martes, 26 de septiembre de 2017

La estirpe de Orfeo.

DICE PESSOA, en sus Diarios (Gadir): "Soy un poeta impulsado por la filosofía, no un filósofo con cualidades poéticas". En esto, como en otras cuestiones, coincide con Antonio Machado. La poesía oscila el alma hacia lo invisible, "el alma del poeta se orienta hacia el misterio".  Toda vez que la poesía ha provocado el giro invisible del alma del poeta, este queda, ya en su vida toda, inducido por la visión diáfana de lo latente en la condición humana. 
Esta estirpe de poetas ya la marcó Dante, todo comienza en Virgilio. Por mi parte, lo sitúo todo en Orfeo. Esa inclinación humana en que la lengua comienza a aglutinar conocimientos que no son lingüísticos, esa intuición musical de acercamiento polifónico al mundo es lo que denomino "la estirpe de Orfeo".

Bécquer es órfico tanto como Hölderlin. En ese estadio de la creación las lenguas se diluyen en favor de la consciencia total, cósmica. 

Suena una música oculta en el tiempo de la lectura; convertir el corazón en el tañido uniforme de esa música es la existencia.