domingo, 19 de mayo de 2013

SERENO, con la tranquilidad de la noche, trato de leer y de escuchar el silencio hímnico de las palabras. Leer es una acción sublime, que despierta en el ánimo las escondidas emociones de la verdad y de la pureza que convocan la vida. El ruido de fondo es el ruido de la vida circundante, en la que viven en la caverna no solo viendo sombras y delirios, sino creyéndose ellos mismos la luz original. Esa es la mayor mentira, la más plena, también la más peligrosa y acechante. 
Sin embargo, es connatural de la literatura, como del resto de las artes, la claridad en sus manifestaciones. Esto se trasluce en la evidente presencia de un centro indudable de donde brota serena como de manantial, de donde su música es la música del mundo en ti mismo. En esa armonía, la atonía vital contemporánea de muchos que se piensan indispensables lo envuelve todo de la bella contemplación interminable del cosmos; pues esa atonía es mera hoja podrida y seca que cae al terruño hasta perderse.