AHORA QUE se celebra la Feria del Libro en Sevilla, hasta el once de mayo, aprovecho para lanzar al aire algunas inquietudes y dudas que me surgen a la sombra de sus carpas. Vaya por delante que lo mejor de ella son el descuento, los bares y los conocidos con los que uno se encuentra. Los compradores de libros son siempre los mismos y forman una microsociedad en la que todos nos conocemos, aunque sea de vista.
¿De verdad en las ferias de libros se realiza una celebración de los libros, en sí, en ellos mismos? ¿No será que el mercado editorial ha copiado el modelo de otras ferias -qué sé yo- del turismo, del ganado, de coches, de la agricultura y quiere hacer lo mismo, es decir, vender productos y crear un mercado de consumidores fieles a esos productos? ¿Realmente una feria del libro celebra algo que conforme a la literatura? ¿Por qué son siempre los mismos poetas, los mismos narradores y los mismos "jóvenes escritores" los que fecundan con su verbo las actividades de las ferias, los encargados de instruir a la masa anhelante de discursos pseudointelectuales? ¿Qué hace una poetisa de mal verso y de peor condición oratoria junto a poetas del tamaño de García Baena? ¿Qué hace un cantante instruyéndonos sobre la poesía de Ángel González? ¿Por qué no se reeditan obras agotadas que forman parte de la historia de un país y se promocionan en estas ferias, cosa que tampoco ocurre en las de libro antiguo o de ocasión? ¿Hablan de literatura, de libros, quienes vienen a llamarse escritores? ¡Qué cosas, qué delirio, que fiesta!
¿De verdad en las ferias de libros se realiza una celebración de los libros, en sí, en ellos mismos? ¿No será que el mercado editorial ha copiado el modelo de otras ferias -qué sé yo- del turismo, del ganado, de coches, de la agricultura y quiere hacer lo mismo, es decir, vender productos y crear un mercado de consumidores fieles a esos productos? ¿Realmente una feria del libro celebra algo que conforme a la literatura? ¿Por qué son siempre los mismos poetas, los mismos narradores y los mismos "jóvenes escritores" los que fecundan con su verbo las actividades de las ferias, los encargados de instruir a la masa anhelante de discursos pseudointelectuales? ¿Qué hace una poetisa de mal verso y de peor condición oratoria junto a poetas del tamaño de García Baena? ¿Qué hace un cantante instruyéndonos sobre la poesía de Ángel González? ¿Por qué no se reeditan obras agotadas que forman parte de la historia de un país y se promocionan en estas ferias, cosa que tampoco ocurre en las de libro antiguo o de ocasión? ¿Hablan de literatura, de libros, quienes vienen a llamarse escritores? ¡Qué cosas, qué delirio, que fiesta!
Estoy contigo en ese matiz semántico que has apunatdo entre "feria" y "libro", aunque quizás no sean más que el haz y el envés de un mismo acto; cuántas veces no celebramos con un libro (un verso, una idea, un párrafo...) la feria de nuestra vanidad, de creernos inmersos en un estado de trance a no sabemos dónde. En fin, a lo mejor tendríamos que llamar a estos saraos "celebración del libro" o algo parecido, más ajustado al hecho.En cuanto a tu propuesta, coincidimos en ese gusto por manuales de retórica o libros de poética, a pesar de que muchos se limiten o hayan limitado la retórica al uso de una serie de figuras -eso lo dice muy bien Pozuelo Yvancos. No sé, al vuelo puedo decirte que me parece colosal el manual de Lausberg (Gredos). Me gusta el de Mayoral (Síntesis), Caravelli (Cátedra),Casas Rigall- Azaustre (Ariel) o la obra de Tomás Albadalejo (Síntesis). Aunque todos ellos se pueden encontrar en librerías al uso, así que ¡te conmino a que dejes por escrito tus preferencias por esos viejos tratados y manuales...! Cuenta Pessoa, o mejor dicho, Bernardo Soares, en el "Libro del desasosiego" que su libro de cabecera, el que maneja diariamente y sin cansancio, es la Retórica del padre Figueiredo. Así que esta es mi propuesta.Saludos.
ResponderEliminarModestamente aporto algunas obras que no se encuentran ni en librerías de viejo, imperdonablemente: la Métrica española de Navarro Tomás, o el Sistema de rítmica castellana de Rafael de Balbín. ¿Y lo difícil que resulta conseguir obras de Miguel D'Ors? La mayoría de sus libros están agotados, y sólo los podemos leer en antologías. Por cierto, el mismo autor me confirma que el año que viene sale una nueva antología suya en la "colección de rayas" (sic) de Renacimiento. Habrá que estar atentos.
ResponderEliminarGracias miles a los dos por convertir una palabras feriantes en referencias tan necesarias. Apunto todas las obras que has citado, Rafael, ¿has probado a buscar en la biblioteca virtual que reproduce facsímiles de la Biblioteca Nacional? ¡Juan Antonio, las dos obras que citas las conseguí, precisamente, en una librería de lance, a un precio irrisorio! Gracias de nuevo por ensanchar el agua de esta letras.
ResponderEliminarhttp://tropicodelamancha.blogspot.com