jueves, 8 de diciembre de 2016

Nietzsche aconseja hallar el deber y R. Gaya acude a San Juan de la Cruz.

NADIE comprende el estado de la creación, ni los hijos, ni la mujer, ni los padres. Lo explicaba muy bien Ramón Gaya cuando hablaba de la soledad del creador y de la pura incomprensión que reside en los allegados con respecto a la obra artística. Estoy con él en que nadie comprende la dimensión de la obra aunque crea suponerlo, en que nadie, tan solo un creador auténtico, puede consagrarse a ello. 
Y para poder edificar en el arte es necesaria la soledad profunda, el vacío social y el encuentro polifónico con uno mismo.
Una descripción del estado vital que me conduce a Niertzsche: "Creo, además, que no venimos a la vida a ser felices, sino a cumplir con nuestro deber, y podemos considerarnos dichosos si logramos hallar cuál es ese deber".

las virtudes del pájaro solitario puede que no sean más que esa exactitud en la búsqueda y el encuentro de ese deber. Como escribió San Juan en una estrofa de una una de sus Coplas:

[...]
De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida vía recta
era cosa tan secreta
que me quedé balbuciendo
toda ciencia trascendiendo.

[...]

La ciencia perfecta que otorga la paz interna, el camino recto, la cosa secreta que puede alzarse como el deber anunciado e incomprendido.