FISCHER, cuando visitó a Hölderlin en Tübingen, -parece ser que la última visita que recibió el poeta-, le rogó que le escribiera unos versos de forma espontánea. El episodio dice que Hölderlin le preguntó en primer término por el tema. "[...] He de escribir sobre Grecia, sobre la Primavera o sobre el Espíritu del Tiempo?". Fischer le habría sugerido el último de los temas propuestos. De ahí nace el poema intitulado "El espíritu del Tiempo", fechado un 24 de mayo de 1748.
Con este poema aprendí una consigna que mantengo en estas paginas y con la idea misma de la literatura: el arte es transformación y permanencia tal que la propia condición humana.
Del mismo modo, la enseñanza del primer verso es crucial:
"La vida es la tarea del hombre en este mundo".
La orientación semántica hacia la propia ética-estética en el verso es inconfundible. Puede que el verso más cristalino de todos sea el siguiente:
"En el paso de los años se alcanza la permanencia"
Este poema me lleva a las páginas de Carl Gustav Jung sobre "El tiempo de lo venidero" que con tanto fervor. he ido asimilando y leyendo estos años. En El libro rojo de este autor puede uno leer lo siguiente:
"Tu visión devendrá más clara solamente cuando mires dentro de tu corazón.
Aquel que mira afuera, sueña. Quién mira en su interior, despierta".
En efecto, es el rigor del sentimiento puro, la alta visión de lo sublime lo que conduce a la mirada del corazón. Quizás la poesía misma, auténtica, no es más que el discurso que deviene de la mirada interior que hace despertar al poeta y convocar a belleza. Por eso es indudable su esencia, por eso es permanente y pura.
Por desgracia, predomina la mirada externa, la que sueña. En este sentido, dice Hölderlin en un poema titulado "Amistad", que "El espíritu noble no es a la amistad ajeno". Entiendo este poema como una suerte de discurso sobre la fraternidad, sobre la relación entre hombres asentada en la pureza, en el diálogo entre miradas interiores.
Cada vez creo que la amistad es una enseñanza que concluye en la fraternidad entre mortales. Por este motivo, quizás, sea tan escasa, tan proclive a las idas y venidas. De la misma forma que es difícil hallar la amistad nutricia, es fácil encontrarse con la negrura de lo siniestro en los otros.
También la ingratitud es humana y la sinrazón una condición de nuestra miseria. Hólderlin:
"Cuando conócense los hombres por su valor interno
pueden con alegría llamarse amigos.
[...]Los hombres gustan de las armonías
y a la confianza se sienten inclinados, viviendo para conocer".
No llegó a escribir Höilderlin un poema a la inversa, sobre el encuentro en los otros de la falta de valor interno. El poeta estaba recluido, en soledad sonora, y solo discurría en él el luminoso estado de la soledad y el silencio; cuando lo leemos se nos ilumina, a nosotros, ahora, en la transformación, en paladar oculto que calla y otorga.