sábado, 17 de abril de 2010

La rareza de algunos días me conduce a un cambio de rumbo estético. Podría clasificarlo como un trouble para Baudelaire, como una turbación o desvelo que enrarece y sobre el que no tengo más que manifestarme estéticamente. La quietud entonces es una lastrada añoranza. Impecable incendio de los deseos.


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La realidad se desnuda. Y sus formas se traslucen. Sólo es efecto y proclama. Solo esfinge incomprendida. La levedad y el asombro. El poeta en la belleza.

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Leo asombrado que Vila-Matas dedica hoy un artículo a Huysmans, el autor que leo de un tiempo a esta parte. Será que, al caer del otor lado, hemos coincidió en que las extravagancias del duque de Essientes, entendidas en este desenfrenado siglo XXI, no dejan de ser migajas de dandi.

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