domingo, 4 de abril de 2021

Pasión y vida en la música.

LA música ha estado siempre en el comienzo de todo, puede que como entendimiento o acto de razón o como sostén a las pasiones propias o como erupción o afán de conocer el mundo. Pasan los años y sigue ofreciendo los mismos enigmas como individuo, calcadas sensaciones que fascinan y costringen por su envoltura. Leo en Coiran, El libro de las quimeras (Tusquets, 1996), un párrafo que condensa esas mismas inquietudes:    

"La pasión musical sustituye a todas las formas de vida que no se han vivido y compensa en el plano de la experiencia íntima las satisfaccioiones encerradas en el círculo de los cvalores vitales. Cuando se sufre viviendo, la necsidad de un munod nuevo, distinto del que vivimos habitualmente nade de forma imperiosa para no diluirnos en un vacío interior. Y ese mundo sólo la música puede traerlo. Todas las otras manifestaciones deñ arte descubren nuevas visiones, configuraciones o formas nuevas; solamente la música trae un nuevo mundo". 

Siento tan propias la música del mundo con la música como arte que las creo en una sola voz, en un solo origen. ¿Manifiesto de otra capacidad del individuo, conexión incognoscible de lo que somos?  

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"En la música todo está tan lejos y tan cerca que la alternancia entre lo monumental y lo íntimo, entre lo inaccesible y lo lírico crea una entera gama de éxtasis interior", nos dice Cioran. En esa gama insondable reside lo ignominioso de la música.  

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Con E. y con F. sucede cada día: el embeleso de estar siendo. 





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