sábado, 8 de marzo de 2014

EL POETA debe orientarse hacia el misterio; debe incardinar su voz en la palabra cuando esta se hace claridad. En la búsqueda, en el proceso de metamorfosis, el poeta recibe el vislumbre del centro indudable. Puede que el verbo jamás suceda tras ello, pero debe quedar, para siempre, en todo, permanente, el afán de verdad y el relato ético. 

JOHAN Melchior Molter suena en toda la casa. Hoy, -que ni M.C. ni E. están conmigo- las recupero otorgándoles, a estos prodigiosos pentagramas, lo que Octavio Paz llamaba “la casa de la presencia”. Cuando lleguen las dos escucharemos esta música de Molter como lo hicimos el otro día con Verdi, Corelli y Bach. Aunque, al escuchar esta música, parece que los tres nos encontramos, por la gracia de la cuántica, en un estado y un territorio compartido.     

Mientras leo algunas páginas en italiano de Zibaldone, proyecto, junto al retrato de Leopardi, un jardín armonioso. Il giardino armónico.