sábado, 13 de junio de 2009

Guadardos en la sombra

Hice refrencia, hace poco tiempo, a lo que, a mi parecer, es una poética sin poetas: la postpoesía. No quiero repetir los escasos argumentos que argüí por entonces, pero hoy, leyendo un libro de José Hierro se me ha vuelto el tema ante las narices.
Siempre pensé que la poesía de José Hierro encierra una de las más sesudas, sólidas creaciones que mejor han trabajado la tradición de la poesía, pero elaborando una obra de su tiempo. Lo que era una intuición lo he confirmado esta mañana al leer Guardados en la sombra (Cátedra) en la edición de Luce López-Baralt.
La edición publicó textos inéditos que pertenecían a las primeras reflexiones sobre la creación literaria y artística del jovencísimo José Hierro. Deberían leer este libro (entre otros tantos) para prender a construir un paradigma o al menos para pretender reflexionar sobre la poesía en su tiempo. El primer texto está dedicado a Hölderlin, pero en puridad, es una disertación sobre la poesía, el poeta, el lector.
Desde el comienzo, deja claro Hierro que las palabras que guiaron su exploración de los límites de la creación poética pertenecen a Hölderlin: "El lenguaje fue dado al hombre para que atestigüe lo que es". Coincide Hierro con heidegger en esta hermenéutica, pero no sólo en autor, sino en otros puntos. Con estas premisas, Hierro evidencia los dos vectores que adhiere a la poesía: el lenguaje y el ser. La tesis viene a decir que ante tal imposibilidad del logro de saber qué es el hombre, la poesía es una continua indagación y profundización libre del conocimiento. Porque a diferencia de la Filosofía o de la Historia, cuyos fines son análogos, los conceptos y los hechos sistematizados por estas disciplinas, en tierras poéticas, son adivinación, ensueño, canto, creación.
Con ensayos de este tipo (esto sólo es un dedal) uno se siente azuzado por la inteligencia de alguien que reflexiona sobre temas vivos, en crecimiento, pero sometidos a la inteligencia y a la razón de la poesía.

***
¿Qué daño de este mundo es verdadero,
qué haz de las entrañas, qué delirio?
El vientre de la Luna ha descifrado
el útero maldito de la noche:
sus escamas, el útilmo lamento
pronunciado en la boca de una bruma,
desmentido en el cielo de los ciervos.
Quiero tocar el tiempo de esta noche,
desgajar de los soles la palabra
primigenia, escribir en sus retinas
los versos que adoceno en esta vida
de marcas y designios de otro mundo,
otro mundo que vive en este mundo.
Y resguardar las palabras allí
donde vivimos todavía
guardados en la sombra.

2 comentarios:

  1. Hierro me gusta mucho,pero a veces es duro, muy duro, tal vez, como su vida misma.

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  2. Desde luego que la dureza es un rasgo de la vida y la obra de este pelón corpulento. Pero sólo quise dar un ejemplo de sensatez e inteligencia en el análisis de las obras literarias del momento. No siempre los escritores y los críticos saben analizar lo que les sucede.
    El otro día hablaba J.A. González Romano de la recepción de la obra de Lope en los siglos venideros. ¿Qué mejor lectura contemporánea se ha hecho sobre Lope que la de Hierro? "Abre tus ojos verdes, Marta, que quiero ver el mar".
    Un saludo, Javier, muchas gracias por tus comentarios.

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