jueves, 27 de diciembre de 2012

HAY un río en la noche de figuras y cumbres,
un río atravesado de cauces invisibles
del que brota una fuente misteriosa.

Hay un río en la noche con un paso invisible
a los ojos prendiendo la consciencia     
 y una fontana colmada de aromas
que estaciona una música con un cuerpo celeste. 

Está dentro de ti ese río, ese cauce
infinito, esa estación fugitiva
en la que eres algo en nada
y gota sumergida para siempre. 


COMO tres estados sucesivos, pero distanciados entre sí, los del ser (algo, nada, todo), la contemplación (pluralidades), el canto (del origen, de la semilla). El poeta, si lograra tener consciencia de los dos pasos anteriores e imprescindibles al canto de la semilla, al ejecutar su palabra, lo haría  temeroso y a sabiendas de que está impostando en todo momento, pues la palabra poética que deviene de estas ideas es siempre limítrofe, abisal, cuasi un carrusel de silencios semánticos. Así, tratará de impregnar su palabra de la verdad más cercana a la contemplación y, por último, al ser.
Ser algo en nada es el resultado de desasirse de uno mismo en la palabra poética, en la palabra numinosa que dice no al hombre o al sujeto que las escribió, sino a la humanidad. 


Esta disposición de la creación poética responde a la gran exhortación que ha existido desde que surgió el hombre: quién o qué somos y por qué. Pablo d´Ors explica en Biografía del silencio que para llegar a percibir los vislumbres de lo real, hay que realizar un acto de entrega sin esfuerzos ni razones. Explica que: "los chinos tienen un concepto para eso: wu wie, hacer no haciendo. Wu wei consiste en ponerse en disposición para que algo pueda hacerse por mediación tuya, pero no hacerlo tú directamente, forzando su arranque, desarrollo o culminación".  De nuevo la mística de san Juan: 

[...]
para venir a lo que no eres
has de ir por donde no eres.



Pablo afirma lo siguiente: "Tanto el arte como la meditación nacen siempre de la entrega; nunca del esfuerzo".