cuando conjugo vida y literatura, ars vivendi. Prosigue el alemán:

"Lo peculiar del poema, su irreductibilidad y la belleza pueden quedar ocultos"; ahora recuerdo, al leer todo esto que comencé un poema hace años que decía: "Hay una verdad oculta a los ojos..." y que lo abandoné porque supuse que ese verso ya estaba contenido en la poesía misma, si es que alguna vez he llegado a tocarla. 

Termino con Hesse, con el reconfortante calor de las siguientes palabras: " y, si a uno se le escapan, por muy sutiles y doctas interpretaciones que haga en torno a los contenidos no llegará a captar lo más auténtico". 

Me agrada que sea la virtud como lector el fundamento de esta escritura, pues así creo que ser lector que capta lo auténtico es compartir la belleza misma de la poesía, pues autor y lector se dejan a sí mismo para ser siempre uno, el mismo. 

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Lo vuelvo a escribir ya que no termino de asimilarlo, pero cuánto me está enseñando Ars vivendi sobre la calaña de algunos individuos, sobre la verdad de algunos individuos. Y es que nos encontramos en un tiempo de la verdad que contiene una diáfana penuria. Esa penuria exacerba la naturaleza del mediocre, pues nunca estuvo donde la poesía y la verdad. Al verse nublado todo, el propio impostor recalcitrante comienza a confundirse con actos inmorales.