lunes, 31 de marzo de 2014

LA mañana se va estableciendo con el aroma de la levedad. E. ha dormido seguidamente durante la noche; uno, que no puede dormir cuando el estado físico no le acompaña, ha estado leyendo Las pasiones, el libro dedicado a Giacomo Leopardi en edición de Fabiana Cacciapuoti. El volumen es una galería de las inquietudes y de los demonios personales del excelso poeta. Al término del libro puede afirmarse que Leopardi estaba apasionado por la hondura misma del hombre, por todos los recovecos, materiales y emocionales, del hombre de su tiempo y del hombre más allá de sus circunstancias concretas. Esa combinación entre la finitud y la permanencia que impregna cada uno de los poemas y de las paginas de Zibaldone di pensieri.  

John Keats, en carta a Benjamin Bailey, defiende la veracidad de las emociones y de los sueños ante el raciocinio positivista. Tengo por cierto que, en ese abismo que media entre la razón humana y lo que denominamos intuición (trópico de las musas) reside la naturaleza de lo musical y, por ende, de lo poético. En esa misiva escribió el poeta: "lo que la imaginación capta como belleza tiene que ser verdad...así exista previamente o no".  Es todo una declaración epistemológica del mundo desde la fidelidad estética. Desde este credo el poeta lanza y arroja sus acciones hacia lo incierto, como manifestaba Hölderlin. A partir de ese punto, todo es belleza consumada, reino de verdad y estación deseada y deseante.