sábado, 11 de abril de 2020

El paso sinuoso del ruido al canto del yo.

MARAVILLOSO el libro de Tolstói, El camino de la vida (Acantilado, 2020). Las reflexiones del escritor, extraídas de aquí y de allí, más las que son de propia creación, van dibujando un rostro, una figura del hombre que vive con un sentido de vida. Un sentido que se arropa del bien, de la belleza de vivir en armonía con uno, que es lo mismo que vivir en armonía con los demás. 
"Toda fe no es sino la respuesta a cómo debo vivir en este mundo no a los ojos de los hombres, sino de Quien me envió a este mundo". 

De Tolstói paso a releer a Steiner, Presencias reales. Lo hago porque el volumen adquiere, en estas circunstancias, nuevos sentidos que antes no poseía para uno: "cuando se trata del significado y la valoración en las artes, nuestros mejores informadores son los artistas [...] Aprender de memoria es proporcionar al texto o a la música una claridad y una fuerza vital que habitan en ellos mismos [...] El recuerdo, a su vez, se convierte en reconocimiento y descubrimiento.    

***
Una cosa es el consumo literario y otra es la vivencia lectora. 
***
En estos días de confinamiento nadie señala el ejercicio de leer como un acto capital en la vida de los individuos. Y no lo hacen porque esa es la evidencia social del parámetro con que se tiene la lectura en el ámbito político y social, incluso en el ámbito educativo no se marcan preferencias relativas al ejercicio de leer. 
***
Lo perenne no es lo futuro, lo eterno en el hombre no es el porvenir; el hombre busca hacerse él mismo eterno cuando convoca en su palabra y su acción la invisible comunión de vida y muerte, ser y no ser, de ser algo en nada. La música, solo la música alberga esperanzas.
***
Comienzo el día leyendo y lo acabo leyendo, de sol en sol y de claro en claro; entre tanto, sucede la vida.
***
Es cíclico, la rutina,-no esta, todas-, me conduce al desasosiego más espantoso. Solo la música perenne en el día redime el empobrecimiento de estar en sociedad.
***
libertad sigue siendo el itinerario interno de la búsqueda del ser.
***
Releyendo a Montaigne y leyendo el magnífico "El camino de la vida" de Tolstói. Decía mi admirado Michel: "Ningún viaje nos libera de nosotros mismos pues nos llevamos con nosotros". Y, en este viaje interior, debemos escuchar la concordia nítida e interna del ser.
***
Nada de lo que pensamos tiene más atisbo de verdad que lo que no conocemos.