jueves, 27 de diciembre de 2012

LAS contemplaciones son externas e internas. Da igual la natualeza del paisaje, siempre debemos retirarnos de nosotros mismos de esa visión. Ni de lo externo formamos parte, ni de lo interno formamos parte. Nosotros enturbiamos la visión nítida y esencial que puede transmitir la poesia verdadera. En la poesía nos decimos plenamente y en ello no podemos limitar la evidencia con nuestro cuerpo.

Esa palabra que orbita entre lo que nunca hemos sido, que dicta de la razón las dimensiones de un abismo inexplorado puede obtener formas dispares, pero complementarias. No tiene que ser una turbación del inconsciente, puede que la poesía se concentre en la armonía aparente. Sea cual sea la dirección de la palabra, la condición necesaria para que circule más allá y traiga un nuevo canto perpetuo al hombre es desprenderse del hombre que la tañe. 


Sigo dialogando con Pablo d´Ors. Subrayo algunas líneas de mi interés: "Cualquier orilla a la que esa corriente te lleve es buena para ti: eso es la fe. Tú eres tu principal obstáculo. Deja ya de obstaculizarte. Quítate de en medio todo lo que puedas y, sencillamente, empezarás a descubrir el mundo".