jueves, 18 de abril de 2013

IMPLÍCITAMENTE, el texto pregunta al lector lo que Dante al comienzo de su andadura: ¿Cuál es tu naturaleza y tu procedencia? El texto es como el oráculo que anuncia una intervención inciática en el lector. De él dependen las significaciones.  

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La creación y lectura literaria son verdaderas experiencias humanas. Como tales, transforman y renuevan cada vez que el lector comienza una andadura semántica por las páginas del libro. No es casual que el libro, así inventado, y ya sea en cualquier formato, es un mensaje configurado de forma distinta a otras disciplinas. Esto conlleva propiedades singulares. La principal y que, desde luego, más influye en su recepción, es la que somete al texto a una lenta aparición. Esta propiedad del mensaje verbal provoca que el lector se vea necesariamente acomodado a esa cadencia semántica. El tiempo de la lectura siempre es una comprensión lenta, parsimoniosa, de pura concentración: es su naturaleza. 

Leer despabila los sentidos, los hace momentáneamente subversivos, abandonan su mundo de referencias viciadas, inanes, para aislarse en el mundo de las palabras enunciadas. Los gustos, los olores, las visiones, acaso el sonido mismo del corazón en el silencio, pertenecen a otra dimensión, a una transfiguración fundamental que, si se realiza desde una verdad, hacen de la lectura un rito de reconocimiento pleno y absoluto. 


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El ser y el tiempo, en la obra de arte, son indisociables. La obra artística configura su ser en el acto mismo de la creación. El significado penetra en la psique y ofrece un conocimiento inadvertido para el lector, también para el propio autor, de ahí que el autor siempre haya apuntado a una fuerza externa a su voluntad que lo ha llevado a ese entendimiento. 
Decía que el lector descubre una realidad que nunca antes había sido de su persona y que, de pronto, no solo la reconoce sino que se infiltra en ella y convive, a partir de ese instante, con ella. Fue Platón el que dispuso en forma de diálogo esta teoría del conocimiento, pero, ¿no es Platón, acaso, el más moderno y contemporáneo lector y creador de los mortales?   


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Todo acto estético es una acción ética. La naturaleza de la estética deviene de la ética.

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Cansado de tanta opinión banal, veo necesaria la regeneración de la cultura a a partir de la creación. La creación es necesaria para que la realidad no siga manida y apuntalada con tópicos. Los intelectuales deberán crear, deberán procurar creaciones ético-estéticas que verdaderamente muestren la Justicia, la Verdad y la Belleza.