viernes, 25 de marzo de 2011

Querido Iam:

En cualquier caso, me sostengo con pocos hitos durante el día, a saber: la mañana que vislumbro entre las cepas y las lomas al amanecer; los versos y algunos párrafos sueltos en los libros; el amor; la memoria; a veces, la conciencia de entender mi ser. La amistad es una vuelta al origen. La admiración es el reconocimiento.

Caigo en la cuenta de que cada vez tengo la manía de registrar o enumerar acontecimientos, como si fueran momentos estelares de una vida privada, por lo que tiene de luminosa y de salvable. Acaso esa luminiscencia no exista y todo esto no sea más que un giro especular intransigente que azota la vanidad y la derrite.

Así las cosas, prende uno unas sílabas, las precipita sobre un cuaderno. Les otorga descanso, cadencia. Les ofrece el silencio para que se maceren. El olvido refulge de entre la vida como dador de ritmos…al final, leve música y leve amanecida en el territorio en que jamás debí aparecer.

Te mantendré informado debidamente,

Tú.

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