ASÍ, con la bimembración de este enunciado, con el sonrojo de no cejar en el empeño de escribir, comenzamos este 2018, once años de escritura personal, absolutamente libre, como una figura sin sombra, como una entonación de que he venido siendo.
Un verso de fray Luis vuelve a darle unidad a todo un año de escritura y vida, Oda XIII, "De la vida del cielo".
Toda escritura es la construcción de la conciencia humana. Como en el Cratilo
de Platón, dar nombre es despertar al espíritu hacia las músicas de los sueños
y las fábulas. Por eso mismo, la poesía, el nombre dador y transformado, debe
estar escrito desde esa consciencia. La historia de las lenguas consienten la
historia de sus espíritus. Es más, todas conforman la historia del espíritu de
la humanidad. Con Hegel, el lenguaje es “la visible invisibilidad del
espíritu”.
Sin embargo, en el mismo ejercicio del lenguaje, en la edificación
racional de la palabra existe un oscurecimiento y una dispersión de lo natural.
Entre una y otra, entre conocer y reconocer, el círculo sonoro de la
palabra poética. En términos de Hegel, "oímos nuestro ser".