viernes, 1 de agosto de 2008

MALA GENTE QUE CAMINA

No tengo más remedio que servirme del estilo que tanto huyo, el periodístico, para decirles que el pasado martes, día 29 de julio, asistí a un encuentro con un escritor que se llama Benjamín Prado a la luz de las páginas de una novela que publicó hace unos años y que se titula Mala gente que camina. Nos congregó en las Bodegas Pedro Romero el Club de Lectura Cabo Noval. El acto comenzó pasadas las nueve de la noche.
Cuando hubo terminado el encuentro, que se dilató más de los esperado, salí de la bodega atónito, no por los buches de manzanilla que paladeamos al concluirlo, sino por la confusión enorme a la que me sometieron; no sabía si había salido de la presentación de un libro o de un mitin político. Les intentaré explicar por qué.
El autor, Benjamín Prado, no gastó ni una sola palabra para hablar de la novela como elemento literario, como ente ficcional, como artefacto estético; se limitó a hacer un juego de palabras, entre otras cosas que iré enumerando, para decirnos que ciertos personajes de la historia de este país debían haber advertido a las claras el paso del “cinismo” al “civismo”. En resumidas cuentas, el novelista utilizó todo el tiempo del que dispuso para proponer un modelo ético, cuando por mi parte esperaba un modelo estético, en el sentido amplio del término, en que se ofreciera, por qué no, conductas éticas. El resto del discurso fue una enumeración de las megalomanías sabidas de Franco, de las muertes en manos de Falange, de las chaladuras que Vallejo-Nágera propuso a Franco y que se desarrollaron, tales como la reeducación de prisioneros, etc. Se centró en un tema que se ha tratado desde el punto de vista histórico, la pérdida y el robo de los hijos de los republicanos por parte de los nacionalistas. Una cuestión espinosa y ciertamente interesante a la que no reprocho nada en absoluto.
Después de casi dos horas escuchando argumentos a favor de la República (llegó a decir el autor que la Generación del 27 fue posible sólo gracias a la política de entonces, una exageración a todas luces) uno esperaba que al menos se dijese algo de la literatura sin etiquetas, de la literatura que se aleja del panfleto político y de las soflamas ateas o religiosas. No fue así en ningún momento, es más, en algunos tramos me sentí incomodado por el efervescente alegato que realizó Benjamín contra todo aquello que no fuera de su ideología. Llegó a realizar algunas generalizaciones que bien merecen una replica. Pongo por caso a la figura de Dioniso Ridruejo. Implicarlo en los miles de asesinatos de Falange es como decir que los miles de asesinatos de los comunistas pertenecen a Alberti.

6 comentarios:

  1. No he leído a Benjamín Prado, pero siempre que lo he oído en algún medio ha sido sobre el monotema guerracivilista. Fíjate que ironía, la Guerra, que originó tanta hambre, ahora está dando de comer a tantos (de todos los bandos...). Tengo a este autor entre los poetosoes del reino, esos que tenían un tablao llamado Estravagario, y procuraban hablar de todo menos de literatura.

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  2. Me ha gustado eso de "los poetosoes del reino" bajo el palio del estravagario. Por supuesto, de literatura hablan bine poco, por lo menos Benjamín no lo hizo en Sanlúcar.Salud.

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  3. Pero cómo pierdes el tiempo con semejante geta, habiendo tantos escritores interesantes.

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  4. Estaba en Sanlúcar y por allí no abundan la presentación de escritores, así es que nos animamos y fuimos a probar de todo un poco. El lugar, una bodega, y luego las copas, justifican el paseo. Del escritor ya lo he dicho todo. Saludos Fernando.

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  5. Yo sí estuve y además he leído parte de su obra y desde luego no lo ví como usted. Llamar a Benjamín poetosoe es no conocer su trayectoria, pues siempre ha estado apoyando a Izquierda Unida.Yo no soy filólogo como usted, y a lo mejor no valoro tanto la estética como la ética y a mí este libro me ha removido la conciencia, pues saca a la luz hechos tan tremendos como el robo de los niños a las presas republicanas, hecho que ha estado oculto y que tampoco destapó la transición. También estoy de acuerdo con Prado, cuando dijo que la generación del 27 no se dió por pura coincidencia, sino porque hubo gente como Fernando de los Ríos que aglutinó en torno a la Institución Libre de Enseñanza a muchos de los autores, y por supuesto porque había un compromiso político con la cultura. Y por último querer comparar a Alberti con Ridruejo, ya es cosa de dementes, entre otras cosas porque es verdad que Ridruejo tuvo a sus espaldas muchos crímenes, recordar que era el Jefe de Falange en Valladolid, y que además se hicieron cuando ya la guerra había sido ganada y se abusó de los perdedores. Que yo sepa a Alberti no le han colgado crímenes.
    También comentó que Ridruejo en su novela tiene un papel ficticio y que lo que representa es a alguno de los escritores que miraron para otro lado ante los crímenes de Franco y fueron falseando la historia. De nuevo les aconsejo que lean el libro y después comenten. Saludos. Pablo

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  6. Sin ganas de entrar en polémica alguna, debo decirle que mi opinión será más o menos acertada,pero en ningún caso me considero un demente. Y si no le importa, puede usted opinar cuanto quiera en esta bitácora siempre que lo considere oportuno que sus opiniones no contengan ninguna descalificación. De otra manera tendré que eliminar el comentario.
    Dicho esto sigo manteniendo mi apreciación, un escritor que hace panfletos de cualquier ideología, de cualquier dictado político, me parece eso, panfleto y cuartilla de barrio.Por eso reivindico para la literatura una ética en forma de estética o a la inversa. En benjamín Prado sólo vislumbré una ética unívoca.

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