viernes, 28 de diciembre de 2012

LOS libros se apilan encima de la mesa y tengo la costumbre, en estos casos, de comenzar a anotar en una libreta el número de objetos que hay a mi alrededor. Como George Pérec gusto de registrar, -sí, de hacer una tábula-, los nombres de los objetos que reposan hasta donde pueden ver mis ojos. Libros, cedés de Corelli, diccionarios, sillones, sofás, una alfombra, dos mesas, un taburete, dos lámparas, estanterías, postales de A.M. manuscritas, cartas, una cuna, etc. Podría escribir con detale los aspectos de cada uno de ellos, pues forman un paisaje desgranado en el salón de casa.
En ninguo de los mismos existe nada, toda cosnciencia pertenece a mi espíritu.

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El cambio más potente y rotundo, desde el silencio y la soledad.