La lluvia comenzó a tocar mi cuerpo. Con cada gota, mi piel se desnudaba. Alcanzó un trazo de infinito.
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Ocurre con fray Luis lo mismo que con san Juan de la Cruz, se leen los poemas en voz baja, rayano en el silencio. Y eso, a fin de cuentas, me parece lo más cercano a la poesía. La poesía debe rugir en las entrañas, pero decrecer en las palabras. Debe tildar los armónicos que subyacen con su creación, pero con la humildad y la gravidez que produce estar escuchando una fuente en medio de la naturaleza.
Hoy no sabría con cuál de tus dos pinceladas quedarme. Qué buenas las dos. La lluvia, fray Luis, san Juan, la fuente. Bravo.
ResponderEliminarTuyas las dos, compañero. Saludos y gracias.
ResponderEliminarVaya, ya me las ha quitado el profe. En cualquier caso, me sumo a la alabanza.
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