lunes, 27 de febrero de 2017

Falla suena las figuras del mono adivino de El Quijote.

AYER, por la tarde, mientras F. terminaba su sueño de tarde y E. jugaba con las figuras de barro, releía el pasaje de El Quijote que tiene a Maese Pedro como eje central. Para la lectura, los niños me permitieron poner la música de Falla que se inspiró en estos pasajes. De Galeote a titiritero, de Ginés de Pssamonte al parche de tafetán en el ojo izquierdo y la prodigiosa presencia del mono adivino. 
La hilazón de este personaje en el entramando cervantino me resulta de una propiedad insólita en el autor de adelantarse a su tiempo. 
El retablillo funciona a modo de comedia del mundo, de gran comedia, de gran teatro en miniatura que sucede con la doble ironía cervantina. Puede que el mono, como un demiurgo secreto, menor, desvalido, personificando al azaroso devenir en esperpento y caricatura, funcione frente a la defensa de la voluntad que propugna don Quijote. La locura dentro de la locura, rayana en el absurdo que sacude a los hombres. 
Mientras, la música de Falla completa la escena de la tarde. El sueño de F., profundo e inquebrantable, las figuras de E. que parecieran extraídas de un libro imaginario, y la música de mi admirado Falla, rítmica, efusiva, propulsora de fantasías cervantinas. Los metales en esta composición se hacen estridencias de la locura y la cuerda, en tránsito ternarios, irrumpe y trasciende en escena deliciosa. 


Laas figuras alcanzan su plenitud de solsticio.

NO te equivoques con la supremacía; nunca fuiste lo que deseabas, tu canto errante te lo impide.

***

Con la noche, las figuras alcanzan su plenitud de solsticio.




lunes, 20 de febrero de 2017

POESÍA

          POESÍA
VOLVER a ti y estar en ti por siempre
como el cuerpo que acude a la llamada
viva y torcal del canto de la vida.

Es una paz sin sed, entre la aurora,
despojada de luz y de jardines,
este arranque de fe y sus solsticios.

En la noche, camino hacia tu ser,
ciegamente, sonámbulo de ti
y en ti sostengo el círculo de fuego.   

Volver a tu confín y desnudarse
en la fiel mansedumbre de la noche
con un decir sin verbo, en la pureza. 
[...]


jueves, 16 de febrero de 2017

Es nuestro deseo siempre peregrino en las cosas de esta vida.

La poesía es el delirio musical de la palabra y sus sentidos.

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"Yo seré sietedurmientes de las postrimerías", decía Quevedo en sus Sueños. Y esas postrimerías llegarán de molde a la vida para su finiquito. Así, nuestro deseo es siempre peregrino en las cosas de esta vida.

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La palabra es el firmamento interno de lo posible.

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La fuerza lírica es una combinación de rigor y de lo irracional; pero el discurso debe ser siempre una reflexión musical de lo posible.


sábado, 11 de febrero de 2017

Antiguamente, yo sabía leer. Hoy, cuando leo, me pierdo.

ESTO declaraba Pessoa en sus Diarios, en una notas personales. Para entender este aserto en su contexto de escritura deberíamos añadir unas palabras previas en esas notas: " El modelo literario como tal lo he olvidado, prácticamente. Podría leer por aprendizaje o placer. Pero no tengo nada que leer, y el placer que se desprende de los libros es de tal clase que puede ser sustituido provechosamente por el que el contacto con la naturaleza y la observación de la vida pueden ofrecerme directamente". 

Sagaz, astuto, Pessoa pone sus palabras en la batalla de la vida y la ficción, es una definición muy cervantina de las dudas que asaltan a los lectores de todas las épocas. Especialmente en esta que vivimos, puede que la era del vacío, como decía Lipovetsky, esté en su momento álgido. 

Me siento muy cercano a lo que escribía Pessoa, demasiado quizás y eso me preocupa. Antes tenía el ímpetu de arrojarme al camino y defender lo que consideraba intocable; ahora, ante la estulticia, me quedo absorto, quietamente pessoano. 

Y puede que todo no sea más que una  invasión de la metafísica en lo cotidiano, de una reverberación de lo esencial que arranca las hibernas eventuales de lo moderno. Como dice Pessoa: "Mi peor dolor es que no consigo olvidar nunca mi presencia metafísica en la vida". 

jueves, 9 de febrero de 2017

Oído musical de la lírica y gargajadas de los sordimudos.

A MERCED de los acontecimientos, rehuye uno a su cobijo, a los pasillos sinuosos de un palacio interno que parece estar vertebrado por un hilo invisible del que solo se siente su fuego. Hay un ruido externo que me provoca desequilibrio; un estar en lo externo que detona las zonas grises de lo siniestro. Me alerto y eso me hace replegar velas y volver a escarbar en la tierra húmeda, a colmarme las manos de raíces profundas y verdaderas. ¿Que somos fugitivos y eso apenas nos salva? Y qué más hay en este paso pendenciero que ser verdadero y unitario a los ojos de los demás. La fortaleza del ser está en ser sin ser no en querer ser algo en nada. 
Se me ocurre espigar entre los libros de poesía aquellos versos que pertenecen a lo que llamamos "Oído musical de la lírica". Al menos, si algún sordimudo lírico llegase a leerlos podrá encontrar en su garganta un ritmo, una palabra, un decir puramente lírico y poético. Un aleteo leve en su vida. 

No estamos ya para gargajadas en la garganta de la poesía ni, mucho menos, para tener encima que soportar su defensa. La idea hay que mantenerla desde que uno atiende al sueño de la poesía en su vida, no me valen los giros y regates inesperados hacia otra sensibilidad. Un poema que nos construyó no puede negarse al paso de los años pues si eso sucede tú, como lector, no retes virtuoso, no has sabido contemplar el seno esencial del texto. Un texto que nos hace ser se mantiene perpetuo en nuestra memoria y jamás termina de decirnos lo que pensábamos que iba a decirnos. 

Porque el oído para la lírica en nuestra lengua se ha ido vituperando hasta llevarnos a un estrepitoso mejunje de ruidazos impresos en forma de versos. Y, además, hay quien escribe todavía copiando de los demás sin decir que sus versos no son más que afluentes de otros versos. El caso es que la copia es demasiado clara y podría uno extraer citas literales de sus poemas para ponerlos en evidencia del juzgado público. Pero prefiero callar y que sepa que estoy al liquindoi de sus fechorías.  La falta de ingenio le lleva al robo del fuego ajeno. 

Tal y como escucho a Bach para  restituirme en la música, leo a Quevedo para entender el quid de nuestra lengua en la lírica; tal y como penetro en las aguas de Wagner me arropo en los versos de san Juan de la Cruz, para no perderme en escalas que conducen al infierno cuando señalaban el cielo. 

miércoles, 8 de febrero de 2017

Puede que la negación de lo evidente constate su realidad.

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Haz de luz, recogimiento. Entierra la verdad que anida en ti en el silencio discurso de lo bello.

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Consume tus días con agrado; aléjate del siniestro estar. Siendo nada ya eres todo.

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Decir y hacer, idea y acción, son reconciliables cuando el dictado del corazón es verdadero.