lunes, 24 de diciembre de 2012

TANTO más huido de mí mismo, tanto más cerca de mí mismo.


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Sigo leyendo el libro de Pablo d´Ors, Biografía del silencio. Un libro deleteioso, que desprende verdades y bellezas. Dice Pablo: "Al estar aparentemente inactivo, cuando estoy sentado comprendo mejor que el mundo no depende de mí, y que las cosas son como son con independencia de mi intervención. Ver esto es muy sano: coloca al ser humano en una posición más humilde, le descentra, le ofrece un espejo a su medida". 

Es el poema mismo de san Juan de la Cruz. La acción de dejar de ser para serlo todo es de la consciencia, nunca de los hechos materiales. La tranformación consiste en un dejar-de-ser-para-ser continuo, gerundizado; es una acción de la contemplación que confirma nuestra posición y medida frente al cosmos. 

¿No es esto mismo el Canto XXXV de Noche más allá de la noche, de Antonio Colinas?

Unas palabras de Pablo d´Ors resumen perfectamente esto que trato de razonar escribiendo: "ser conscientes consiste en contemplar los pensamientos. La consciencia es la unidad consigo mismo. [...] Tú eres lo que queda cuando desaparecen tus pensamientos".