viernes, 17 de mayo de 2013

COMO lector, pues es esa la condición que quiero para mí y para la unidad de mi vida, tengo unas palabras de Kant como un salmo inexcusable al que acudo y con el que reflexiono. Son unas palabras que abren por lo menudo todas las dimensiones de la lectura para un lector. A saber: “Entre todas las ideas, la de relación es la única que no surge de los objetos, sino que puede establecerse sólo a mano del sujeto, porque es un acto de su independencia”.

Esas relaciones, como acción y creación independientes del hecho en sí de la palabra literaria, son el territorio en que deseo crear mi lectura. Fértil, húmeda, dimensionada por las formas y los cauces de expresión, avivada por el pensamiento y siempre, siempre rítmica estación de verdad y de pureza.

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Suena Parsifal en toda la casa. E., cuando ve que me dirijo al equipo de música, comienza a mover el cuerpecito de un lado a otro y pone una sonrisa en la mañana. “Música”, le digo, “música” y ella sigue riendo y moviéndose de izquierda a derecha. Le sucede sobre todo con Mozart y Vivaldi, pero hoy, al comienzo de Parsifal ha danzado de otra forma, con otra entereza. 
Esto me ha dejado pensando en las significaciones ocultas para mí de la música y en la universal naturaleza de su materia: el sonido y el ritmo. E. vino al mundo ya con el sonido en su cuerpo, sin palabras, solo con la presencia del ritmo. ¿Estaría reconciliando ella esta mañana, pequeña y límpida edad, su vida con el mundo?

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El ser está en constante expansión, el ser del arte y del hombre que lo vive. Ars vivendi es un estarse en expansión diversa.  Lo razona Simmel con una pasmosa claridad en su palabra. El breve texto sobre Roma consiente una intensa relectura y una continuada reflexión. Simmel nos pone en claro la diversidad que somos aun necesitando la unidad que nos configura y asiste desde lo hondo: " así, como es deber de la moral crear, a partir de los intereses desligados y antagonistas, una unidad conciliada, así también uno de los motivos últimos de la satisfacción estética consiste en descubrir o crear una unidad a partir de un sinfín de impresiones, ideas y sugerencias en constante expansión.  


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Se titula "El alba", es un solo de laúd. Parece una garganta de la aurora sobre los collados y colinas acrecentando la luz y el infinito.