domingo, 23 de marzo de 2014

UNO de los libros que más fascinación me causa es Biographia literaria de Samuel Taylor Coleridge. Esta obra, sustanciada con ideas fundamentales sobre poesía y pensamiento, genio y creación, naturaleza y artificio es como un vergel al que vuelvo para tomar aliento, aire fresco, sosiego en la lectura, sentido a los múltiples significados de la literatura. Como "la alameda verde" de J.R.J., a la que el poeta moguereño iba a pasear llegada la tarde con el deseo renovado de encontrar sus pasos propios en el devenir de la poesía, algunos libros se van convirtiendo, para uno, en esa alameda, en esa dehesilla de reencuentros propios y ajenos. Podría decirse que la literatura me va concediendo un territorio más sólido, más verdadero que la propia vida. la vida, ese anexo  sucedáneo del deseo y de la verdad. 

En el capítulo 12 del libro de marras Coleridge instiga al lector a leer a Platón. Lo hace transmitiéndole su propia pasión y su fervor desbordado por el Timeo. De Platón a Plotino, a las Enéadas. Cierra el pasaje unas palabras del obispo Jeremy Taylor con aires muy cercanos a Plotino. El obispo sentenciaba: 

"Aquel para quien todas las cosas son uno, que remite todo a la unidad y lo ve todo en uno, puede disfrutar la verdadera paz y el sosiego del espíritu". 

Esta sentencia, con la que el autor de  Biographia culmina un capítulo señero y fundamental del libro, -ya que confronta sus pareceres a los de Wordsworth-, decía que me resulta muy semejante a la que el propio Plotino ofrece en el Libro I de Enéadas, a saber: 

"Tal es la vida de los dioses y de los hombres divinos y bienaventurados; una vida que se  aparta de las cosas de este mundo, que se siente a disgusto con ellas y que huye a solas hacia el Solo". 

Estos libros que llevan a otros libros, estas palabras que se resuelven en las palabras de otros, este leerse uno a sí mismo con las virtudes de los demás es la verdadera estación de pureza y virtud que anhelo por siempre. La vida invisible, una extraña forma de vida, la del envés estético y ético. 

Es la esencia de ser algo en nada, en la que prevalece la belleza y en la que toda vanidad queda arrinconada, diluida en lo que verdaderamente es.